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EE.UU.: La mano dura de Trump

Foto del escritor: MundoNewsMundoNews

El presidente volvió a la Casa Blanca con un discurso provocador y anunciando medidas extremas. Uno de los sectores más afectados son los inmigrantes que ya sintieron ese rigor.


Por Gabriel Michi


Donald Trump juró como el presidente 47 de los EE.UU. y enseguida puso en marcha muchas medidas polémicas.

Todo el poder para un hombre. Un hombre que conoce el poder como pocos. Lo transito primero como empresario multimillonario. Y luego como presidente de la mayor potencia del planeta. Algo que ahora vuelve a repetir. Pero con más poder. Donald Trump (78) juramentó como el mandatario 47 de los Estados Unidos. Y lo hizo bien a su estilo. Con gestos y palabras altisonantes, desafíos de todo tipo y una agenda provocativa ante los ojos de todos. Aun cuando en su promesa aseguró que en su cargo iba a "preservar, proteger y defender" la Constitución estadounidense, varias de las propuestas que minutos después anunciaría chocan con la Carta Magna o, al menos, implicarían una modificación o enmienda de la misma. Al punto de hacer notar que su "mano dura" se iba a sentir en los más variados aspectos de la política nacional e internacional. Quizás una de las medidas que más ruido provocó fue la orden ejecutiva que firmó Trump por la que se pone fin a la ciudadanía estadounidense por derecho de nacimiento para los hijos de extranjeros que nazcan en ese país, algo que anticipó que seguramente afrontará muchos "desafíos judiciales".


Con decenas de decretos firmados en las primeras horas de su flamante gestión, el presidente declaró la "Emergencia Nacional" en la frontera con México y nombró a los cárteles como “organizaciones terroristas extranjeras”; anunció deportaciones masivas y movilizaciones de contingentes militares para “repeler la invasión” de migrantes; enterró el "Green New Deal", el pacto para promover las energías limpias y abandonó el "Acuerdo de París"; embsitió contra las políticas inclusivas y aclaró que para el Estado "habrá solo dos géneros, hombres y mujeres” e indultó a 1.500 condenados por el brutal ataque al Capitolio. Todo eso en cuestión de horas, con una lógica de "mano dura" que no quiere ni siquiera disimular. Al contrario.


La jura se la tomó el presidente de la Corte Suprema de Justicia, John Roberts, instantes después de que también hiciera lo propio su vicepresidente, JD Vance. A poca distancia presenciaba la escena el saliente presidente Joe Biden y su vice -y competidora de Trump en las elecciones- Kamala Harris. También estaban allí otros ex mandatarios como los demócratas Barack Obama y Bill Clinton, además del republicano George W. Bush. La ex secretaria de Estado Hillary Clinton, que perdió ante Trump en 2016, se sentó con su esposo Bill. La esposa de Obama, Michelle, decidió no asistir.


Lo disruptivo se dio no sólo en el discurso trumpista sino también en la forma en que se llevó adelante la ceremonia de asunción ya que se tuvo que trasladar al interior debido al frío extremo que azota gran parte del país. Trump se mostró exultante y en más de un tramo de su alocución le apuntó al gobierno del propio Biden que estaba pegada a él y que sólo se levantó para aplaudir a su sucesor cuando el republicano hizo una referencia al acuerdo de "cese al fuego" entre Israel y Hamás que permitió la liberación de tres rehenes, proceso en el que intervinieron tanto la administración entrante como la saliente.


Trump, que hace cuatro años no participó de la jura de Biden argumentando que le había robado la elección y tras el escándalo protagonizado por sus seguidores en la violenta toma del Capitolio del 6 de enero de 2021 donde murieron 5 personas -a los que indultó- desafió determinadas decisiones del gobierno saliente con hechos concretos ni bien asumió. Un ejemplo concreto: hizo sacar el retrato del ex jefe del Estado Mayor Conjunto, Mark Milley, del Pentágono, acusándolo de haber mantenido conversaciones secretas con China y diciendo que por eso habría que "ejecutarlo". En uno de sus últimos actos oficiales, Biden indultó a Milley y a varias personas más a las que Trump había amenazado con represalias. Ese polémico perdón del presidente saliente alcanzó incluso a cinco miembros de su familia, argumentando temores de que el presidente republicano los atacara.


