La polémica Federación, denunciada por múltiples hechos de corrupción -entre ellos los que derivaron en elegir a Qatar como sede del Mundial-, impone conductas que atentan contra la Libertad de Expresión y de pensamiento y restringe derechos individuales y colectivos, como si tuviera atribuciones supranacionales. Desde prohibir símbolos de respaldo al colectivo LGTB hasta el crespón negro en la TVP argentina en respeto a la fallecida Hebe de Bonafini.
Por Gabriel Michi
La imagen es muy simbólica. Y grafica un silencio que grita. Los jugadores de la Selección de Alemania se taparon la boca en la foto que retrató su debut en el Mundial de Qatar. El mensaje fue claro: tuvo como destinataria a la FIFA, la polémica Federación Internacional del Fútbol Asociado y su orden de que no puede haber ningún tipo de expresión que denuncie violaciones a los derechos humanos, por ejemplo contra el colectivo LGTB, por parte del anfitrión. Los alemanes mostraron así su fastidio por la situación que viven muchas personas en Qatar pero también por la censura ejercida por la FIFA. El arquero del seleccionado germano, Manuel Neuer, tuvo que acatar la orden de no llevar la cinta de capitán con los colores del arcoiris en apoyo a la comunidad LGTB. Y lo mismo pasó con los capitanes de Países Bajos, Inglaterra, Dinamarca, Suiza y Gales. Debieron dejar de lado esa forma de protesta porque la FIFA amenazó con sacarles tarjeta amarilla a quienes porten esa cinta. “La FIFA ha sido muy clara al afirmar que impondrá sanciones si nuestros capitanes llevan los brazaletes. Como federaciones, no podemos poner a nuestros jugadores en una posición en la que puedan enfrentarse a sanciones deportivas, por lo que hemos pedido a los capitanes que no intenten llevar los brazaletes”, firmaron en un comunicado.
Pero la FIFA no sólo prohibió el uso de los brazaletes ‘One Love’, sino que fue más allá: a la Televisión Pública de Argentina la obligó a quitar el crespón negro de su pantalla que había colocado en señal de duelo por la muerte de la presidenta de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, símbolo de la lucha por los Derechos Humanos en los oscuros y terroríficos tiempos de la dictadura militar. Durante la transmisión de los partidos del Mundial de Qatar, la TVP no pudo exhibir esa muestra de dolor y respeto porque los derechos de imagen le pertenecen a la FIFA. De hecho, si bien en el match inaugural entre Qatar y Ecuador el crespón negro estuvo presente, en el siguiente, Senegal-Países Bajos, ya no. La periodista Ángela Lerena, que realizó los comentarios del encuentro, leyó un comunicado que decía: "La Televisión Pública manifiesta su dolor por la muerte de Hebe de Bonafini. Por disposiciones de FIFA, nuestro canal no puede agregar ningún tipo de gráfica, por lo que no podemos poner durante los partidos el crespón negro en señal de duelo".
Lo llamativo es que esta postura supuestamente aséptica de la FIFA, donde plantea que no aceptará ninguna expresión política -como si entender que hay que censurar el reclamo por la inclusión y la igualdad no fuera una declaración política en sí misma- y con un gesto de "moralina" forzada choca de frente contra el propio desprestigio que tiene esa institución, salpicada por múltiples denuncias de corrupción. Una de ellas, de un ineludible presente: la propia elección de Qatar -un país sin tradición futbolística- como sede del Mundial. Vale recordar que en el medio aparecieron sospechas de soborno, hubo gente que terminó presa y hasta el propio Joseph Blatter, quien era el presidente de la FIFA cuando se eligió Qatar como sede, en los últimos días admitió que fue "un error" y reconoció que hubo injerencias políticas que pesaron demasiado. "Por supuesto que había una cuestión de dinero de por medio. Seis meses después de aquellas reuniones, Qatar compró aviones de combate a los franceses por un valor de 14.600 millones de dólares", contó el exdirigente suizo, quien tuvo que dejar su cargo en medio del vendaval de denuncias de corrupción.
