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El caso del informante que con sus mentiras ridiculizó al FBI

Alexander Smirnov fue una fuente de información fundamental en investigaciones criminales, incluso en un escándalo que alcanzó al presidente Biden y su familia. Lo acusan de vender muchos datos falsos. Ahora se pone en duda la forma en que se confía en soplones y topos.


Por Gabriel Michi


Alexander Smirnov fue informante del FBI por años e inventó información que manchaba a Biden y su hijo Hunter.


Un espía que engañó a otros espías. O mejor dicho, a todo un Bureau de investigadores. Esta es la increíble historia de un informante que timó a toda una organización gubernamental encargada de descubrir delitos y delincuentes. Pero que fue ridiculizada por alguien en quien confiaba por la supuesta información privilegiada que traficaba. Y encima que alcanzaba y salpicaba a los más altos estamentos del poder. Alexander Smirnov fue durante mucho tiempo una fuente -paga- especial de información altamente calificada para el Federal Bureau of Investigation (FBI). En él se basaban gran parte de las pesquisas que se vinculaban con empresas extranjeras corruptas y sus relaciones con funcionarios gubernamentales de EE.UU. y otras naciones. Pero, especialmente al FBI le interesaron los supuestos puentes de su informante estrella con servicios de inteligencia extranjeros.


El caso que puso al desnudo el fraude de Smirnov -que ahora enfrenta cargos penales por lo que lo detuvieron- fue uno que llegaba, ni más ni menos, que al propio presidente Joe Biden y su familia. Los fiscales que investigan el caso señalan que Smirnov fue la fuente de las falsas acusaciones de que los Biden recibieron US$ 10 millones en sobornos a cambio de favores para beneficiar a una compañía energética ucraniana, Burisma,. Y apuntaba a que el hijo del presidente, Hunter Biden, era miembro remunerado de la junta de dicha compañía. Esa acusación fue agitada en infinidad de oportunidades por Donald Trump, los republicanos más fanáticos y los medios de comunicación que le respondían. Ahora, que se comprobó que todo eso era una fantasía. Smirnov afirma que esa información le llegó de funcionarios de inteligencia rusos. Por esta investigación el ex informante -que por año recibió miles de dólares por sus datos- está acusado no sólo de mentirle al FBI sino incluso falsificar documentos, algo que Smirnov desmiente. De hecho se declaró "no culpable" ante la Justicia.


Hace tiempo que en el FBI sospechaban de su fuente. Sin embargo, nunca lo sometieron a al prueba del polígrafo, un procedimiento casi de rutina para este tipo de procedimientos y personajes. Los investigadores creen que Smirnov proporcionó alguna información legítima y valiosa en distintos casos pero que inventó hechos sobre los sobornos de Burisma por su odio contra los Biden. Por caso, el ex informante venía colaborando con el FBI desde 2010 y mantenía contactos casi a a diario con el organismo.


Los oficiales superiores del FBI que tenían relación y supervisaban a Smirnov conocían de antemano de sus vínculos con funcionarios de gobiernos y agencias de Inteligencia extranjeros: Fue esto último lo que más le interesó al organismo, aunque eso podía ser riesgoso porque este hombre ofrecía información a esos servicios de Inteligencia, incluso algunos estadounidenses.


Toda esta situación metió en problemas al FBI y no son pocos los legisladores que les están exigiendo explicaciones. Más ahora que se descubrió que detrás de las acusaciones nunca comprobadas contra los Biden estaba el tan polémico Smirnov. Y ni hablar del peligro que podría representar este personaje para la seguridad interna dado sus vínculos con la Inteligencia rusa.


Cuando el FBI tuvo que dar explicaciones por el caso a los representantes parlamentarios en un encuentro secreto advirtió no sólo que Smirnov había proporcionado previamente información creíble en varias investigaciones, pero aclaró que el documento 1023 -en el que constaba parte de esa confirmación- había información de inteligencia "cruda" y sin corroborar que no debería hacerse pública justamente por la falta de verificación. Pero los republicanos de la Cámara de Representantes presionaron para que se lo entreguen igual.


Ahora la situación es aún más complicada para el FBI, como también para dos fiscales estadounidenses designados por Trump –Scott Brady en Pittsburgh y David Weiss en Delaware– que estuvieron vinculados al caso. El tema podría generar un verdadero caos si se comprueba que, más allá de la incapacidad del FBI para corroborar las afirmaciones de Smirnov, hubo algún tipo de complicidad o preparación. O sí se lo ocultó hasta que explotó todo. No pasa por alto para los investigadores que cuando el supuesto caso Biden llegó a la comunidad de inteligencia eran conocidos de los esfuerzos rusos por instalar falsas informaciones en escena.


Encima, las falsas informaciones suministradas por Smirnov alimentaron por meses los ataques de los legisladores republicanos contra Joe Biden y hubo una feroz cacería contra su hijo Hunter. A tal punto que se pidió lanzar una investigación para encauzar un juicio político contra su padre.


Hubo una contracara al caso de Smirnov: Se trata de Chistopher Steele, otro informante histórico del FBI que quedó expuesto por acusaciones no verificadas sobre supuestos vínculos de Donald Trump con Rusia. Sin embargo, hasta el momento, Steele fue investigado por eso pero no enfrentó nunca ningún cargo, mientras que Smirnov ahora está acusado criminalmente por mentir criminalmente al FBI.


Estos casos pusieron en debate el complejo y riesgoso relacionamiento de los organismos como el FBI con los informantes, soplones o topos, más cuando afectan los intereses de figuras políticas de primer nivel, como pueden ser Biden y Trump. De hecho, una auditoría de 2019 que se hizo sobre la gestión de los informantes confidenciales por parte del FBI -realizada por orden del Inspector General del Departamento de Justicia- encontró todo tipo de fallas en la forma en que el organismo los utiliza. Es más, quedaron en evidencia las enormes falencias en el proceso de investigación de fuentes, así como la persistencia del FBI en continuar utilizando a ciertos informantes, sin el debido monitoreo. En las conclusiones del informe se alertaba sobre el "riesgo de que los CHS (Confidential Human Sources, Fuentes Humanas Confidenciales) no sean examinados ni priorizados adecuadamente”.


Con la detención de Smirnov se proyectan sombras sobre todo un sistema de investigaciones y expedientes que pudieron utilizar fuentes no confiables. Y , con ello, derivar en acusaciones falsas sobre personas inocentes e indulgencias injustas sobre individuos o estructuras culpables . Todo un sistema que se pone en jaque. Por la comprobación de una historia peligrosa e increíble. La del informante que con sus mentiras ridiculizó al FBI.





 


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