Donald Trump buscó rápidamente asestar una serie de golpes de efecto que lo que mostraron no fue otra cosa que llegó dispuesto a ir por todo y a desplegar todo su poder. Un poder graficado no sólo en que ganó la Presidencia por amplia diferencia en el voto popular, como también en el Colegio Electoral, sino también porque va a tener mayoría en ambas Cámaras del Parlamento (tanto en el Senado como en la de Representantes) y que, encima, goza del aval de la mayor parte de la Corte Suprema de Justicia.


Desde ese primer momento como presidente, Trump también tomó una serie de resoluciones para frenar la inmigración, expandir el territorio de EE.UU., recortar las regulaciones ambientales y retirarse de un tratado internacional sobre el clima. Parte de su provocativo show lo realizó en el Capitolio -el mismo que hace cuatro años y 14 días tomaron violentamente sus fans más radicalizados- sino que también lo escenificó en un mitin en un espacio cerrado, el Capital One Arena, y en la Casa Blanca. En el caso del encuentro con sus seguidores, Trump se sentó en un escritorio mientras firmaba una serie de órdenes ejecutivas en expedientes de cuero, con esos planes expansivos geográficamente para su país y restrictivos en políticas migratorias y ambientales. En este último plano, le dará más impulso a la producción de combustibles fósiles y revertir las regulaciones que protegen al medioambiente. Gran parte de sus medidas lo que hacen es venir a revertir gran parte de la agenda impulsada por su antecesor Joe Biden.


En su presentación en sociedad como flamante presidente que volvía a conducir los destinos de la principal potencia del Mundo, Trump se presentó como una suerte de salvador elegido por Dios para rescatar a una nación tambaleante. Y lo hizo después de haber atravesado un sinnúmero de causas judiciales -algunas de ellas, con condena y todo- y habiendo sobrevivido a dos intentos de asesinato durante su campaña electoral. Por eso esas referencias místicas o divinas no parecieron más que otras piezas para vestir al disruptivo líder: "Dios me salvó para hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande", dijo sin tapujos. El caso de Trump no sólo es único por ser el primer presidente en la Historia estadounidense en asumir con condenas penales en su haber, sino que es el primero en más de un siglo que gana un segundo mandato tras perder la Casa Blanca. Además, es el mandatario de mayor edad que jamás haya prestado juramento y hoy promete iniciar una "Edad de Oro" de los EE.UU.


La "mano dura" de Trump se vio reflejada de manera inmediata y en forma fáctica en la frontera de su país con México. A tal punto que, poco después de la investidura, las autoridades fronterizas estadounidenses cerraron un programa que permitía a cientos de miles de inmigrantes entrar legalmente en Estados Unidos concertando una cita a través de un teléfono inteligente. Lejos de proyectarse como un fantasma hacia el futuro, la medida se aplicó de manera inmediata a tal punto que as citas existentes y pautadas previamente fueron canceladas, generando desconcierto, llantos y desesperación en decenas de personas que esperaban ansiosas la posibilidad de cruzar legalmente la línea que divide EE.UU. de México. En su discurso inaugural, Trump aseguró que declararía una "Emergencia nacional" en la frontera sur, adonde enviaría tropas y reanudaría una política que obliga a los migrantes solicitantes de asilo a esperar en México sus audiencias en los tribunales estadounidenses, todo como preludio de lo que describió como una operación sin precedentes para deportar a millones de inmigrantes. Semejantes propuestas fueron aplaudidas por sus colegas republicanos, mientras los demócratas permanecían inmóviles. Más aún cuando el magnate atacaba a su antecesor: "Tenemos un gobierno que ha otorgado fondos ilimitados a la defensa de fronteras extranjeras, pero se niega a defender las fronteras estadounidenses o, lo que es más importante, a su propia gente", dijo Trump. Y sus rivales miraron para otro lado.


