EE.UU. y Rusia realizaron el mayor canje de prisioneros de la era post-soviética. Al menos 26 personas fueron entregadas a sus contrapartes, incluso una familia de espías rusos que habían vivido camuflados en Argentina y un periodista español detenido en Ucrania.
Por Gabriel Michi
Hay postales que emergen en este presente, pero que parecen extraídas del pasado. De un pasado que se supuso enterrado hace casi 35 años. Pero que sigue vigente. Estados Unidos y Rusia acaban de completar su mayor intercambio de prisioneros en la era postsoviética. Según se supo, fueron canjeados 26 presos de siete países (Estados Unidos, Alemania, Polonia, Eslovenia, Noruega, Rusia y Bielorrusia). Entre los intercambiados figura una familia de espías rusos, los Dultsev, que por años vivió camuflada como simples ciudadanos en el barrio porteño de Belgrano. Hasta que el matrimonio y sus dos pequeños hijos (una nena y un varón) viajó a Eslovenia para activar su misión para Rusia, aunque lo hicieron con pasaporte argentino. El secreto fue tan grande que ni siquiera sus hijos -que también formaron parte del trueque de presos- sabían del origen del matrimonio que llevaba una vida totalmente normal en Argentina, desarrollando aparentemente tareas de mantenimiento de computadoras, hasta que fueron enviados a espiar a un miembro de la OTAN que, encima, tenía la ventaja para los intereses rusos de no contar -supuestamente- con tanta seguridad y de facilitarle a sus agentes el traslado por otros países de la UE por la libertad de fronteras que hay dentro del "Espacio Schengen". Pero fueron descubiertos y detenidos. Cuando esta familia llegó en el avión que lo trasladó a Rusia, los recibió el propio presidente Vladimir Putin y lo hizo con un "buenas noches" en español, sabiendo que los niños habían transcurrido toda su vida en Buenos Aires y que ese es su idioma. Ellos se emocionaron hasta las lágrimas. Sus progenitores Artiom y Anna Dultsev habían sido condenados en Eslovenia a un año y siete meses de prisión por presunto espionaje.
En el mismo vuelo de "repatriación" viajaba el periodista hispano-ruso Pablo González, detenido durante la Guerra en Ucrania en Kiev, en el inicio de la guerra con Rusia. Este reportero -con una extensa experiencia en distintas coberturas de conflictos bélicos trabajando como freelance para reconocidos medios como la Agencia EFE y el diario Público- fue intercambiado por el periodista Evan Gershkovich y sus compatriotas estadounidenses Paul Whelan y Alsu Kurmasheva. Ellos formaron parte de este acuerdo -forjado a instancias de la mediación de Turquía, donde se realizó el intercambio- y por el que se concretó el trueque de esa más de dos docenas de encarcelados de un lado y del otro. El intercambio se realizó bajo la coordinación de la Organización Nacional de Inteligencia de Turquía. Y se concretó en el aeropuerto Esenboga de Ankara. Luego de los controles médicos, fueron enviados a los respectivos aviones que los conducirían a sus países.
Fueron tres años de duras y complejas negociaciones entre las partes que se realizaron en medio de un total hermetismo y por canales secretos. El canje de presos adquirió tal relevancia que tanto el presidente de los EE.UU., Joe Biden, y su vice, Kamala Harris (virtual candidata a sucederlo entre los demócratas), como el mandatario ruso Vladimir Putin recibieron con todos los honores a sus respectivos prisioneros intercambiados. En el caso estadounidense el encuentro se produjo en la Base Conjunta Andrews, en las afueras de Washington. En tanto, del lado ruso, se suscitó en el aeropuerto moscovita de Vnúkovo, donde fueron recibidos con alfombra roja y por una guardia de honor del regimiento presidencial.
Además de haber logrado la liberación de Evan Gershkovich, periodista de The Wall Street Journal acusado por Rusia de espionaje en marzo de 2023, EE.UU. consiguió que le "entreguen" a Paul Whelan, un ejecutivo de seguridad corporativa de Michigan, al que también los rusos habían acusado del mismo delito aunque sin demostrar cuáles eran las pruebas de semejante imputación. Esos dos casos fueron de los más conocidos, pero en el grupo de liberados también figuraban desde activistas políticos veteranos hasta personas que simplemente se oponen a la guerra en Ucrania.
Por su parte, Rusia también consiguió intercambiar -además de a la familia de espías Dultsev- a Vadim Krásikov, sentenciado en Alemania a cadena perpetua por el asesinato del excomandante checheno Zelimján Jangoshvili, que luchó contra Rusia durante la segunda campaña chechena. También fue "devuelto" Vladislav Klyushin, que en 2023 recibió una pena a nueve años de prisión en EE.UU., acusado de participar en una trama de uso de información privilegiada. Y Mijaíl Mikushin condenado en Noruega por presunto espionaje. La lista la completaron Román Selezniov sentenciado en EE.UU. a 27 años de cárcel por "ciberfraude", incluido el robo de datos de tarjetas de crédito y la organización de estafas en línea y Vadim Konoschénok, acusado de comprar ilegalmente productos electrónicos para el complejo militar-industrial ruso, y que se enfrentaba en EE.UU. a una pena de hasta 30 años de prisión. Putin le entregó unos ramos de flores a la familia que había vivido en Argentina, felicitó a los recién llegados por su regreso a "su patria" y, "a quienes tienen relación con el Ejército", les agradeció su lealtad al juramento y prometió condecorarlos.
Quien se opuso ferozmente a este intercambio de prisioneros fue el ex presidente y actual candidato Donald Trump quien publicó en su red Truth Social que ese trueque de la administración Biden con Rusia había sido una “vergüenza”. Se preguntó si Estados Unidos estaba entregando a “asesinos, homicidas o matones”. “Nuestros ‘negociadores’ siempre nos avergüenzan: Están llamando al comercio ‘complejo’. ¡Eso es para que nadie pueda entender lo malo que es!”, escribió Trump.
Distinta fue la posición del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y de la jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quienes dieron la bienvenida a los prisioneros liberados que llegaron a sus territorios -algunos de ellos pertencían a la UE-, a la vez que criticaron a Moscú. “Me alegro de la liberación de 16 personas encarceladas injustamente por el régimen ruso”, dijo Michel. En tanto, Von der Leyen elogió “la liberación de ciudadanos inocentes de la UE y de los EE. UU. y de los honestos demócratas rusos cautivos en Rusia”. Y agregó: “El Kremlin los cambió por criminales y asesinos convictos. Esto muestra la marcada diferencia. Este es un momento de gran alegría para todos los que han luchado por su libertad”
Así, el mayor canje de presos desde el final de la "Guerra Fría" generó todo tipo de lecturas, de acuerdo a quien lo mire. Pero no dejó de ser un acontecimiento histórico que proyecta a este presente imágenes y situaciones que se suponían sepultadas en el pasado. Aún así, no deja de ser una buena noticia para sus actores. Esas personas que vieron cómo sus historias se veían atravesadas en un hecho sin precedentes en las últimas décadas. Algunas sabiéndose responsables de los hechos que se le imputaron. Otras simplemente por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. Pero todos como protagonistas del mayor intercambio de prisioneros en mucho tiempo.
Comments