Ahora, el actual presidente de la FIFA, el italiano Gianni Infantino, también se subió al ring para enfrentar estos cuestionamientos y habló de cierta "hipocresía" por parte de Occidente. “Por lo que los europeos hicimos por el mundo en los últimos 3.000 años, deberíamos estar pidiendo perdón otros 3.000 años antes de empezar a dar lecciones morales a la gente”, dijo para defender a Qatar. Apuntaba a las críticas por la gran cantidad de muertes de trabajadores inmigrantes en la construcción de la infraestructura para el Mundial. Las denuncias señalan que hasta 2021 -según The Guardian- fallecieron unos 6.500 obreros por las infernales condiciones de explotación laboral, a 50° de temperatura, a las que fueron sometidos. La propia FIFA y las autoridades qataríes lo desmienten y sólo reconocen 3 fallecidos. Y ahora el propio Infantino sale al cruce de quienes cuestionan esa situación inhumana: “Esta lección moral, unilateral, es solo hipocresía”, asegura. Sin embargo, muchos artistas y deportistas no lo ven así y varios decidieron no participar de la fiesta mundialista, tal como lo informó MundoNews en su nota "Qatar: El boicot a un Mundial repleto de polémicas".
Para justificarse, la FIFA apela al artículo 27 del reglamento de la Copa del Mundo, que da cuerpo a esa prohibición de exhibir mensajes o lemas de carácter político, religioso o personal. Frente a esa amenaza de castigos si los jugadores salen a la cancha con algún elemento que remita a los colores LGTB, se alzaron varias voces. La Federación Alemana de Fútbol (DFB) aclaró: "No nos hemos arrodillado ante la FIFA. Entendemos la decepción y la indignación. Fuimos sometidos a un chantaje extremo en el que pensamos que teníamos que tomar esta decisión, aunque no queríamos tomarla". Así lo manifestó el director de comunicación de la DFB, Steffen Simon, y agregó que van a recurrir ante tribunales internacionales para apelar la medida.
Otra Federación que manifestó su enojo -e incluso fue más allá- fue la de Dinamarca: se planteó abandonar la FIFA una vez que concluya el Mundial. El CEO y el presidente de la Federación, Jakub Jensen y Jesper Moller, respectivamente, tomaron esa iniciativa si no encuentran solución a semejante ataque a la Libertad de Expresión. “No es una decisión que se haya tomado ahora. Hace tiempo que lo tenemos claro. Lo hemos estado discutiendo en la región nórdica desde agosto”, señaló Möller. Y agregó: "lo hemos vuelto a pensar ahora. Me imagino que puede haber desafíos si Dinamarca se va sola. Tenemos que pensar en la cuestión de cómo restaurar la confianza en la FIFA. Debemos evaluar lo que ha sucedido y luego debemos crear una estrategia, también con nuestros colegas nórdicos”. Y anticiparon que ese país no va a apoyar a Gianni Infantino en su reelección, pese a ser el único candidato. Otra muestra del enojo de los daneses es que su camiseta es toda roja y el escudo de la marca que los auspicia, Hummel, también es del mismo color, lo que hace que no se distinga. "No queremos ser visibles durante un torneo que ha costado la vida de miles de personas", anunció la propia firma. Y frente a eso la FIFA no pudo hacer nada porque es potestad de la marca y la Federación local.
El que también salió al cruce de las restricciones impuestas por la FIFA fue, ni más ni menos, que el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, quien declaró que "es muy preocupante ver cualquier restricción a la Libertad de Expresión, en particular cuando se trata de expresarse sobre la diversidad. Nadie en el campo de fútbol debe estar obligado a elegir entre jugar y defender sus valores".
Pero la prohibición de realizar manifestaciones políticas impuesta por la FIFA también fue desafiada por la Selección de Irán: sus jugadores no cantaron el Himno de su país en repudio a la muerte de la joven Mahsa Amini y la violenta represión de las autoridades que causaron más de 300 fallecidos en dos meses, además de varias condenas a la pena capital contra manifestantes. El silencio mientras sonaban los acordes y las estrofas de la canción nacional iraní también fue atronador. El entrenador Carlos Queiroz respaldó la valiente actitud de los jugadores.
Ahora, surgen varias preguntas: ¿Tiene la FIFA la catadura moral para semejantes exigencias? ¿Puede una Federación del fútbol imponerse sobre algunos de los derechos más básicos de los ciudadanos como son la Libertad de Expresión y de pensamiento? ¿Es correcto anteponer los posicionamientos sectoriales por sobre las garantías colectivas? En definitiva, ¿puede la FIFA considerarse como un ente plenipotenciario y supranacional capaz de hacer lo que se le antoja en cualquier lugar del Mundo y sobre cualquier país? Quizás la única respuesta posible surja del poder del dinero y de cómo el fútbol se transformó en un multimillonario negocio que no conoce de límites. Y que, muchas veces, no respeta nada. Ni siquiera las leyes.
Comments