El acuerdo del "alto el fuego" sellado por ambos ya se tradujo en intercambio de rehenes y prisioneros y miles de personas regresando a sus hogares en la castigada Franja de Gaza. El caso de las tres jóvenes israelíes liberadas tras 471 días de cautiverio. Cómo sigue la historia.
Por Gabriel Michi
Para muchos, es una esperanza. Un sueño. Una ilusión. Un deseo sincero de que sea algo durarero, que se eternice en el tiempo. Pero el escepticismo aflora cuando se mira otras experiencias en el pasado. Incluso en un pasado no muy lejano. Por eso sienten que es, quizás, la última oportunidad para la paz. El acuerdo de “cese al fuego” al que llegó Israel con Hamás, tras 15 meses de dolor, destrucción, violencia y muerte, ilusiona al Mundo. A la vez que preocupa su potencial fragilidad. Sin embargo, las primeras postales que se plasmaron de ambos lados, entusiasman aun a los más descreídos. La liberación de tres jóvenes que permanecían como rehenes en la Franja de Gaza tras los brutales ataques del 7 de octubre de 2023 –donde murieron 1.200 personas y fueron secuestradas 250- como la excarcelación de 90 prisioneros que estaban detenidos en cárceles israelíes, además del retorno de miles de personas a sus hogares en ese territorio, generaron una enorme expectativa acerca de que finalmente se pudiera encaminar la resolución de este capítulo de un conflicto que lleva décadas pero que alcanzó una proporción descomunal en los últimos meses. Se calcula que en Gaza murieron alrededor de 47.000 personas por los bombardeos israelíes.
El “alto al fuego” entró en vigencia el domingo 19 de enero. Y su instauración se sintió de manera inmediata ya que por primera vez en más de un año, los cielos de Gaza e Israel quedaron en silencio. Esa fue la señal para que miles de palestinos desplazados emprendan el retorno a lo que quedaba de sus casas destruidas casi por completo en una enorme proporción. Todos ellos con la ilusión de encontrar a algún familiar o allegado con vida o, incluso, con la necesidad de dar sepultura a sus muertos. Mientras eso ocurría más de 600 camiones con ayuda humanitaria llegaron al territorio devastado.
En paralelo, la emoción no cesaba del lado israelí. La imagen de las rehenes Emily Damari (28), Romi Gonen (24) y Doron Steinbrecher (31) siendo entregadas por milicianos armados del Hamás a miembros de la Cruz Roja -tras 471 días de cautiverio- y luego el esperado reencuentro con sus familias, despertaron la ilusión de aquellos que aún no han podido recuperar a sus seres queridos. Se sabe que en la Franja de Gaza aún hay alrededor de 100 secuestrados desde aquel 7 de octubre, de los cuales al menos 35 estarían sin vida. Hay al menos 8 argentinos o personas con doble nacionalidad israelí-argentina que permanecen en cuativerio: la familia Bibas-Silberman (Shiri, su marido Yarden y sus dos hijos, Ariel y Kfir, el más pequeño de todos los rehenes), los hermanos Iair y Eitan Horn, y los hermanos David y Ariel Cunio (junto a su novia Arbel Yeud). Todos ellos fueron secuestrados por Hamás en el kibutz Nir Oz, aquel siniestro 7 de octubre. Sus familias esperan por ellos y según pudo comprobar este cronista, se ilusionan con un pronto reencuentro con sus seres queridos. Las mismas esperanzas que abrazaron en su momento las familias de los 43 argentinos-israelíes que fueron raptados: algunos de ellos murieron, otros lograron volver a sus hogares en el intercambio de prisioneros que se dio a fines de 2023 y en el que 105 de esos rehenes fueron devueltos e intercambiados por prisioneros palestinos en manos de Israel.
En esta primera etapa de intercambio de secuestrados y presos, Hamás entregaría a 30 más mientras que Israel haría lo propio con casi 2.000 prisioneros palestinos. Damari, Gonen y Steinbrecher fueron las primeras de los 33 rehenes israelíes que serán liberados en las próximas seis semanas en virtud de un acuerdo que incluye una pausa en los combates, a cambio de esos dos millares de palestinos presos y un mayor suministro de combustible y ayuda a Gaza.
