Mil millones de niños -la mitad del total mundial- viven en países vulnerables a los estragos que está provocando el calentamiento global. Según la UNICEF, las condiciones extremas ya provocaron el desplazamiento de al menos 43 millones de menores en los últimos seis años.
Por Gabriel Michi
"Los únicos privilegiados son los niños", rezaba un antiguo precepto que instaló en la Argentina el peronismo. Y eso era un vector que debía conducir y orientar las políticas públicas. En este país, como también en el Mundo. Sin embargo, ocurre lo contrario. Las infancias suelen constituir los sectores más vulnerables de las sociedades, en materia económica-social, de violencia y también de crisis medioambiental. Un informe de UNICEF señala que mil millones de niños —casi la mitad de la población infantil mundial—viven en países vulnerables al cambio climático. Es más, un tercio de la población infantil mundial se ve afectada tanto por la crisis climática como por la pobreza. Todo eso ha generado que al menos 43 millones de niños se hayan tenido que desplazar de sus lugares en los últimos seis años. Las condiciones meteorológicas extremas llevaron a que 20 000 niños por día, que se vean obligados a abandonar sus hogares y escuelas.
Pese a semejante cuadro, son escasos los recursos que se han asignado en el Mundo a atender la vulnerabilidad de las infancias frente al cambio climático. Según la coalición Iniciativa por los Derechos Medioambientales de la Infancia (CERI), menos del 3 % de los principales fondos mundiales para el clima se han destinado a apoyar a la niñez desde 2006. Pese a ser el sector de la población más afectado. Por eso la directora general de Save the Chlidren, Inger Ashing, expresó; "Es fundamental garantizar que la crisis climática se reconozca y se aborde como una crisis de los derechos de la infancia. Si no lo reconocemos, existe un enorme riesgo de que no nos dirijamos al grupo más afectado y que menos ha hecho para provocar la situación", agregó.
Un ejemplo que grafica lo dicho por Ashing es justamente lo ocurrido en Pakistán después de las devastadoras inundaciones de agosto de 2022 que dejaron un tercio del país bajo el agua. Allí hubo más de 1.700 muertos y 8 millones de desplazados. Pese a que ya pasó más de un año de aquella catástrofe -con más de 1 700 muertos y 8 millones de desplazados- todavía miles de niños viven en carpas. Otro caso similar es el de las inundaciones y aludes que provocaron las fuertes lluvias en Mogadiscio, Somalia, donde se repite ese cuadro. Y todo tiene que ver con el cambio climático. Como también el otro extremo: las impresionantes sequías que también está dejando este fenómeno provocado por la mano del Hombre.
Pese a ese cuadro, el informe de Save the Children, Plan International y UNICEF reveló que apenas el 2,4 % de los principales fondos mundiales para el clima podrían clasificarse como actividades de apoyo a la infancia. Son alrededor de 1.200 millones de dólares, que parecen muy escasos frente al drama que se enfrenta. Esos fondos deben seguir tres criterios: "abordar los riesgos distintos y mayores que experimentan por la crisis climática, reforzar la resiliencia de los servicios sociales críticos para la infancia y empoderar a los niños como agentes del cambio". Aunque el dinero destinado parece muy poco, es probable que sea incluso menor por la no ejecución de determinados proyectos.
A lo largo de la cumbre COP28, que tuvo lugar en los últimos días en Dubai, los jóvenes plantearon que quieren formar parte en los procesos de negociación y debate. Mashkur Isa, de YOUNGO —una red mundial de ONG juveniles, niños y jóvenes activistas de hasta 35 años— pidió a los asistentes menores de 35 años que levantaran la mano. La mayoría del auditorio la levantó. Sin embargo, la ausencia de representación juvenil en la cumbre sobre el clima de ña ONU es una fie muestra de esa falta de atención hacia esos sectores. En ese sentido Isa remarcó: "A pesar de nuestros continuos llamamientos en favor de medidas climáticas ambiciosas, nuestros niños y jóvenes están ausentes de los debates, los compromisos y la formulación de políticas sobre el clima. Las partes deben proteger nuestros intereses situando inmediatamente las voces de los niños y los jóvenes en el centro de todos los niveles de la toma de decisiones sobre el cambio climático”.
Sin fondos, sin la atención que merecen y sin una representación donde sus voces se puedan hacer escuchar, las nuevas generaciones se enfrentan a un desafío mucho mayor frente a las catástrófes provocadas por el cambio climático. Y, entre ellos, las infancias son las más vulnerables. En otra muestra más de que, lamentablemente, los únicos privilegiados no son los niños.
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