EE.UU.-China: Una guerra que puede cambiar al Mundo
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- hace 2 días
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Mientras que Trump le impone aranceles de importación del 145%, Xi Jinping le responde con 125%, en una escalada que podría llevar a una recesión global y una crisis gravísima.
Por Gabriel Michi

La guerra es total. Y la escalada no para. El combate cuerpo a cuerpo de los titanes del Mundo, EE.UU. y China, en materia de aranceles de importación adquirió una dinámica que pone en riesgo a la economía de todo el planeta. Con todo lo que eso implica. La última jugada la hizo Pekín imponiendo tasas del 125% a los productos que se importen de EE.UU., respondiendo al 145% dispuesto previamente por Washington. Esta batalla final entre Donald Trump y Xi Jinping ponen en riesgo a las cadenas de suministro globales. Y amenazan con una recesión mundial ya que tiene como protagonistas a las dos más importantes potencias del planeta. Esta es la mayor guerra comercial que se ha expuesto en la historia reciente y sus consecuencias futuras son impredecibles.
Mientras los gigantes se pelean, el resto de los países miran azorados y con preocupación por lo que pueda llegar a pasar y cómo ésto los pueda afectar a cada uno de ellos. Si bien hubo un cierto alivio después de que Trump anunciara una suspensión de 90 días del "arancelazo" anunciado el "Día de la Liberación" -como el magnate bautizó a ese polémico 2 de abril pasado- al resto de los países, el escenario económico global se muestra muy sombrío si esta guerra se mantiene o se agudiza.
También los mercados son una muestra clara de la incertidumbre y las preocupaciones que se avizoran frente a los vaivenes de estos desafíos. El viernes 11, tras la ratificación china de los aranceles del 125%, los mercados estadounidenses abrieron a la baja. El Promedio Industrial Dow Jones cayó 100,2 puntos al inicio de la sesión, mientras que el S&P 500 se desplomó 12,5 puntos al cierre. Según Adam Hetts, director global de multiactivos en Janus Henderson, "el riesgo de recesión es mucho, mucho mayor ahora que hace un par de semanas".
Pese a la dura respuesta de la administración de Xi Jinping a la aun más dura imposición del "trumpismo", el gobierno estadounidense se mantuvo firme en esa declaración de guerra. Y se plantó en las conversaciones que viene manteniendo con otras naciones para alcanzar nuevos acuerdos comerciales, después de la provocación burda del propio Trump en la que señaló que muchos líderes de esos países corrieron a "besarle el culo" para evitar esos aranceles. Ahora el presidente de EE.UU. se jactó en las redes sociales: "Estamos avanzando muy bien con nuestra política arancelaria. ¡Muy emocionante para Estados Unidos y el mundo! Avanza rápidamente",.