El acuerdo está pautado en 42 días pero no está en claro la duración ni la forma de cada etapa. Sí se sabe que una vez que termine el intercambio de personas en cautiverio, la idea sería avanzar para un pacto definitivo que deje paz a una paz durarera y definitiva en un conflicto muy doloroso para la Humanidad. Sin embargo, la intransigencia tanto de Hamás como de parte del gobierno del premier israelí, Benjamin Netanyahu, en especial de aquellos sectores de extrema derecha que rechazan cualquier tipo de acuerdo con quienes protagonizaron un ataque terrorista sin precedentes. En el caso del mandatario de Israel debió ceder a la presión del enviado del flamante presidente de EE.UU. Donald Trump quien lo intimó a aceptar un acuerdo que ya estaba sobre la mesa desde el mes de mayo y que la administración saliente de Joe Biden había insistido en su aprobación.
Cuando pasaron las primeras horas del “cese al fuego” y los israelíes supieron que las tres chicas liberadas estaban en buenas condiciones –dentro de la extensa y profunda pesadilla que les tocó vivir- respiraron aliviados. Las imágenes de las jóvenes llorando y abrazando a sus familiares, conmovieron a todos. En una de ellas se vio a Damari levantando su mano vendada en señal de triunfo, una mano a la que le faltaban dos dedos producto de la violencia de los terroristas el día del ataque en el kibutz de Kfar Aza. Miles de personas se reunieron para ver las conmovedoras escenas en pantallas gigantes en la Plaza de los Rehenes, la plaza de Tel Aviv donde las familias y los partidarios de los rehenes han estado protestando semanalmente para exigir este escenario de hoy.
Y no escasearon las lágrimas cuando se observó la publicación que hizo en Instagram la propia Emily Damari: “Amor, amor, amor”, escribió. “He regresado a mi amada vida. Gracias, gracias, gracias. Soy la persona más feliz del mundo por el simple hecho de existir”, agregó y conmovió a todos. Ella, junto a Romi Goren y Doron Steinbrecher, fue trasladada en helicóptero desde la frontera de Gaza al Centro Médico Sheba tras su liberación. Y fue en ese hospital del área de Tel Aviv donde se reencontraron con sus familias. La madre de Damari, Mandy, dijo que su hija estaba "en mucho mejor estado de salud de lo que esperábamos. Ayer finalmente pude abrazar a Emily, tal como había soñado hacerlo durante mucho tiempo”, y agradeció al público por su inquebrantable apoyo durante los últimos 15 meses a la ciudadana israelí-británica.
En tanto, un mensaje de voz de WhatsApp compartido con los medios hebreos, Romi Gonen les dijo a sus amigos: “Esta es Romi, que regresó del cautiverio. Gracias a todos, no tengo idea de lo que hicieron, solo he visto una pequeña gota, pero son los mejores, lo aprecio mucho. Les envío a todos abrazos y besos, y si Dios quiere, nos volveremos a encontrar pronto”. Antes del domingo, la última vez que se había sabido de la joven fue a las 10:58 AM del 7 de octubre de 2023, cuando ella y sus amigos intentaban escapar del asalto de Hamás a la fiesta musical Nova cerca del kibbutz Re'im. Sus padres supieron que los terroristas le habían disparado y estaba sangrando. Ahora su familia eligió recluirse y compartir en la intimidad el conmovedor reencuentro. Leshem Gonen escribió en Facebook que la familia se estaba aislando de la conmoción en torno a la liberación, que cautivó a la sociedad israelí y atrajo una masiva atención internacional: “En estas horas estamos en una realidad alternativa, desconectados del mundo exterior, en la que no existe nada más que la familia”, escribió Y agregó: “En un segundo nos reiniciaremos y estaremos de vuelta. Nos llevará un momento, a mí y a nosotros, respirar profundamente y creer en esta nueva realidad”.
Por su parte, la familia Steinbrecher prefirió no hacer ningún comentario público tras la liberación de Doron –quien también fue secuestrada del kibutz Kfar Aza- pero un amigo le dijo al sitio de noticias Ynet que parecía estar bien.
