EE.UU.: una torpe filtración que desencadenó una hecatombe
- MundoNews
- 25 mar
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Los máximos referentes de defensa del gobierno de Trump incluyeron a un periodista en un chat donde detallaban los planes sobre ataques a los hutíes en Yemén. Escándalo total.
Por Gabriel Michi

"Los mandás a espiar, y tocan timbre", señala un dicho popular que sintetiza la poca idoneidad de ciertas personas para las misiones delicadas que se le puedan asignar. Y, más allá de lo metafórico que pueda sonar en ciertos ejemplos, en este caso tuvo un singular grado de literalidad. Una insólita filtración de los máximos referentes en materia de seguridad y defensa del gobierno de los Estados Unidos está generando un escándalo que crece minuto a minuto. Y es que esas personas de máxima confianza del presidente Donald Trump incluyeron accidentalmente en un chat -supuestamente- ultra secreto a un periodista. El tema en cuestión era sumamente delicado: los planes de guerra contra los hutíes -respaldados por Irán- en Yemen. Y, el periodista involucrado fue el que denunció el fatídico error. Según un informe de The Atlantic , el editor en jefe de ese diario, Jeffrey Goldberg, fue invitado accidentalmente a un grupo de chat de Signal con más de una docena de altos funcionarios de la administración Trump, incluido el vicepresidente JD Vance, el secretario de Estado, Marco Rubio, el asesor de Seguridad Nacional, Mike Waltz, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, y muchos otros. Pese a que el propio presidente salió a defender a sus funcionarios, la hecatombe no para de crecer.
Más allá de lo escandaloso de la filtración en sí -que encima fue realizado a través de una plataforma no lo suficientemente segura para semejantes secretos- lo que también está generando un profundo debate que incluso podría llevar a una verdadera crisis diplomática internacional, es el contenido de alguno de esos mensajes que intercambiaron los funcionarios estadounidenses. Por ejemplo, en un tramo de esas conversaciones el propio vicepresidente JD Vance reniega de que EE.UU. se tenga que hacer cargo de los ataques a los hutíes en lugar de que lo haga Europa. Allí Vance afirmó que sólo el 3% del comercio estadounidense pasa por el Canal de Suez, en comparación con el 40% del comercio europeo. "Simplemente detesto tener que rescatar a Europa otra vez", declaró Vance. Vale recordar que sobre el Mar Rojo que desemboca en ese canal es donde se producen los ataques de los hutíes contra embarcaciones que allí transitan.
En esos intercambios el secretario de Defensa, Pete Hegseth sostuvo que Estados Unidos es “el único país en el planeta” capaz de llevar a cabo ataques de esta magnitud contra los hutíes, otra evidencia de los máximos referentes republicanos con sus aliados y la percepción de que la responsabilidad de la defensa global recae de manera desproporcionada sobre Washington frente a la supuesta falta de compromiso del resto. Otro aspecto llamativo de esas comunicaciones fue el uso de emoticones por parte de funcionarios de tan alto nivel y que encima discutían temas tan delicados. Por ejemplo, cuando se informó sobre un bombardeo de EE.UU. a los hutíes, desde una cuenta identificada como la del consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Mike Waltz, se respondió con una serie de emojis en la que se sucedían un puño, una bandera nacional y una llama.
Trump salió en respaldo de su asesor para Seguridad Nacional, Michael Waltz. “Ha aprendido la lección, es un buen hombre”, declaró e indicó que la presencia en el grupo del periodista “no tuvo impacto alguno” en la operación militar contra los rebeldes hutíes en Yemen. Según el presidente, el incidente “es el único fallo técnico en dos meses y ha resultado no ser grave”. Sin embargo, a medida que pasan las horas y se conocen más aristas del escándalo queda en evidencia no sólo un mal manejo histórico de información de seguridad nacional sino también una cadena de comunicación potencialmente ilegal en la que se detallan los ultra secretos planes militares sensibles sobre ataques aéreos contra rebeldes hutíes en Yemén en la que se utiliza un sistema de borrado automático como Signal pero que debería cumplir con condiciones especiales de encriptado dado lo delicado de los temas en cuestión.
Semejante revelación explosiva dejó al desnudo lo que podría ser una flagrante violación a las normas, no sólo por la vulnerabilidad del sistema elegido para comunicarse sino también de la Ley Federal de Registros, que exige la conservación de las comunicaciones gubernamentales y que los registros se conserven durante dos años pero los mensajes de Signal estaban programados para eliminarse automáticamente en menos de cuatro semanas. Por eso el representante republicano por Nueva York, Mike Lawler, resumió el consenso bipartidista: "La información clasificada no debe transmitirse por canales no seguros, y mucho menos a quienes no tengan autorizaciones de seguridad. Punto".
Lo paradójico es que los involucrados son quizás hoy los máximos responsables en materia de defensa de los EE.UU. y que en el pasado varios de ellos habían cuestionado supuestas fallas de seguridad durante las administraciones demócratas. Por ejemplo, en 2024, Waltz, el actual asesor de Seguridad Nacional, había declarado: "El asesor de seguridad nacional de Joe Biden, Jake Sullivan, envió mensajes de alto secreto a la cuenta privada de Hillary Clinton. ¿Y qué hizo el Departamento de Justicia al respecto? Nada".
Un año antes, en 2023, el actual secretario de Defensa, Hegseth, tuvo su propia crítica al manejo "frívolo" de los documentos clasificados por parte de la administración Biden, y apuntó que "si en la cima no hay rendición de cuentas", entonces tenemos "dos niveles de justicia". Ahora, acosado por el actual escándalo de la filtración a Atlantic, el propio Hegseth argumentó que "nadie estaba enviando mensajes de texto con planes de guerra" y atacó a Goldberg -el periodista al que incluyeron en la lista de chats secretos- como "engañoso y altamente desacreditado", pero no pudo refutar ningún detalle de la historia publicada por el diario.
Sin embargo, la oposición no lo ve así: Ken Martin, presidente del Comité Nacional Demócrata, pidió a Hegseth que renunciara o fuera despedido de su puesto como secretario de Defensa. “Está clarísimo que nuestros hombres y mujeres uniformados merecen algo mejor, y que nuestra seguridad nacional no puede quedar en las manos incompetentes e incompetentes de Hegseth”, sentenció.

