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Guerras demográficas: los países que presionan para tener más o menos hijos

Mientras Rusia avanza en una ley para perseguir a los que propicien no tener descendencia y China aumenta a tres la cantidad de herederos que puede tener una pareja, hay Estados que quieren limitarlo. En África, el continente más pobre, los índices reproductivos explotan.


Por Gabriel Michi


Hay realidades de todo tipo. Y algunas variables que se repiten. Mientras que en Europa -y otros lugares con bienestar económico- la tendencia es tener cada vez menos hijos (e incluso pretender "reemplazarlos" por mascotas), en países muy pobres -como los africanos-.ocurre todo lo contrario. Puede ser por múltiples motivos que se dan ambos fenómenos: del lado de la baja en la natalidad de los países más desarrollados puede anotarse un crecimiento de una mirada donde las personas prefieren privilegiar su desarrollo profesional antes que ser padres, ya sea postergando esa posibilidad, limitándola a tener menos hijos o directamente decidir abandonar esa elección de vida familiar. Del otro lado, en los países más pauperizados quizás la falta de recursos para obtener una buena educación sexual y reproductiva, la ausencia de Estados capaces de orientar en la materia o la imposibilidad de acceder a métodos anticonceptivos, pueden ser parte de las razones por las que en esos lugares las madres suelen tener un gran número de hijos. Sean cuáles fueren los motivos, lo cierto es que el tema demográfico es algo que viene preocupando a muchos gobiernos, para un lado y para el otro. La amenaza de las consecuencias que eso pueda traer a futuro ya está llevando a que las autoridades tomen cartas en el asunto, algunas de ellas bastante polémicas. Rusia, por ejemplo, está avanzando en una legislación para perseguir a quienes fomenten una "cultura sin hijos", incluso con sanciones económicas que podrían alcanzar a aquellos matrimonios que decidan no tener herederos. Todo eso frente a una caída de la tasa de natalidad que les preocupa mucho.


En ese sentido, en la última semana la Duma (la Cámara Baja del Parlamento ruso) dio una primera aprobación por unanimidad -se necesitan dos revisiones más de ese cuerpo y otra en el Senado- a un proyecto de ley que prohíbe la propaganda que pretenda convencer a las personas de no tener hijos, algo que, según la mirada oficial, sería parte de una campaña de Occidente para debilitar a Rusia con una baja cada vez mayor de su población. Más allá de las posiciones conspirativas, la caída de la tasa de natalidad es una realidad en el país más extenso del Mundo.


Una vez que esa normativa culmine su recorrido parlamentario, sólo querdará pendiente la firma de Vladimir Putin, algo que se descuenta que se convertirá en realidad ya que hace años el presidente ruso y sus más altos funcionarios vienen realizando llamamientos para que la población tenga más hijos, apelando a los "valores tradicionales" de esa sociedad, tan vinculada a las familias numerosas, al punto que el primer mandatario instó a las mujeres a tener hasta ocho hijos.


La iniciativa parlamentaria en cuestión tipifica como delito la difusión de información que abogue por la ausencia voluntaria de hijos y la castiga con multas de hasta cinco millones de rublos (47.000 euros), una persona física se enfrentaría a una multa de 400.000 rublos (unos 4.300 dólares) y un funcionario al doble. El presidente de la Duma Estatal, Vyacheslav Volodin, señaló: "En principio, hemos creado un ámbito jurídico en el que protegemos a los niños, las familias y nuestros valores. Y hoy estamos haciendo adiciones a las leyes aprobadas anteriormente que prohíben la propaganda de la pedofilia, LGTBIQ+ y la reasignación de género".


Las autoridades rusas quieren atacar las campañas que fomentan una "cultura sin hijos".

La caída en la tasa de natalidad y el envejecimiento poblacional llevó a que hoy en Rusia mueran más personas de las que nacen. Proceso que encima se aceleró desde que comenzó la invasión rusa a Ucrania ya que decenas de miles de soldados fallecieron en combate y muchas personas escaparon del país para evitar la guerra o los reclutamientos forzosos.


