La joven pakistaní, que se convirtió en un ícono mundial por su lucha contra la segregación de las mujeres por parte del régimen talibán, pudo finalmente casarse -en el Reino Unido- con el hombre que ella ama. Y así coronar una historia de resiliencia en la que combatió contra los mandatos sociales que le impedían ejercer sus legítimos derechos. Teniendo apenas 11 años había sido baleada en la cabeza y en 2014, con 17, ganó el Nobel de la Paz.
Por Gabriel Michi
Su historia es una parábola. Un mensaje de resiliencia para el Mundo. Porque Malala Yousafzai tuvo mil vidas en su propia vida. Primero fue la persecución en su Pakistán natal, cuando el régimen del Tehrik-i-Taliban (TTP) ocupó militarmente el valle del río Swate, impuso la "ley Sharia" y prohibió que las niñas puedan acceder a la educación. El terror se había hecho carne en su pueblo que vio como el talibán asesinaba a sus ciudadanos. El 9 de octubre de 2012 Malala lo sufrió en su propio cuerpo cuando apenas tenía 11 años. Dos miembros del TTP atacaron el autobús escolar en el que ella viajaba, en la ciudad de Mingora. Le dispararon con un fusil y la hirieron en su cuello y en el cráneo. Quedó al borde de la muerte. Fue trasladada a un hospital en Rawalpindi, cerca de Islamabad, la capital de Pakistán. Le pudieron extraer la bala que se había alojado peligrosamente en el cuello y que amenazaba su médula espinal. Su caso ganó notoriedad en el Mundo. La imagen de las secuelas físicas que le dejó ese ataque se convirtieron en un llamado de conciencia para todo el Planeta sobre cómo el talibán recurría a la brutalidad más extrema para cegar los derechos de todos y en particular de las mujeres. Pero ahora Malala pudo escribir una nueva historia. Sólo que muy lejos de su hogar. En el Reino Unido la joven, que se convirtió en un ícono mundial y a quien le otorgaron el Premio Nobel de la Paz en 2014, pudo finalmente elegir su destino. Se casó con el hombre al que ama, Asser Malik, en Birminghan. Y, a los 24 años, pudo cerrar un círculo dentro de una historia que conmovió al Planeta.
En aquellos años en los que Malala tuvo que huir de Pakistán para trasladarse con su familia en el Reino Unido, su vida y la de los suyos corría serio peligro. En territorio inglés recibió el tratamiento médico que el régimen talibán le negó. Y, a partir de su recuperación, se transformó en un símbolo de la defensa de los derechos de las niñas y mujeres. Con tan sólo 17 años, se convirtió en la persona más joven en recibir el Nobel de la Paz. Malala, que se casó con un gerente del Pakistán Cricket Board, pudo optar finalmente escapar de aquel sino de segregación en ciertas culturas por la que las mujeres ven condicionada hasta la posibilidad de con quien transitar su vida marital. Una forma de coronar una historia de lucha contra la persecución y lo peor de un régimen que le impedía incluso poder seguir estudiando.
Palabra de Malala
En su Instagram, Malala festejó así este nuevo capítulo de su historia: "Hoy marca un día precioso en mi vida. Asser y yo nos casamos para ser compañeros de por vida". Y siguió: "Envíenos sus oraciones. Estamos emocionados de caminar juntos en el viaje que tenemos por delante". Además brindó algunos detalles: “Celebramos una pequeña ceremonia de nikkah en casa en Birmingham (Reino Unido) con nuestras familias”.
Asser Malik, su flamante esposo, es originario de la ciudad de Lahore, provincia de Punjab (Pakistán), y es un emprendedor en el sector deportivo que actualmente trabaja como Gerente General en Pakistan Cricket Board (PCB).
Cuando este año el régimen talibán reconquistó el poder en Afganistán (tras la retirada final de las tropas de EE.UU. y sus aliados), Malala expresó su preocupación por lo que sobrevendría en particular con las mujeres. "Las niñas y jóvenes afganas se encuentran una vez más en una situación en la que yo me he encontrado, desesperada porque nunca se les permitirá regresar a un aula o llevar un libro", agrega Malala. Y narró, desde su propia experiencia, cuál era su sentimiento ante semejante situación: "No puedo menos que sentirme agradecida por mi vida hoy. Después de graduarme de la universidad el año pasado y comenzar a forjar mi propia carrera, no puedo imaginarme perdiéndolo todo, volviendo a una vida dictada por hombres armados". Esos recuerdos de aquellos momentos, cuando debió ser evacuada de Pakistán lidiando entre la vida y la muerte, se volvieron más perturbadores con el presente que hoy atraviesa Afganistán con el talibán nuevamente en el poder.
Sólo recordarlo se vuelve tortuoso para esta joven que supo del dolor y la marginación. Y que hoy puede escribir otra historia. Una historia en la que Malala pudo elegir, por fin, su propio destino.
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