Por primera vez en décadas, los 65.000 actores de Hollywood se suman a un paro decretado por los 11.000 guionistas. Las medidas de fuerza jaquean a la industria del entretenimiento.
Por Gabriel Michi
Es una huelga de película. Aunque quizás no haya ninguna que la vaya a contar: una huelga en una industria que no suele parar, ni aún en los momentos más difíciles. Pero por primera vez en décadas, los actores de Hollywood se sumarán a las medidas de fuerza ya dictaminadas por los guionistas y que han paralizado parte de la actividad por algunos días. Los líderes de un sindicato de actores decidieron unirse a los guionistas la primera huelga conjunta en más de seis décadas, cerrando la producción en el sector del entretenimiento del séptimo arte. Eso ocurrió luego de que fracasaron las negociaciones para un nuevo contrato con estudios y servicios de transmisión. Y lo novedoso es que esta decisión
Es la primera vez que dos grandes sindicatos de Hollywood están en huelga al mismo tiempo desde 1960, cuando Ronald Reagan era presidente del gremio de actores, mucho antes de llegar a la Presidencia de EE.UU. (1981-1989). El anuncio se conoció en medio de un apasionado discurso que dio Fran Drescher, la actriz mundialmente famosa por su papel protagónico en "La niñera" y quien hoy preside el sindicato de actores. Drescher le recriminó muy duramente a los ejecutivos de la industria del cine por la falta de respuesta a sus reclamos y por su desinterés en resolver en conflicto: "Los empleadores hacen de Wall Street y la codicia su prioridad y se olvidan de los contribuyentes esenciales que hacen funcionar la máquina. Es asqueroso. Me avergüenzo de ellos. Están en el lado equivocado de la historia”.
Horas antes, había expirado un contrato de tres años y se interrumpieron las conversaciones entre el Screen Actors Guild-American Federation of Television and Radio Artists y la Alliance of Motion Picture and Television Producers que representan a empleadores como Disney, Netflix, Amazon y otros.
Al caerse las negociaciones, el escenario que se vio en las calles de Hollywood fue totalmente inusual. Actores y guionistas realizaron piquetes y se manifestaron con sus carteles en las puertas de compañías como Netflix. Se escuchaban gritos como "¡Paguen a sus actores!". También hubo protestas en las oficinas y estudios de Nueva York y Los Ángeles. Algunas de las manifestaciones de enojo se multiplicaron por las redes sociales. Por ejemplo, Jamie Lee Curtis, ganadora del Oscar 2023 como "mejor actriz de reparto" en la película "Todo en todas partes al mismo tiempo", publicó en su Instagram que era "hora de quitar las MÁSCARAS".
La huelga, la primera para actores de cine y televisión desde 1980, amenaza la próxima 75.ª entrega de los premios Emmy (que se llevara a cabo el próximo 18 de septiembre), cuyas nominaciones se anunciaron un día antes. Como parte de las medidas de fuerza, el sindicato impide que los actores hagan entrevistas o promociones en torno a los premios, y no pueden presentarse en la ceremonia. Lo que significa que la premiación corre un serio peligro si el conflicto no se soluciona.
Además los actores en huelga tampoco pueden hacer apariciones personales o promover su trabajo en podcasts o estrenos. Y tienen prohibido realizar cualquier trabajo de producción, incluidas audiciones, lecturas, ensayos o doblajes junto con el rodaje real. Si bien los rodajes internacionales técnicamente pueden continuar, es probable que la huelga entre los escritores e intérpretes con sede en EE.UU. también los complique.
Antes de que comenzaran las conversaciones el 7 de junio, los 65.000 actores y actrices votaron abrumadoramente a favor de que los líderes sindicales anunciaran una huelga. Así lo había hecho antes el Sindicato de Escritores de Estados Unidos cuando expiró su contrato hace más de dos meses. A fines de junio venció el plazo original interpuesto por los actores y fue ahí cuando más de 1,000 miembros del sindicato (con nombres muy influyentes como el de Meryl Streep, Jennifer Lawrence y Bob Odenkirk), sumaron sus nombres a una carta que indicaba a los líderes su disposición a la huelga.
