Hace años que en el país nipón mueren más personas de las que nacen y la población desciende. Las personas se casan menos, tienen menos hijos y cada vez hay más adultos mayores. Curiosidad: un estudio señala que en el año 2531 todos podrían apellidarse Sato.
Por Gabriel Michi
El "Imperio del Sol naciente" vislumbra una oscura noche en su horizonte. En su futuro. Y es que en Japón cada vez hay menos nacimientos, menos casamientos, mayor envejecimiento de su población y una tendencia que a la larga podría llevar a la extinción de los nipones. Desde hace tiempo cada año hay más personas que mueren que las que nacen, lo que conduce a un camino sin salida. Según Hiroshi Yoshida, economista de la Universidad Tohoku de Sendai, la población de Japón podría reducirse masivamente durante el próximo milenio por la caída de la tasa de natalidad. Y fue más allá: "La posibilidad de que la raza japonesa se extinga es alta".
Desde el 2010, cuando Japón alcanzó su máxima población histórica, año a año, sus habitantes fueron disminuyendo. En datos: el Ministerio de Asuntos Internos y Comunicaciones calculó que al 1 de octubre de 2022 la población total del país era de 124.947.000 personas, lo que supuso un descenso de 656.000 (0,44 %) respecto al año anterior. A ese ritmo, en 192 años, es decir, para el 2216, no quedarían más japoneses en la Tierra; claro que en realidad sería mucho antes, ya que ese decrecimiento se va acelerando con el tiempo. Pero todo eso, por ahora, es ciencia ficción. Lo que es una realidad es esa merma constante. Y a ese cuadro se suma otra situación bien concreta: desde el año 2006, en Japón hay más defunciones que nacimientos, realidad que se repite y se profundiza cada año, con una cifra máxima de diferencia de 731.000 casos entre quienes fallecen y quienes llegan al Mundo.
En enero de 2023, el primer ministro, Fumio Kishida, lanzó una advertencia demoledora sobre la crisis demográfica: aseguró que Japón estaba "al borde de no poder mantener las funciones sociales" debido al descenso de la natalidad. Y los datos lo respaldan: la población nipona no para de disminuir, las muertes superan a los nacimientos desde hace más de una década, y la tasa de fertilidad es del 1,3, muy por debajo del 2,1 que, según las estadísticas, es necesario para mantener una población estable, sin el componente "inmigración". Además, la proporción de ancianos japoneses (mayores de 65 años) ya representan el 29,1% de la población, no sólo la tasa más alta de toda la historia nipona sino que también es la más elevada del mundo. Todo esto confluye en un problema cada vez más gigantesco de la cuarta economía mundial, escalón al que acaba de caer tras ser superado por Alemania. Vale recordar que quienes lideran ese ránking son EE.UU. y China. La caída en la población económicamente activa y la proyección de que eso sea algo que se va a potenciar porque cada vez hay menos jóvenes y niños, ponen en riesgo de quiebra a todo el sistema previsional y jubilatorio de esa potencia de Asia. Pero no es el único desafío que la atraviesa.
Según datos oficiales, en 2022 había 74.208.000 personas en edad laboral (15 a 64 años), unos 296.000 menos que el año anterior. Esta cifra equivale al 59,4 % del total de la población, el nivel más bajo desde 1950. Mientras que las personas de 65 años o mayores aumentaron en ese período en 22.000, alcanzando la cifra de 36.236.000, y representando el mencionado 29 % de la población total, la proporción más alta en la historia. Es más: en ese sector, hay 19.361.000 personas que tienen 75 o más años, un aumento de 691.000 con el año anterior. Es decir, el 53,4 %, más de la mitad de la población de 65 años en adelante, tiene 75 años o más. Lo cual es un excelente dato en cuatro a expectativa de vida pero algo que preocupa a las autoridades por las cuestiones antes mencionadas.
Los cambios demográficos van acompañados por otros sociológicos: la tasa de casamientos baja sistemáticamente. Para graficarlo: el número de matrimonios en Japón descendió casi un 6% en 2023 con respecto al 2022, mientras que los divorcios aumentaron un 2,6%. Hubo menos de 500.000 bodas por primera vez en 90 años.
Pero hay otro dato curioso: un estudio realizado utilizando distintas estadísticas y ecuaciones matemáticas indica que para el año 2531 todos los japoneses podrían llevar el mismo apellido, "Sato". ¿Cómo se llegó a esa conclusión? Primero porque en el territorio nipón todavía las mujeres que se casan adoptan el apellido de sus maridos -algo que es combatido por la campaña "Think Name Project", un grupo que exige cambios legales que permitan a las parejas conservar sus dos apellidos y así potenciar la diversidad de esos nombres-. Además, los matrimonios entre personas del mismo sexo están prohibidos, lo que también limita condiciona ese escenario. Lo cierto es que, en los últimos años, ha habido una tendencia de mayor concentración de personas en menos apellidos o, dicho de otra manera, cada vez son más comunes un puñado de nombres en detrimento de la diversidad. Y en ese sentido, según Myoji Yurai, una empresa que rastreó los más de 300.000 apellidos de Japón, "Sato" es actualmente el más común, seguido de "Suzuki" y "Takahashi", en ese orden. Alrededor de 1,8 millones de personas de los 125 millones de habitantes del país oriental tienen el apellido "Sato".
Según Hiroshi Yoshida, el economista de la Universidad Tohoku de Sendai, que dirigió el estudio, si las normas se mantienen, todos los japoneses podrían tener el apellido "Sato" en el año 2531. Aunque aclaró que esa proyección solo se mantendría si el país pudiera superar lo que ya es una de sus crisis más acuciantes: una tasa de matrimonios cada vez más baja. Yoshida explicó que "si mucha menos gente de lo esperado se casa, existe la posibilidad de que este cálculo sea diferente".
Esta concentración de más personas en pocos nombres no es algo exclusivo de Japón, sino que se repite en gran parte de Asia Oriental ya que suelen ser menos diversos que en los países occidentales. Por ejemplo, alrededor del 30% de los habitantes de China se llaman Wang, Li, Zhang, Liu o Chen. Y el 86% de la población china comparte apenas 100 apellidos.
Esta tendencia a la extinción de nombres tiene una denominación: proceso de Galton-Watson, que postula que en las sociedades patrilineales los apellidos se pierden o extinguen con el tiempo con cada nueva generación, a medida que las mujeres adoptan los apellidos de sus maridos, tal como ocurre en Japón.
Pero más allá de que el país nipón pueda sucumbir al uso de un único apellido dentro de cinco siglos, antes debe preocuparse por llegar con algún ciudadano para esa época. Ya que, como se dijo, su población se viene reduciendo sin parar desde hace 14 años. Y el panorama no parece para nada alentador. La letal crisis demográfica podría extinguir a los japoneses. Y sumergir al "Imperio del Sol naciente" en la noche más oscura.
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