Italia: el increíble caso del "santo millennial" que convoca a multitudes
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Carlo Acutis murió de leucemia en 2006 cuando tenía 15 años. Hoy se convirtió en sujeto de veneración para los fieles católicos, en especial los más jóvenes. La historia del "influencer de Dios" que "evangelizaba" a través de Internet y al que le atribuyen al menos dos milagros.
Por Gabriel Michi

La fe tiene misterios difíciles de explicar. Y genera fenómenos que no dejan de sorprender. El más reciente es el que despertó el "santo milenial" en Italia. Se trata de Carlo Acutis, un joven de 15 años que murió de leucemia en 2006 y que se ha convertido en un sujeto de veneración para los fieles católicos, en especial lo más jóvenes. Los peregrinos llegan en masa a Asís, ciudad medieval famosa por San Francisco y Santa Clara, dos de los principales santos más queridos por los creyentes. Ahora los feligreses no sólo se acercan por ellos, sino que también lo hacen por Carlo, el joven que ya fue beatificado y quien será canonizado el próximo 27 de abril. Sería el primer santo del milenio o "millennial", que predicaba a través de la web, aprovechando sus destrezas y habilidades en el uso de las nuevas tecnologías. Es más, lo suelen llamar "el influencer de Dios". O el "santo patrón de internet",
A este joven británico-italiano (nació en Londres el 3 de mayo de 1991, de padres italianos, y se mudó a Milán de niño) que falleció tan prematuramente, le asignan varios milagros post mortem. Carlo Acutis será la persona contemporánea más joven en ser canonizada, un camino que ya hicieron dos niños pastores portugueses que vivieron a principios del siglo XX y que fueron proclamados "santos" católicos en 2017. Lo que se sabe de este adolescente es que era un muchacho muy devoto, pero "normal", según su familia. Su madre, Antonia Salzano Acutis, lo describió ante AP: “Carlo no era un extraterrestre, era una persona normal. Pero si la luz de Cristo ilumina su vida, esta se vuelve extraordinaria. Siempre rezamos a los santos, y al final, ¿qué hicieron los santos? Le abrieron las puertas de su vida a Cristo”. Una de las frases favoritas de su hijo y que Antonia repite una y otra vez es: “Todos nacen originales, pero muchos mueren como fotocopias”. Y, siguiendo ese pensamiento, ella declara: “El santo es aquel que no murió como una fotocopia, que realizó ese proyecto de santidad que Dios estableció en la eternidad para cada uno de nosotros, como todos debemos hacerlo”.
Esta madre no era católica practicante cuando nació su hijo. Pero luego, a raíz de Carlo, comenzó a acercarse a la Iglesia. Al principio, la filosofía de su hijo y su generosa forma de actuar, la sorprendía. Solía bromear con su marido diciendo era como “un pequeño Buda”. Lo dice por el altruismo que caracterizada a su hijo, su dedicación hacia los demás y su obediencia nada conflictiva ni conflictuada. Ya de niño, a Carlo se le despertó la fe. "Ingresaba en cada iglesia para saludar a Jesús y a María", cuenta su mamá. Hasta que tiempo después comenzó a ir a misa y a los 7 años recibió la comunión, una edad poco habitual. Allí se hizo devoto del Santísimo Sacramento. Rezaba el rosario todos los días. Pese a que sus contemporáneos estaban en otra sintonía y preferían la vida habitual de los jóvenes, él no se aislaba y les hacía bromas sus amigos. Según su madre, “esta era una forma de ocultar su fe, porque Carlo sabía que sus amigos no lo entenderían. Pero Carlo fue testigo, un testigo silencioso, a través del valor de la amistad, a través del valor de la generosidad, ayudando a sus compañeros en la escuela, defendiendo a los adolescentes que sufrían acoso escolar”.