Siete horas después de esas entregas, en la Cisjordania ocupada aparecieron los festejos por los prisioneros palestinos liberados, pese a las advertencias del ejército israelí sobre que no permitiría celebraciones públicas y serían castigadas. Esas fuerzas vieron como multitudes inundaron las calles alrededor de la 1 de la madrugada, cuando grandes autobuses blancos que transportaban a 90 detenidos palestinos (todas mujeres o adolescentes) salían de las puertas de la prisión de Ofer, cerca de la ciudad de Ramallah, en Cisjordania. Hubo fuegos artificiales y hasta se izaron tres banderas de Hamás, en un territorio donde en realidad quien gobierna es la Autoridad Palestina. La multitud festejaba al grito: ¡Dios es más grande!”.
Ninguno de los palestinos liberados había participado de los ataques del 7 de octubre; Israel los metió presos por supuestos delitos “contra la seguridad”, acusación que abarca desde aquel que pudo arrojar piedras contra algún oficial o el que pudo haber incitado a la violencia desde las redes sociales, hasta hechos más graves como, por ejemplo, un intento de asesinato. La detenida más reconocida es una mujer llamada Khalida Jarrar, de 62 años, integrante del Frente Popular para la Liberación de Palestina, una facción de izquierda laica que participó en ataques contra Israel en la década de 1970, pero que luego redujo sus actividades militantes. Desde su arresto a fines de 2023, estuvo recluida en detención administrativa renovable indefinidamente, una práctica ampliamente criticada que Israel utiliza contra los palestinos. Ella aseguró: “Estamos viviendo un doble sentimiento: por un lado, un sentimiento de libertad por el que agradecemos a todos, y por el otro, este dolor por haber perdido a tantos mártires palestinos”.
La próxima liberación de rehenes y prisioneros está prevista para el sábado 25 de enero. En esa instancia, otras cuatro mujeres serán entregadas por Hamás. Todos los rehenes israelíes que serán entregados en la primera fase del acuerdo son los llamados casos humanitarios: mujeres, niños, hombres mayores de 50 años y hombres enfermos o heridos. Se cree que la mayoría de los 33 rehenes, aunque no todos, están vivos. Vale recordar que de los 251 secuestrados originales, además de los 112 que ya fueron intercambiados (4 en un principio, 105 entre noviembre y diciembre de 2023, y tres ahora), se estima que 91 permanecen ahora en Gaza, incluidos los cadáveres de al menos 34 muertos confirmados por las FDI. Además las tropas israelíes rescataron con vida a ocho rehenes y también se recuperaron los cadáveres de 40, incluidos tres muertos por error por los militares de Israel cuando intentaban escapar de sus captores. En poco más de dos semanas comenzarán las negociaciones sobre la segunda fase del acuerdo de "alto el fuego", que es mucho más complicada.
Lo cierto es que pese a la continuidad hasta hace unas semanas de los bombardeos israelíes, en Gaza esta nueva situación de no ataques entusiasma a su castigada población. Según el Ministerio de Salud de Gaza, hubo 46.000 muertos por las bombas y balas israelíes por la contraofensiva desatada tras los ataques del 7 de octubre. Esa autoridad señala que las mujeres y los niños representan más de la mitad de las muertes pero no distingue entre civiles y combatientes.
Hubo un dato que no pasó inadvertido para Occidente. La gran cantidad de milicianos armados que salieron a la calle en apoyo de Hamás tras esta tregua, aun cuando se suponía que Israel los había prácticamente borrado del mapa. De hecho, en algunas celebraciones aparecieron con sus caras cubiertas y sus armas largas en sus manos esos militantes que se mostraban supuestamente triunfantes, mientras la multitud coreaba consignas a favor de Hamás. Es más, la policía dirigida por ese grupo resurgió tras meses de mantenerse ocultos.
En el medio, lo que se avizora son ciudades reducidas a escombros. Y a miles de personas transitando esos caminos intentando volver a un escenario inimaginable, con restos humanos entre las ruinas. Alrededor del 90% de la población de Gaza fue desplazada por el conflicto y se estima que aun en el caso de que el ”alto el fuego” perdure en el tiempo, la reconstrucción llevará varios años. Mientras, se vuelve imprescindible que aumente la ayuda humanitaria. “Es un momento de enorme esperanza”, dijo el jefe humanitario de la ONU, Tom Fletcher. “Es frágil, pero vital”. Tan frágil y tan vital que genera esperanza y temor. Porque parece ser la última oportunidad para la paz.
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