En los grandes cruceros cada pasajero es responsable de la emisión del doble de CO2 que aquellos que viajan en transporte aéreo y cuatro veces más que los que lo hacen en coches.
Por Gabriel Michi
Viajar es para muchos uno de los mayores placeres. Para otros es una cuestión que se vincula con sus trabajos y a veces es su propio trabajo. Para algunos viajar significa reencontrarse con seres queridos y para no faltan quienes lo hacen para cambiar de vida por completo. Lo que sí, sea cual sea la motivación para viajar, lo que todo el mundo debe saber -y tomar conciencia- que no es inocuo para el medio ambiente. Muy por el contrario, es una de las actividades más contaminantes del planeta. Y no todos los medios de locomoción dañan el aire que respiramos de la misma manera: los cruceros son los transportes que más afectan la calidad de la naturaleza, superando a los aviones y a los autos, todo eso medido en la cantidad de dióxido de carbono por persona que lo emiten.
Los cálculos de un experto de la emisora de Dinamarca 'DR' revelan que un crucero medio emite aproximadamente el doble de CO2 por pasajero que un avión en la misma distancia y cuatro veces más que un coche de combustible. En el mismo sentido se expresó Niels Buus Kristensen, investigador principal del Instituto de Economía del Transporte de Oslo, quien sostuvo: "El tráfico de cruceros tiene una emisión de CO2 por pasajero significativamente mayor que si se toma el coche o el avión".
Después de la Pandemia de COVID 19 -que afectó muchísimo a la actividad de las empresas de grandes cruceros- se desató un boom en esa industria y cada vez más personas en distintos lugares del Mundo eligen vacacionar en esas verdaderas ciudades que navegan por los mares con todo tipo de comodidades a bordo. Sin embargo, muchos pasajeros desconocen el nivel de contaminación que generan esos gigantes que pueden llegar a llevar hasta 10.000 personas a bordo, entre pasajeros y tripulantes, tal como se anunció con respecto al crucero más grande del planeta, el Icon of the Seas, de más de 800 metros de largo y con más de 20 cubiertas.
Según los especialistas, los mega cruceros tienen una huella de carbono mayor de lo esperado, justamente por la enorme variedad de comodidades que tienen en sus instalaciones, al punto de que los convierten en una suerte de mega hoteles flotantes. Con respecto a eso, Kristensen explicó: "Eso es lo que debes esperar cuando viajas con tiendas, restaurantes y hoteles a bordo. Esto en sí mismo lo hace completamente diferente a si simplemente conducimos en nuestro coche o si tomamos un avión".
El dato para tener en cuenta es que la mayoría de esos cruceros funcionan con fueloil pesado, que a su vez suele está contaminado con sustancias químicas como nitrógeno o azufre. Ese combustible tiene una consistencia muy espesa, lo que lo vuelve mucho más peligroso para la flora, la fauna y el medio ambiente en general. Por eso la advertencia que llegan desde los expertos como el ingeniero marítimo Hans Otto Kristensen quien explicó que las emisiones de los cruceros son inevitables, pero no por eso hay que dejar que todo siga igual. Porque la amenaza ya no es una suposición. Es algo que ya hoy está haciendo estragos: "Están enviando CO2 al aire, lo que contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero", alertó el ingeniero marítimo.
¿Cómo hacer frente a semejante realidad? Niels Buus Kristensen sugiere que haya una transición a combustibles verdes en todo el sector del transporte, incluido el tráfico de cruceros, algo que por ahora parece de ciencia ficción. Aún cuando los responsables de esa industria reconocen el nivel de contaminación que generan. Por ejemplo, Klaus Bondam, jefe de Cruise Denmark, admite la huella de carbono que deja el turismo. Aunque lo hace extensivo a otras actividades. "Casi todas las formas de turismo, como muchas otras cosas que hacemos en nuestra parte del mundo, dejan una huella de carbono. Los cruceros no son diferentes", dijo para defender su disciplina.
Los especialistas señalan que para poder cambiar las cosas adonde primero hay que apuntar es a los constructores y operadores navales, ya que ellos podrían diseñar nuevos equipamientos "más verdes" o más sustentables, para así reducir las emisiones de CO2 en el tráfico costero. Y para incentivarlos las autoridades políticas de los diferentes países donde se fabrican y se utilizan esos mega cruceros deberían impulsar iniciativas para obligarlos a prácticas más ecológicas. Mientras tanto, los ciudadanos de a pie deberían tomar conciencia que así como viajar no es sólo una cuestión de placer, trabajo, reencuentros o cambios de vida. No es algo inocuo para el medio ambiente. Y si no se toman medidas a tiempo, será embarcar al Mundo a un trágico viaje de ida. Sin retorno.
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