El republicano se impuso por amplio margen para la Presidencia, superando a Kamala Harris por más de 5 millones de votos y arrasando en el Colegio Electoral. Además tendrá mayoría en el Senado y la Cámara de Representantes. Y, encima, cuenta con la Corte. Las claves.
Por Gabriel Michi
Donald Trump hizo historia. Volverá a la Casa Blanca, tras un polémico interregno de 4 años en el que no paró de denunciar que le habían robado la elección de 2020, tras su paso por la primera Presidencia en los Estados Unidos. Logró un triunfo contundente que lo devolverá -a partir del 20 de enero de 2025- al sillón más poderoso del Mundo. Y lo hizo sacándole más de 5 millones de votos de diferencia a su contrincante, la demócrata y vicepresidenta Kamala Harris: fue un 50,9% contra el 47,6%. La proyección: 74,5 millones de votos para el republicano, 69,5 millones de para la demócrata. Ninguna encuesta previa insinuaba siquiera esa posibilidad en la configuración del voto popular.
Es la primera vez que Trump gana en el número total de los votantes porque, en 2016, cuando se quedó con el triunfo sobre Hillary Clinton, ella le sacó casi 3 millones de apoyos de diferencia, pero el magnate obtuvo 232 delegados y el republicano cosechó 306 para el Colegio Electoral; en tanto, en 2020, Joe Biden se impuso por más de 7 millones de votos y obtuvo 306 delegados contra 232 de Trump. O sea, exactamente lo contrario en el Colegio Electoral a lo vivido cuatro años antes. Hoy, en cambio, el empresario arrasó en el voto popular y también en este cuerpo -que es el que define todo-. Hasta ahora el republicano se está llevando 295 delegados -25 más de los 270 necesarios para ganar la elección- contra 226 de Kamala Harris, cuando aún restan terminar con el recuento de los votos en Estados como Arizona y Nevada, pero hasta ahora aparecen con una diferencia a favor de Trump. Eso podría llevar a que incluso saque más delegados que en sus elecciones previas, llegando a los 312. Estas son algunas de las claves que dejaron estas históricas elecciones:
Trump (junto a su compañero de fórmula, el senador por Ohio, J.D.Vance) se perfila para ganar en 30 Estados, mientras que Kamala (con su vice, el gobernador de Minnesota, Tim Walz) lo hará en 20, dejando de lado la posibilidad de que por primera vez una mujer llegue a la Presidencia de los Estados Unidos.
El republicano ya tiene garantizado 5 de los 7 "Estados Péndulos", Carolina del Norte, Georgia, Wisconsin, Michigan y la estratégica Pensilvania. Se impondría también en los otros dos: Arizona y Nevada. En 2020, Joe Biden se había impuesto en 6 de los 7 "swings states", sólo quedando Carolina del Norte para Trump.
Hasta el momento sorprendió que los demócratas hayan perdido Wisconsin -el lugar en el que Trump superó el número mágico de 270 delegados- y Michigan, otro de los Estados en el que en los sondeos figuraban arriba. También fue un duro golpe para el oficialismo el no triunfar en Pensilvania.
Fue tan contundente la victoria de Trump que se pudo conocer una tendencia bastante definitiva en tiempo récord, a pocas horas de cerradas las urnas, y no se debió esperar días como se preveía si el resultado era más ajustado.
Si bien hubo 82 millones de votos anticipados previos al 5 de noviembre, votó mucha menos gente que en 2020: en aquel entonces la participación fue del 66% del padrón habilitado, unas 158 millones de personas. En esta ocasión, votó alrededor del 58% del padrón, unos 142 millones de personas.
La baja en la participación impactó mucho más en los demócratas que en los republicanos: Kamala Harris sacó 12 millones de votos menos que su antecesor Joe Biden en 2020 (81 millones había obtenido), mientras que Donald Trump cosechó prácticamente lo mismo que hace cuatro años.
Nuevamente el voto rural pareció favorecer a los republicanos y el voto más urbano a los demócratas. Aunque Trump ganó mayores avances en grandes ciudades y sus alrededores, áreas que han sido fundamentales para pasadas victorias demócratas.