En ese contexto, Putin acusó a Occidente de una suerte de plan "satánico" en el que pretenden socavar a Rusia con la contaminación de "ideologías liberales" que promueven la vida plena y profesional sin hijos. "En general, esta ideología en sí es un sabotaje informativo antidemográfico bien pensado contra nuestro país. Un elemento de propaganda profesional, un elemento de una guerra híbrida cuyo objetivo es reducir y destruir a la población", describió Nina Ostanina, presidenta del Comité de la Duma Estatal para la Familia, la Mujer y la Infancia. El proyecto de ley que se está tratando en la Cámara Baja rusa es coincidente con otra serie de normantivas impulsadas por el poder político como la que prohíbe la distribución de información LGTBIQ+, o la restricciónm de que puedan ser adoptados niños rusos por parte de ciudadanos de otros países en los que se permita la transición de género.


Sin embargo, organizaciones feministas rusas señalan que la decisión de las mujeres de no tener hijos nada tiene que ver con la propaganda occicdental en ese sentido: "Llevamos muchos años trabajando con mujeres de distintos estratos sociales, y la negativa a dar a luz se debe en primer lugar a factores materiales y económicos", señaló Sofia Rusova, que forma parte de un consorcio de ONG defensoras de los derechos de la mujer.


La crisis demográfica de Rusia se arrastra desde la era soviética: hoy se cree que hay un deficit de género de 10 millones de hombres. Es más, en el censo del año 2010 quedó en evidencia que la población -a contramano de lo que pasa a escala global- disminuyó de 145 millones en el 2001 a poco menos de 143 millones. Esos número podrían ser peores si no fuera por la inmigración. Por otro lado,. a pesar de ser un país desarrollado, la esperanza de vida es muy baja, con un promedio de 66 años (73 para las mujeres y alrededor de 60 para los hombres), en comparación con 77 en los EE.UU. y 80 en Japón. Otro dato: la tasa de fecundidad está por debajo de 1,4 hijos por mujer. Y el número de abortos -que es legal en Rusia- es elevadísimo: las cifras oficiales para 2008 sitúan el número de nacimientos en 1,7 millones frente a 1,2 millones de abortos, aunque hay quienes dicen que la cifra real de abortos puede ser de hasta 4 millones al año. Entre 10% y 15%  de los abortos tienen complicaciones, dejando por lo menos 7 a 8 por ciento de las mujeres estériles. Todo eso contribuye a que Rusia haya visto caer su población y que sus autoridades -aún apelando a teorías poco proibables- hoy lancen una batería de medidas para intentar cambiar esa tendencia, en medio de una suerte de guerra demográfica.




El caso de China


En un contexto donde la población mundial ya superó los 8.000 millones de personas y en el que India superó a China como país más habitado, las autoridades de este último Estado han tenido que cambiar su política dew restricciones en cuanto a la cantidad de hijos que un matrimoni puede tener. Y es que se está dejando atrás la política de un solo hijo impuesta -por la preocupante explosión demográfica que vivía ese país- desde 1979 por Mao Zedong, primer presidente de la República Popular China, algo que fue muy cuestionado desde siempre. Ya en 2016 se hizo oficial la abolición de esa medida ante la caída estrepitosa de la tasa de natalidad y los peligros que se avizoraban hacia el futuro. Pero, ante la falta de respuestas inmediatas, a medidados de 2021 el gobierno chino anunció que a partir de ese momento se permitiría a los matrimonios tener hasta tres hijos.


Pareciera que en una primera instancia la polémica medida de restringir a un solo hijo los planes de cada familia -con esterilizaciones forzadas y hasta abortos selectivos por sexo, que llegó a un desequilibrio que hizo que hoyu haya muchos más hombres que mujeres-, le dio resultado a las autoridades chinas que buscaban controlar y frenar el crecimiento de la población, con el tiempo eso se sobre giró y trajo como consecuencia una caída de la tasa de natalidad que hoy se convirtió en un verdadero problema. Por eso hubo ultimamente una relajación en las medidas restrictivas.



Por la abrupta caída en la tasa de natalidad, China debió dejar atrás la política de un solo hijo por pareja.

Otras "guerras demográficas"


El caso de China y esa política restrictiva en materia de hijos que se mantuvo durante tantos años no es algo único, aunque sí quizás el más duro. En el Hong Kong británico, por ejemplo, se puso en marcha una campaña enlos años '70 cuya consigna era "Two is enough” ("Dos es suficiente") para incitar a que las parejas no tengan más de dos hijos. Y fue exitosa, aunque como le pasó a China continental, el impacto a largo plazo llevó a que en Hong Kong la tasa de natalidad sea hoy una de las más bajas del Mundo: 1.04 hijo por mujer.