Semejante caos global fue creciendo a medida que la escalada de los aranceles cruzados y amenazas mutuas entre las dos máximas potencias del planeta pisaban el acelerador. La cronología es elocuente: primero fue EE.UU. que el 1 de febrero impuso aranceles suplementarios del 10% a los productos importados de China, a lo que luego -el 3 de marzo- llevó al 20%. El 2 abril Trump anuncia otro 34% más, cifra que dos días después -el 4 de abril- fue replicada por Xi Jinping. Días después EE.UU, las sube al 105% y China al 84%. Para situarse finalmente -el viernes 11 de abril- en un 145% del lado estadounidense y del 125% del lado oriental.
El panorama es muy riesgoso. Los analistas coinciden en que los aumentos arancelarios recíprocos de EE.UU. y China podrían dinamitar el comercio de bienes entre las dos economías más grandes del mundo y que eso podría generar un efecto dominó a escalka planetaria si ambas potencias entran en una grave recesión por esas medidas. Vale recordar que en 2024 el intercambio entre ambos superó los 650.000 millones de dólares, con un amplio saldo favorable para los chinos, algo a lo que apunta la furia de Trump.
Pero las consecuencias no parecen limitarse en este momento a lo que ocurre entre los dos países en litigio. Las acciones de las principales empresas cayeron en todo el Mundo, el dólar se depreció y la liquidación de bonos del gobierno estadounidense se aceleró el viernes 11. Este último síntoma muestra una vez más los temores que existen por fragilidad en el mayor mercado de bonos del planeta. El único que ganó es el oro, un refugio seguro en épocas de crisis, cuyo valor alcanzó un máximo histórico.
China considera que los nuevos aranceles de Trump son "una intimidación y una coerción completamente unilaterales". Y advirtió que este 125% era la última vez en que se equipararía la escalada estadounidense, insinuando incluso la posibilidad de cortar por completo el intercambio comercial mutuo, algo que sería un terremoto apocalíptico para la economía mundial. Y dejando la puerta abierta para que Pekín recurra a otros tipos de represalias, sin especificar cuáles. Liu Pengyu, portavoz de la Embajada de China en Estados Unidos, publicó en las redes sociales: "Si Estados Unidos realmente desea dialogar, debería cesar su comportamiento caprichoso y destructivo. Por el bienestar de los chinos y del Mundo, por la equidad y la justicia del orden global, China nunca cederá ante la máxima presión de Estados Unidos".
Y esta parece ser la postura oficial tomada por el gobierno chino frente a las presiones estadounidenses: no ceder ni un centímetro. De hecho, puso a los funcionarios del gobierno civil en Pekín en "pie de guerra" y ordenó una ofensiva diplomática destinada a alentar a otros países a rechazar los aranceles del presidente estadounidense Donald Trump, según cuatro personas familiarizadas con el asunto. Y, como muestra de todo eso, difundieron un video desafiante en las redes sociales en los que aparecía el exlíder Mao Zedong diciendo "nunca cederemos". Dentro de este clima bélico por primera vez ordenó a los funcionarios de los ministerios de Asuntos Exteriores y Comercio que cancelen sus planes de vacaciones y mantengan sus teléfonos móviles encendidos las 24 horas, mientras que los principales funcionarios del gobierno mantienen conversaciones para evaluar una estrategia común con adversarios como la Unión Europea, Japón y Corea del Sur, algo impensado y que parecía de ciencia ficción hasta el momento. Mientras tanto, el gobierno de Xi Jinping asegura que pese a los esfuerzos realizados incluso desde antes de que Trump sea electo no consiguieron canales propicios para una negociación más directa con la administración republicana.
El panorama de beligerancia se agrava si se tiene en cuenta que del otro lado las autoridades estadounidenses tampoco muestran ninguna señal de querer negociar y ceder. Por ejemplo, el representante comercial de Estados Unidos, Jamieson Greer, dijo que no le sorprendieron las últimas contramedidas de China, pero que eran "ciertamente desafortunadas" y se jactó de las conversaciones que viene manteniendo con otros países para intentar demostrar que lo de los de los chinos no le quita el sueño y echando por tierra incluso las expectativas que habían generado las declaraciones de Trump del jueves 10 de abril cuando el presidente dijo a los periodistas en la Casa Blanca que pensaba que su país podría llegar a un acuerdo con China y agregó que respetaba al presidente chino Xi Jinping.
Esas palabras de Trump no parecen condecir con su postura concreta ni tampoco convencen al presidente chino quien, en sus primeras declaraciones públicas sobre los aranceles, le dijo a su par español, Pedro Sánchez -en una reunión en Beijing- que China y la Unión Europea deberían "oponerse conjuntamente a los actos unilaterales de intimidación", en un claro ataque a las políticas arancelarias del mandatario estadounidense. La situación está también incomodando a Europa que mantiene fluidas relaciones comerciales con ambas potencias. La disputa de las dos naciones más poderosas del planeta parece no tener fin. Como tampoco la escalada de diatribas, amenazas y aranceles. En una guerra comercial que amenaza al Mundo entero.

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