Pero la cosa no quedó allí: en el Departamento de Estado, se le exigió a más de una docena de diplomáticos de alto rango no partidistas que renunciaran a sus cargos como parte de un plan más amplio para reemplazar a los funcionarios públicos no partidistas por leales al republicano. El republicano también prometió que emitiría órdenes para eliminar los programas federales de diversidad y exigir que el gobierno reconozca únicamente los géneros asignados al nacer. Además insitió en su idea de cambiar el nombre del "Golfo de México" por "Golfo de América" y repitió su intención de recuperar el control del Canal de Panamá.


Otro ejemplo sobre cómo Trump se puso "manos a la obra" para dejar atrás determinadas políticas de Biden fue la firna de órdenes ejecutivas que derogaron medidas que regulaban la Inteligencia Artificial y los vehículos eléctricos, entre otras normativas. Y también impuso una congelación de las contrataciones federales y ordenó a los empleados del Gobierno que regresaran a la oficina, en lugar de trabajar desde casa, modalidad que se hizo bastante extensiva desde la Pandemia de COVID 19 pero que en algunos casos se mantuvo ya sea en una forma parcial o combinada (híbrida),


Sin embargo, no tuvo la misma rapidez en cuestiones económicas en las que basó gran parte de su campaña como la inflación o los nuevos aranceles a Canadá, China y México. Cuando Trump hizo ese anuncio en la carrera proselitista, se desató una caída generalizada del dólar estadounidense y un repunte en los mercados bursátiles mundiales en un día en que los mercados financieros estadounidenses estaban cerrados.


Pero no sólo el flamante -y reeditado- presidente blandió sus banderas hacia el interior de su país, sino que lo hizo apuntando a lo que ocurre en el Mundo. Si bien Trump intentó presentarse como un "pacificador" y "unificador" durante su discurso de media hora, su tono por momentos se mostró muy divisorio.


La presentación de Trump fue escuchada en forma directa no spolo por mandatarios de otros países -como el argentino Javier Milei, presente en la ceremonia- sino por numerosos y poderosos ejecutivos tecnológicos que vienen buscando ganarse el favor de la administración entrante, incluidos los tres hombres más ricos del mundo, el CEO de Tesla y SpaceX, Elon Musk, el fundador de Amazon, Jeff Bezos, y el CEO de Meta, Mark Zuckerberg. Estos mega empresarios consiguieron asientos importantes en el escenario, incluso junto a los nominados al gabinete y miembros de la familia del presidente. En ese marco y con un guiño al propio Musk, Trump anunció qu enviaría astronautas a Marte para plantar allí la bandera de EE.UU. antes de que o haga otro país. Eso provocó que Musk, que ha hablado durante mucho tiempo sobre colonizar el planeta, levantara los puños para festejar la iniciativa del republicano.


Así, un Donald Trump recargado, volvió a escena con promesas audaces, provocativas y polémicas en materia migratoria, ambiental y hasta interplanetaria. Intentando deshacer gran parte del legado de sus antecesores. Y mostrando que quiere tener todo el poder. Un poder en base a los votos y una lengua karateca. Un poder sin media tintas. Un poder con "mano dura".



Trump firmó una sere de órdenes ejecutivas ante los ojos de sus fanáticos.
Trump firmó una sere de órdenes ejecutivas ante los ojos de sus fanáticos en el Capital One Arena.



1 Comment


Beatriz Cotello
Beatriz Cotello
hace 2 horas

Ese personaje que sostiene la biblia es un cuáquero?

Además de los perjudicados inmediatos, vaya a saber los engendros que nos esperan. Dios nos coja confesados!

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