El joven solía ayudar a las personas sin hogar y, por su propia personalidad y valores, no le seducían las comodidades propias de un niño adinerado en la onerosa Milán. Por eso, le pedía a sus padres que donaran a los pobres, por ejemplo, el dinero que podrían llegar a gastar en comprarle un segundo par de zapatillas para él. O graficado también en haber desistido de irse a esquiar en las estaciones más lujosas junto a sus compañeros y elegir quedarse dando catequesis en su parroquia. Por ese tipo de actitudes de despojo y desprendimiento de lo material es que muchos lo emparentan con San Francisco -que también dejó de lado sus riquezas familiares para entregárselas a los más pobres- , de quien el joven Acutis era tan devoto que hasta pidió ser enterrado en Asís.
El cuerpo del joven -vestido con ropa deportiva- está en el Santuario della Spogliazione, conocida como Santa María la Mayor, ubicada en el lugar donde hace 800 años San Francisco renunció a las riquezas de su familia. Hasta allí llegaron decenas de fieles, especialmente jóvenes que ve a este próximo santo como alguien más cercano a ellos. Su juventud está llevando a que otros adolescentes se acerquen a una Iglesia que estaban abandonando masivamente.
Así lo explicó, por ejemplo, María Rosario Riccio, madre y educadora que visitó recientemente el santuario de Acutis con un grupo de 50 jóvenes de la parroquia del sur de Italia: “San Francisco, Santa Clara, por supuesto, santos importantes que marcaron una época, pero eso está muy lejos de los adolescentes de hoy. Carlo es como los niños”. Y agregó: “Es casi un santo de nuestro tiempo, que puede mostrarles a los adolescentes que es posible amar a Jesús siendo un joven normal”.
Y es tan así que Carlo había decidido utilizar las nuevas tecnologías para llevar su prédica religiosa, lo que le sirvió para tender puentes con otros jóvenes de su edad. Acutis supo interpretar -así como lo hizo San Francisco cuando llevó su prédica de las iglesias a las plazas- que hoy las plazas públicas están en línea, en la web y que ese es el hábitat es donde están los jóvenes. Por eso llevó su palabra a la web, Internet y las redes sociales. A tal punto que creó una exposición en línea sobre la Eucaristía y los milagros donde el pan y el vino se hicieron carne y sangre a lo largo de los siglos, aplicaciones que se hicieron muy populares entre parroquias de todo el Mundo. Según su madre, Carlo se transformó en una suerte de "puente hacia Jesús" , lugar que supo ocupar incluso en el doloroso transcurrir de su enfermedad terminal, que enfrentó sin quejarse, algo que también forma parte del legado que dejó este próximo santo.
Ahora, para llegar a "santo" no alcanza con atestiguar un compromiso con la fe y un accionar altruista en beneficio del prójimo, sino que se deben probar los presuntos milagros. Y, eso es lo que se le asigna a Carlo Acutis. Por ejemplo, en el proceso de canonización, se valoró la curación de una estudiante costarricense que sufrió un accidente de bicicleta en Italia. La madre del herido le rezó a Carlo y el joven lastimado se recuperó. El otro caso fue el de la curación de un niño brasileño de 7 años que sufría un raro trastorno pancreático y que lo superó después de entrar en contacto con una reliquia de Acutis, un trozo de una de sus camisetas. La madre de Carlo, además, agrega: "Estaba segura de que ya era un santo en vida. Curó a una mujer de cáncer rezándole a la Virgen de Pompeya". Aquellos dos milagros post-mortem "acreditados" son lo que colocaron en camino a la santidad. El Papa Francisco los aprobó.