Mientras que Harris triunfó en el 60% de los votos suburbanos, unos 5 puntos porcentuales menos que el desempeño de Biden en 2020 y la proporción más baja para un demócrata en esos condados desde al menos 2012.
Kamala Harris no pudo atraer esa marea descomunal de mujeres que pretendía y a las que iban dirigidas sus consignas en materia de salud reproductiva y aborto. Esa menor asistencia femenina a la votación parece haber sido determinante para su performance. Sin embargo, la brecha de género sí existió: Harris ganó el 53% del voto de las mujeres, mientras que Trump se quedó el 55% del voto de los hombres. Pero el republicano tuvo un desempeño ligeramente mejor con ambos grupos en comparación con 2020.
El apoyo a Trump creció 14 puntos entre los votantes hispanos, con respecto a hace 4 años: pasó del 32% al 46%, algo que impactó de lleno en los demócratas que siempre conseguían una mayor diferencia entre esa población. Fue el respaldo más fuerte de latinos a un candidato presidencial republicano desde la década de 1970. Aquí también se generó una enorme brecha de género: el 55% de los hombres hispanos apoyó a Trump (19 puntos más que el 36% de 2020), mientras que obtuvo el apoyo del 38% de las mujeres hispanas. Pese a esa enorme diferencia, también las mujeres hispanas apoyaron al republicano mucho más que hace 4 años. 8 puntos por encima del 2020.
El discurso antiinmigración irregular -que muchas veces rozó el racismo- de Trump parece haber prendido en algunos sectores de los hispanos que ya están regularizados en los EE.UU. De hecho, el magnate ha prometido deportaciones masivas de personas que viven en su país pero que ingrersaron ilegalmente. Y, paradójicamente, muchos votantes hispanos apoyaron esas posiciones, según la encuesta de salida de las urnas realizada por Edison Research. Allí, alrededor de una cuarta parte de los encuestados hispanos dijo que la mayoría de los inmigrantes en el país sin documentación deberían ser deportados a los países de donde vinieron, en comparación con el 40% de los votantes en general en la encuesta.
También creció el respaldo de los votantes jóvenes de 18 a 29 años: obtuvo el 43% de ese electorado, 7 puntos más que en 2020.
El republicano se impuso nuevamente entre los estadounidenses sin títulos universitarios. Sus promesas de proteger a los trabajadores de la competencia económica global y recortar impuestos parecen rendir sus frutos entre los votantes de clase trabajadora, algo que incluso empujó que estadounidenses no blancos también a votarlo. Alrededor del 56% de los votantes sin título universitario eligieron a Trump, (6% más que en 2020). Mientras que Kamala Harris obtuvo el 55% del apoyo de los votantes con título universitario (como ocurrió con Biden en 2020). Una vez más, los suburbios ricos impulsaron a los demócratas. Eso es algo que se viene repitiendo, la segmentación educativa viene acompañada de la económica y a mayor educación, mayor riqueza, en un electorado que suele inclinarse a los demócratas. Como contrapartida, los sectores con menor educación y menores recursos económicos se vuelcan a Trump y los republicanos. El magnate suele arrasar entre los votantes blancos de clase trabajadora: este año obtuvo el 66% de ese sector. Aunque también aumentó 8 puntos el apoyo entre las personas sin título universitario y que no son blancas, lo que habla de cómo su discurso caló hondo entre los más desclasados.
Según encuestas a boca de urna y la opinión de los analistas, la clave de la contundente victoria de Trump estuvo dada en razones económicas como por ejemplo la inflación (que hoy está en el 3,5% anual) peor sobre todo por el aumento del costo de vida que ha dejado la post-pandemia, que ha encarecido la vida de los estadounidenses, limitando la capacidad de ahorrar y volviendo muy difícil para amplios sectores de la sociedad llegar a fin de mes. Ese lastre que se le adjudica al gobierno de Joe Biden, fue lo que más afectó las pretensiones presidenciales de su vice, Kamala Harris. En los sondeos realizados fuera de los puestos de votación, cerca de dos de cada tres tercios de los votantes señalaron que la economía estadounidense se encuentra en mal estado, en comparación con aproximadamente la mitad de los votantes de 2020. Alrededor del 46% dijo que la situación financiera de su familia era peor que hace cuatro años, en comparación con el 20% que dijo lo mismo en 2020.
