Los cuerpos de los dos niños argentinos-israelíes Ariel y Kfir fueron identificados entre los entregados por Hamás después de 500 días. Sin embargo, hubo un "error" con el de su mamá Shiri, cuyos restos aparecieron al otro día. Conmoción total en Israel y el Mundo.
Por Gabriel Michi

El dolor es infinito. El final más triste se hizo realidad, aún con dudas. Ese final que nadie quería aceptar como posible, que todos anhelaban desterrar como una opción. Sin embargo, era un fantasma que estaba al acecho, amenazando la esperanza de todos. La confirmación de la muerte de los niños de la familia argentina-israelí Silberman-Bibas, Ariel y Kfir, cayó como una bomba que destruyó todas las ilusiones colectivas. Lo mismo que lo ocurrido con su madre Shiri, cuyo doloroso enigma se extendió por unas horas más. Los cuerpos de los pequeños Ariel y Kfir fueron identificados por los especialistas forenses de Israel el jueves 20 de febrero. Sin embargo, un tercer cuerpo que Hamás entregó en ese momento no era "el de Shiri Bibas y no coincide con el de ningún otro rehén. Se trata de un cuerpo anónimo y no identificado", explicaron los expertos. Los terroristas argumentaron que se trató de un "error" y al otro día le dieron los restos de otra persona a la Cruz Roja que, luego de los estudios realizados en Israel, se comprobó que sí correspondían a Shiri. Para las autoridades de ese país ese nuevo episodio no fue otra cosa que una "nueva muestra de la crueldad de Hamás".
Después de haber estado secuestrados en la Franja de Gaza por 502 días, tras ser arrastrados por los terroristas aquel siniestro 7 de octubre de 2023 desde el kibutz de Nir Oz, los cuerpos de los niños volvieron a Israel, en una caravana acompañada por miles de personas que se acercaron al costado del camino para homenajearlos en medio del dolor común. En aquella terrible jornada de los ataques, los milicianos de Hamás se habían llevado al padre de la familia, Yarden, por separado del resto, cuando el hombre quiso evitar que rapten a su familia y se adelantó y enfrentó a los terroristas, quienes lo golpearon salvajemente. Yarden Bibas fue liberado el último 1 de febrero tras permanecer más de 15 meses en cautiverio, sin saber nada de lo que había ocurrido con su esposa y sus hijos. Hasta este desesperante final. La tragedia de la familia Silberman-Bibas no queda allí: en el ataque terrorista también fueron asesinados los padres de Shiri en otra casa en Nir Oz: su madre peruana Margit Schneider-Zimmerman y su papá argentino José "Yossi" Silberman, un activo militante por la paz entre israelíes y palestinos, que bregaba por la convivencia de los dos Estados, y que se había exiliado allí en 1976 -con tan sólo 18 años- cuando en su país comenzaba la sangrienta dictadura militar comandada por el genocida Jorge Rafael Videla.
La situación de Shiri y sus chiquitos es un golpe letal contra su familia y contra toda la comunidad internacional que habían depositado su fe en que serían recuperados con vida. Esta familia y particularmente Kfir -el más pequeño de todos los 251 secuestrados del 7 de octubre- se convirtieron en un símbolo de las víctimas y del horror de Hamás, ese horror que dejó también más de 1.200 muertos el día del ataque. Referentes de la política, del arte, del deporte y de las más diversas actividades de todo el planeta se habían manifestado al respecto y subrayado cómo este caso era una de las peores caras de la barbarie terrorista. En las últimas horas, Israel toda se vistió de luto y las postales del dolor atravesaron el país (y más allá también). Las banderas a media hasta a lo largo y ancho de su territorio y las lágrimas derramadas por doquier no fueron otra cosa que la fiel demostración del impacto que generó semejante desenlace.