Cada fin de semana hay un verdadero desfile de personas que se acercan a rendirle culto al próximo canonizado, desde sacerdotes, monjas y feligreses comunes llegados de distintos lugares de Italia. Y, como un signo de esta época y de las juveniles características del venerado, muchos chicos y chicas se toman "selfies" pegados al cristal protector frente al habitáculo donde reposan los restos del joven aparentemente dormido. Hoy genera una devoción que asombra a todos.
Entre los sorprendidos está el propio obispo de Asís, Domenico Sorrentino, quien señaló: “Veo aquí un volcán de gracia en erupción… No puedo creer lo que veo”. Y, en la parroquia en cuestión -que por años estuvo en un segundo plano dado la cercanía de la Basílica de San Francisco- ahora se vive un fenómeno impresionante: durante el último año, más de un millón de peregrinos llegaron para venerar a Acutis. Según Sorrentino, se sienten atraídos por “su manera sonriente de vivir nuestra fe”.
En los souvenirs y elementos que se venden en las santerías, se ve a un adolescente feliz, generalmente con un remera roja, que lleva una mochila, como cualquier adolescente. Esas imágenes lograron lo impensado en las tiendas de recuerdos de Asís: empardar la popularidad de las figuras San Francisco con su sencillo hábito marrón. Vale recordar que el santo más famoso de esa localidad -y uno de los más reconocidos de todo el mundo- es el mismo en quien pensó Jorge Bergoglio para llevar su nombre como Sumo Pontífice cuando asumió en 2013. La propietaria de una de esas tienda, Silvia Balducci, contó que adoptó al "santo millennial" hace años: “Tenía mucha curiosidad por este nuevo santo que atrae a los jóvenes”.

También hay grupos de madres que se acercan al santuario de Acutis para pedirle por sus hijos. Pareciera que el hecho de que el venerado tiene la edad de sus chicos y chicas, le trasmite a esas mamás la sensación de que sus demandas espirituales tienen más chances de ser escuchadas. El interés que despierta Carlo ha llevado a que los y las catequistas deban estudiar su vida como la del propio San Francisco de Asís. Una de ella es Verónica Abraham, quien hace hincapié en la caridad y la generosidad del adolescente, así como su costumbre de sentarse a charlar con cualquiera que pareciera solo.
Cuando se llevó a cabo la ceremonia de beatificación en la Basílica de San Francisco de Asís, se desveló lentamente un retrato de Acutis en el medio de esa descomunal estructura religiosa: su rostro sonriente, su cabello enrulado y su chomba roja contrastaba con la formalidad y el escenario donde todo eso ocurría. Allí, el cardenal Agostino Vallini, delegado papal para las basílicas de Asís, besó a los padres del niño, Andrea Acutis y Antonia Salzano, tras leer la proclamación decretada por el Papa Francisco.
El joven que hoy es venerado por sus pares, había creado un sitio web para catalogar milagros y se además se había hecho cargo y colaboró con sitios web de algunas organizaciones católicas locales. Era un hábil informático desde muy temprana edad, a tal punto que, siendo un pequeño alumno de la escuela primaria, aprendió a programar con un libro de texto universitario. Después pudo ampliar sus saberes en la edición de videos e incluso creando animaciones. Por eso, en la ceremonia de beatificación, el cardenal Agostino Vallini señaló: “Carlo usó Internet al servicio del Evangelio, para llegar al mayor número de personas posible. Y veía la web como un lugar para usar con responsabilidad, sin volverse esclavo”

En vida, mientras transitaba la enfermedad, el adolescente le llegó a decir a su madre que le daría muchas señales de su presencia después de la muerte. Y, según Antonia Salzano Acutis, esa promesa se hizo realidad: “Antes de que nos dejara, le dije: 'Si en el cielo encuentras a nuestros amigos de cuatro patas, busca a Billy, mi perro de la infancia' a quien nunca conoció”. Y un día recibió una llamada de una tía que desconocía el pacto madre-hijo, quien le dijo: “Esta noche vi a Carlo en un sueño. Tenía a Billy en brazos”.
Hoy la imagen de Carlo Acutis cobra una fuerza especial. Y cientos de fieles -en particular jóvenes- se acercan a la iglesia donde están sus restos para conocerlo, rezarle y pedirle algún milagro. Pero lo cierto es que el fenómeno ya se desató y el primer "santo millennial", el "santo patrón de Internet", convoca a multitudes, en especial, jóvenes. Desde esa imagen que sorprende, desde esa historia que conmueve y que lo transformó en el "influencer de Dios".

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