Como se mencionó la India se convirtió en 2023 en la nación más poblada del planeta, superando a China que ostentaba ese lugar por años. Hoy viven allí alrededor de 1.454 millones de personas (el 17,7% de la población mundial) contra 1.418 millones de chinos. Frente a semejante superpoblación algunos Estados de la India han decidio tomar ciertas medidas. En Assam, por ejemplo, prohibieron a los miembros de las familias con más de dos hijos a optar a puestos de funcionarios públicos. En tanto, en otros siete estados (Andrha Pradesh, Gujarat, Odisha, Maharastra, Bihar, Uttarakhand y el Rajastán), prohibieron a las familias con más de dos hijos participar en los comicios locales, algo que ha generado muchas polémicas porque los han castigado civicamente privándolos de un derecho que es parte del ADN de cualquier democracia.


Otro caso es el de Vietman, país que ya lleva más de medio siglo con medidas de control de natalidad. Las parejas pueden tener entre uno y dos hijos, pero rigen hay algunas excepciones establecidas por el gobierno. Con estas restricciones, la media de fertilidad total bajó de 5,6 hijos en 1979 a 2,03 en 2021, menos de la mitad.


En Irán, desde finales de los años '90 se intrdujeron políticas de planificación familiar que redujeron drásticamente la tasa de natalidad,: de 1980 a 2011 pasaron de una tasa de natalidad de alrededor de siete hijos a una de menos de dos. Para ese cometido utilizaron campañas con eslogans como “Dos niños es suficiente” o “menos niños, mejor vida”, mientras el gobierno subsidiaba vasectomías, repartía condones de manera gratuita y garantizaba la provisión de anticonceptivos a precios económicos, además de extender la educación sobre salud sexual alrededor de todo el país. Sin embargo, desde 2020, los hospitales y las clínicas estatales de Irán ya no realizan vasectomías ni distribuyen anticonceptivos. Según señalan los expertos, las autoridades buscan reavivar la natalidad, que ahora se encuentra en un 1,7 hijos de media cuando lo ideal es 2,2 hijos de media.


La contratcara de lo que pasa en los países desarrollados donde, por ejemplo, de no mediar la inmigración sus tasas de defunciones le sacarían mucha más diferencia a los nacimientos (España es un claro exponente de eso), en África, el continente más empobrecido del Mundo, la falta de recursos y de controles -además de la extendida prohibición del aborto, la falta de eduación sexual y de acceso a métodos anticonceptivos- producen que sus niveles de natalidad rompan todos los esquemas. Mientras que, según los especialistas, la tasa recomendable para un reemplazo generacional es de 2,1 hijos por familia, los índices de fecundidad mundial bajan drásticamente, salvo en los países africanos donde se superan todos los récords. De hecho 9 de los 10 países (salvo Timor Oriental, en Asia) con mayores tasas de fecundidad están en ese continente. Y los números son contundentes. Si bien la media global es de dos hijos por mujer, esa cifra es sostenida justamente por los altísimos guarismos africanos: En Níger, por ejemplo, es de 7,24; en Somalia, de 6,27; en la República Democrática del Congo, de 6,11; en Mali, de 6,06; en el Chad, de 5,95; en Burundi, de 5,70; en Angola, de 5,68; en Uganda, de 5,59, y en Nigeria, de 5,53.


Como contracara de eso la situación en países desarrollados o con un panorama económico mucho más próspero que los africanos, la realidad es totalmente inversa. Entre los diez países con niveles de fecundidad más bajos, la lista la encabeza Corea del Sur con 1,17 hijos por mujer; le sigue Singapur, con 1,20; Moldavia, con 1,24; Puerto Rico, con 1,30; Portugal, con 1,31; Polonia, con 1,32; España, con 1,33; Grecia, con 1,33; Chipre, con 1,34, e Italia, con 1,35.


Así, mientras Rusia busca la forma de recuperar su población y China reescribe su historia en materia de natalidad, otros Estados analizan cómo enfrentar sus desafíos en la materia. Algunos porque el crecimiento del número de sus habitantes alcanzó cifras impensadas; otros, por todo lo contrario. Sea cual fuere el panorama, el debate entre permitir tener hijos o prohibirlos excede todos los parámetros. Y genera polémicas en torno a hasta donde las autoridades se pueden meter en la vida y las decisiones familiares de sus ciudadanos. Porque de eso se trata también estas "guerras demográficas".




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