A principios de semana, Hamas había anunciado que entregaría los cadáveres de Shiri Silberman Bibas, sus dos hijos pequeños, Ariel y Kfir, y Oded Lifshitz, otro activista por la paz (de 83 años) que en más de una ocasión había ayudado a enfermos de la Franja de Gaza a ser trasladados a hospitales israelíes. Los cuatro fueron sacados con vida de sus hogares en el kibutz Nir Oz, del que secuestraron a la mitad de los argentinos, incluso a tres rehenes que aún faltan: los hermanos Ariel y David Cunio, y Eitan Horn (a su hermano Iair lo liberaron hace pocos días).
Los cuerpos (cuatro el jueves y uno el viernes) fueron entregados a la Cruz Roja. Los cuatro primeros, en una ceremonia llena de propaganda de Hamás -pese a los pedidos de la familia- en el área de Bani Suheila, en Khan Younis, al sur de Gaza, donde el grupo terrorista instaló un escenario cubierto con carteles que denunciaban que la familia Bibas fue asesinada por los bombardeos de Israel. Ya en noviembre de 2023, los terroristas habían esgrimido esa acusación e incluso hicieron grabar un video a Yarden Bibas responsabilizando al gobierno de Benjamin Netanyahu por la muerte de su familia y pidiendo una negociación urgente por los rehenes. Sin embargo, las FDI sostuvieron que los forenses llegaron a la determinación de que "basándose en pruebas forenses e información de inteligencia, los dos niños fueron 'brutalmente asesinados' por terroristas con sus propias manos en noviembre de 2023". En ese momento, Ariel tenía 4 años y Kfir apenas 10 meses.

Mientras se espera la liberación de otros seis rehenes con vida para el próximo sábado (dentro del acuerdo de "alto el fuego" iniciado el 19 de enero y por el que se terminarán entregando a 33 secuestrados israelíes a cambio de 1.900 prisioneros palestinos), falta un nuevo tramo de negociación que permita, en una segunda etapa, recuperar alrededor de 67 rehenes, de los que se supone que al menos 30 están fallecidos.
Previo a la entrega de estos cuatro cuerpos, la Cruz Roja había solicitado a Hamás que ese proceso se lleve a cabo con dignidad, ya que los últimos episodios de este tipo estuvieron rodeados de polémicas. Hubo muchas críticas porque se expuso a los rehenes a situaciones de mucho estrés (incluso con riesgo de ser linchados por la gente que los rodeaba) y en algunos casos fueron devueltos en condiciones infrahumanas que se compararon incluso con los resultados de los campos de concentración del nazismo. Más allá de que cada entrega de secuestrados simuló ser un "desfile de rehenes" con fines propagandísticos que retroalimentaban el odio. Esto generó críticas en todo el Mundo, incluso en las Naciones Unidas.
Hamás hizo caso omiso de ese reclamo y expuso los cuatro cajones mortuorios en un escenario con leyendas contra Israel. En cada uno de los ataúdes había una pequeña fotografía de los rehenes. Mientras, militantes armados con uniformes negros y de camuflaje rodearon la zona. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Turk, calificó el desfile de cadáveres en Gaza de "aborrecible y cruel" y dijo que chocaba con el derecho internacional En un comunicado desde esa organización sostuvieron: "Según el derecho internacional, cualquier entrega de restos de fallecidos debe respetar la prohibición de tratos crueles, inhumanos o degradantes, garantizando el respeto a la dignidad de los fallecidos y sus familiares".
Luego, los vehículos de la Cruz Roja se marcharon de la Franja de Gaza con los cuatro ataúdes negros, atravesaron la frontera y, ya en Israel, los entregaron para ser escaneados en busca de explosivos. Los israelíes se alinearon en la carretera bajo la lluvia cerca de la frontera con Gaza para presentar sus respetos mientras pasaba el convoy que transportaba los ataúdes con los cuerpos de los secuestrados asesinados.

Mientras, en la denominada "Plaza de los rehenes", en Tel Aviv, se reunió una multitud que no paraba de llorar. Esa escena se repitió en distintos lugares del Mundo, demostrando el valor simbólico y la empatía que el caso de los niños israelíes-argentinos había despertado en todo el planeta. El presidente israelí Isaac Herzog dijo: "Agonía. Dolor. No hay palabras. Nuestros corazones, los corazones de toda una nación, están hechos pedazos". Nadie pudo permanecer indiferente ante semejante desgarro. Ante el final más triste y lleno de dudas. Ese que habla de la tragedia de la familia Silberman-Bibas. Y de muchos otros. Con miles de preguntas. Y una terrible certeza: el dolor infinito.
Comments