En esta huelga hay nombres muy famosos y otros -mucho más numerosos- que no son muy conocidos y que en general reciben pagas muy bajas. Estos son decenas de miles, que pelean por papeles pequeños, pese a esos salarios casi miserables, muy lejos del oneroso glamour de las grandes estrellas.
Entre las demandas de los sindicatos de actores están esos flujos de ingresos modestos pero esenciales que incluyen, por ejemplo, los residuos a largo plazo de los programas en los que aparecen. Eso prácticamente ha desaparecido o se han extinguido en virtud de la inflación y también las nuevas plataformas de transmisión por streaming. Además florecieron las producciones individuales de artistas que creen audiciones en video por su cuenta. Y a todo eso se agregó la amenaza por la falta de regulación en la Inteligencia Artificial.
La propia Drescher graficó el complejo escenario de esta manera: “En un momento en que la transmisión, la inteligencia artificial y lo digital eran tan frecuentes, ha destripado a la industria que alguna vez conocimos. Cuando hice 'La niñera' todo el mundo era parte del tren de la salsa. Ahora es un vacío”.
Frente a los reclamos, la parte empresarial salió a defenderse. De hecho, la AMPTP dijo que presentó un "acuerdo generoso" que incluía el mayor aumento en el salario mínimo en 35 años, además de topes más altos en las contribuciones de pensiones y salud, y “una propuesta innovadora de inteligencia artificial que protege las imágenes digitales de los actores”. Pero lo ofrecido no los satisfizo y ahora se llegó a una huelga impensada, que encima se combina con la de los libretistas.
La cámara empresarial señaló que: "Ciertamente, una huelga no es el resultado que esperábamos, ya que los estudios no pueden operar sin los artistas que dan vida a nuestros programas de televisión y películas. Lamentablemente, la Unión ha elegido un camino que conducirá a dificultades financieras para incontables miles de personas que dependen de la industria”. Pero los actores no dan el brazo a torcer y argumentan que las compañías tienen la espalda suficiente para ofrecer algo mucho mejor.
Vale decir que el poderoso sindicato SAG-AFTRA representa a más de 160.000 trabajadores del sector, entre los que hay actores de pantalla, periodistas, locutores, presentadores y especialistas. Por ahora, la huelga afecta sólo a los actores del sindicato de producciones de cine y televisión -esos 65.000 citados anteriormente-, quienes votaron abrumadoramente para autorizar a sus líderes a convocar al paro antes de que comenzaran las conversaciones el 7 de junio. Mientras tanto, los actores de Broadway dijeron en un comunicado que están “en solidaridad” con los trabajadores de SAG-AFTRA.
Por su parte, los 11.500 miembros del Sindicato de Escritores de Estados Unidos ya están en huelga desde que fracasaron las negociaciones y su contrato expiró el 2 de mayo. Pero esto no pareciera quitarle el sueño a los empresarios ya que parecen tener cero interés en solucionarlo. De hecho, el paro de los libretistas continúa sin ningún viso de solucionarse al corto o mediano plazo y ni siquiera hay negociaciones en este momento. El paro no ha mostrado signos de solución, ni siquiera se planean negociaciones. Todo eso pese a que este parate entre los guionistas ya generó que se dejen de emitir programas muy famosos como “Saturday Night Live” y otros de entrevistas nocturnas (que son guionados) y series famosas como “Stranger Things” en Netflix, “Hacks” en Max y “Family Guy” en Fox.
A ese escenario caótico ahora se suma este nuevo elemento: el de un paro conjunto entre actores y guionistas de Hollywood que amenaza con traducirse en una tragedia para la industria. Una industria que factura miles de millones de dólares pero que, según cuentan los propios trabajadores del rubro, no se reparten equitativamente. Y sus salarios no ven esas ganancias que las grandes compañías detentan año a año. En ese contexto surge esta huelga. Una huelga de película.
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