La escandalosa filtración está generando una fenomenal disputa política en la principal potencia del Mundo. El lunes 24 de marzo, en el Senado, el líder de la minoría demócrata, Chuck Schumer, lo calificó como "una de las violaciones de inteligencia militar más sorprendentes que he leído en mucho, mucho tiempo" e intimó a los republicanos a que propugnen una "investigación completa sobre cómo sucedió esto, el daño que creó y cómo podemos evitarlo en el futuro". Por su parte, el senador también demócrata de Delaware Chris Coons publicó en X: “Todos y cada uno de los funcionarios del gobierno en esta cadena de mensajes han cometido un delito, aunque sea accidentalmente. No podemos confiar en nadie en esta peligrosa administración para mantener a los estadounidenses a salvo”. Y su correligionario, el representante de Nueva York Pat Ryan describió el incidente “Fubar” (acrónimo de “jodido más allá de todo reconocimiento”) y amenazó con lanzar su propia investigación en el Congreso “INMEDIATAMENTE” si los republicanos de la Cámara de Representantes no actúan. En tanto, el congresista californiano Ro Khanna señaló: "Nos ha hecho parecer débiles ante nuestros adversarios. Necesitamos tomar la ciberseguridad mucho más en serio y espero liderar en ese sentido”.
Los legisladores del Partido Demócrata salieron casi al unísono a manifestar su indignación. Pero hay algunas de esas voces tienen un mayor peso específico en la materia por su rol institucional. Tal es el caso del demócrata de mayor rango en el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Jim Himes, encargado de supervisar innumerables informes clasificados, quien manifestó sentirse "horrorizado" por semejante descuido. Sus declaraciones fueron contundentes: “De ser ciertas, estas acciones constituyen una flagrante violación de las leyes y regulaciones existentes para proteger la seguridad nacional, incluyendo la seguridad de los estadounidenses que prestan servicios en situaciones de riesgo”, declaró. Y agregó: “Estas personas conocen los graves riesgos que supone transmitir información clasificada a través de sistemas no clasificados, y también saben que si un funcionario de menor rango bajo su mando hiciera lo que se describe aquí, probablemente perdería su autorización y sería objeto de una investigación penal”.
Por su parte, otra voz con mucho peso es la del senador Mark Warner, el demócrata de mayor rango en el Comité de Inteligencia del Senado, quien publicó en las redes sociales: “Esta administración está jugando con la información más clasificada de nuestra nación, y eso hace que todos los estadounidenses estén menos seguros”. Y el líder de la minoría demócrata de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, exigió una “investigación sustancial sobre esta inaceptable e irresponsable violación de la seguridad nacional”, y calificó la filtración como “completamente escandalosa y conmociona la conciencia”.
Del lado del oficialismo republicano también hubo repercusiones. La propia Casa Blanca confirmó la filtración. El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Brian Hughes, señaló a The Guardian: "Parece ser una cadena de mensajes auténtica, y estamos investigando cómo se añadió un número accidentalmente a la cadena". Sin embargo, la Casa Blanca intentó defender las comunicaciones. Es más, el mismo Hughes describió los mensajes como un ejemplo de “coordinación de políticas profunda y reflexiva entre altos funcionarios”. En ese sentido, defendió: "El éxito continuo de la operación 'Houthi' demuestra que no había amenazas a las tropas ni a la seguridad nacional".

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