Por otro lado, el arranque tardío de la campaña de Harris -por la negativa de Biden de bajarse- la pudo haber perjudicado, ya que tuvo menos tiempo de instalación y conocimiento por gran parte de la opinión pública. De hecho, la misma Harris mantuvo un muy bajo perfil durante su Vicepresidencia. En cambio, Trump no sólo arrastraba todo el conocimiento público como figura de los negocios inmobiliarios y los medios de comunicación, sino que ya había pasado por la Presidencia y -pese a los escándalos- se había ido con una imagen relativamente alta. Además, en los 4 años que estuvo fuera de la Casa Blanca nunca perdió protagonismo, para bien o para mal. Y contó con varios meses más de campaña que Harris para esta elección.
El triunfo de Trump no se dio sólo en el plano Ejecutivo sino también en el Poder Legislativo: En el Senado hasta el momento se quedará con una mayoría que superará las 52 bancas (conquistó tres) frente a 44 de los demócratas. Faltan definir 4 bancas, pero aun así el flamante presidente electo ya tiene garantizado ese cuerpo. En cuanto a la Cámara de Representantes, hasta el momento los republicanos ya se quedaron con 208 escaños (sólo le faltan 10 para llegar a la mayoría de 218), mientras que los demócratas están en 191. Restan definir 36 diputados, pero la tendencia también favorece al presidente electo. En tanto, las gobernaciones quedaron igual: 27 republicanas y 23 demócratas.
Al control del Poder Ejecutivo y el Legislativo se suma que durante su anterior Presidencia, Trump pudo designar a tres jueces conservadores en la Corte Suprema, logrando una mayoría de 6 a 3, que le facilitaron algunas decisiones durante su gestión pero que también le dieron alguna alegría cuando ya no estaba en el poder. Algo que podría agravarse si se tiene en cuenta las mayorías legislativas con las que va a contar y que le pueden facilitar el camino para nuevas designaciones futuras.
Donald Trump asumirá el próximo 20 de enero de 2025 siendo el primer presidente de la Historia de EE.UU. con una condena penal en su contra: un jurado popular lo encontró culpable del pago de un soborno a la actriz porno Stormy Daniels para que ella no revelara un affaire que habían tenido y el dinero que se usó para comprar su silencio fue parte de una fraudulenta maniobra contable. Aún el juez que debe dictaminar el monto final de la condena, algo que se demoró por la carrera electoral. Pero el magnate también tuvo otra condena civil por ser encontrado culpable del delito de abuso sexual contra la columnista E. Jean Carroll, por haberla violado en una tienda de Manhattan en 1996. Además, el jurado también determinó que Trump difamó a Carroll en una publicación de octubre de 2022 en su red social Truth Social, en la que calificó las acusaciones como una "estafa". El veredicto determinó que Trump debía pagar a Carroll una compensación de 5 millones de dólares por "abuso" y "difamación".
Pareciera que tampoco hizo mella en su candidatura el abanico de otros procesos judiciales que tiene abiertos, como los derivados de la violenta toma del Capitolio por parte de fanáticos suyos el 6 de enero de 2021 y que se saldó con 5 muertos; o los documentos secretos que fueron encontrados en su residencia de Mar a Lago; o las denuncias por presiones contra funcionarios de Georgia para que le den el triunfo en 2020; o incluso otras que tienen que ver con sus negocios privados donde se lo acusa de agrandar o achicar artificialmente su fortuna por razones impositivas o crediticias según su conveniencia. Ahora todas esas causas, con condenas o sin ellas, es muy probable que queden suspendidas en el tiempo. Y hay quienes señalan que el propio Trump hasta se podría auto-amnistiar.
Trump, a sus 78 años, rompe los moldes también de la historia: Es el presidente que fue electo con más edad, superando al propio Joe Biden. Y, además, sólo una vez ocurrió que un político de los Estados Unidos gane dos mandatos presidenciales con un interregno en el medio: para encontrar el otro antecedente hay que remontarse al siglo XIX. El único otro presidente que cumplió dos mandatos no consecutivos fue el demócrata Grover Cleveland, quien ejerció el cargo de 1885 a 1889 y de nuevo de 1893 a 1897.
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