Más de 50 millones de niños y niñas fueron desplazados de sus lugares por los conflictos armados. Una cifra nunca vista, que se duplicó desde 2010. Sólo en 2023, 10 millones se vieron obligados a dejar sus hogares. Los peores datos surgen de Sudán, Somalia y Gaza.
Por Gabriel Michi
Se supone que las personas adultas deben garantizar los derechos de los niños. Todos los derechos. Y más aún los que garantizan sus vidas. Sin embargo, la realidad muestra otra cosa. Son los niños las víctimas más indefensas y vulnerables de las atrocidades que cometen los adultos. Y, en ese plano, hay una que sobresale como la peor de todas: la guerra. En ellas, no sólo pierden la vida miles de chicos y otros quedan mutilados, sino que millones de ellos se ven obligados a abandonar sus hogares y dejar atrás sus historias, con todo lo que eso significa. Y ese fenómeno, encima, se multiplicó, llegando a cifras nunca vistas. Los conflictos bélicos actuales hicieron que haya más de 50 millones de niños desplazados en todo el mundo. El dato no sólo es contundente, sino que es aún más grave si se tiene en cuenta que se duplicó desde el año 2010.
Es más, según un nuevo informe de la ONG Save the Children, más de 10 millones de niños que viven en algunas de las diez zonas de conflicto más graves de la actualidad se vieron obligados a huir de sus hogares el año pasado. Esos 10 millones de nuevos desplazados de 2023, se sumó a los 40 millones que ya estaban previamente en esa condición, llegando a la escalofriante cifra de 50 millones, un número que nunca se había registrado en toda la historia. Save the Children asegura que en 2023 hubo 29.000 niños fueron desplazados cada día, tanto dentro como fuera de su propio país. Los niños más afectados por semejante situación son los de Sudán, Somalia y la Franja de Gaza.
Un portavoz de la ONG dijo que "un niño desplazado probablemente haya sido testigo de violencia o destrucción que ningún niño debería ver jamás, antes de tener que dejar atrás todo lo que conoce. Cuando los niños pierden sus hogares, pierden casi todo: su acceso a la atención médica, la educación, la alimentación y la seguridad". En ese contexto es que Save the Children remarca la necesidad de que se apoye a los niños de todo el mundo y que la comunidad internacional focalice en las infancias sufrientes. "Los chicos necesitan suministros vitales, pero también seguridad, educación, refugio, salud y un lugar para jugar, reír y aprender".
Al cuadro general que se venía registrando durante el año pasado se sumó lo ocurrido en la Franja de Gaza tras los brutales ataques terroristas de Hamás del 7 de octubre (que dejaron 1.200 muertos, miles de heridos y 240 secuestrados) y la feroz respuesta de Israel que ya dejó más de 29.000 muertos. En ese contexto, mientras las bombardeos israelíes no daban tregua, la proporción de la población que estaba desplazada dentro de la Franja de Gaza se convirtió en una de las más altas registradas en poco tiempo a nivel mundial. Encima, según Save the Children, hubo más de 10.000 menores que murieron desde el inicio de la ofensiva israelí. Una cifra gigantesca que aterroriza a los 1,1 millones de niños y niñas de Gaza −el 1% de la población infantil total−. Es más, la mayoría de ellos tuvieron que ya tuvieron que dejar sus hogares. Y forman parte de esos 50 millones que debieron dejar atrás sus historias en todo el mundo. Una deuda de toda la Humanidad para los niños de la guerra.
El peor destino
Si el dato de que hay más de 50 millones de niños y niñas que se vieron forzados a dejar sus hogares por las guerras, hay algo aún más angustiante: Según la agencia de las Naciones Unidas para la infancia (UNICEF) al menos 20 niños al día sufren graves consecuencias de los conflictos armados como la mutilación y hasta la muerte. Según UNICEF, entre 2005 y 2022, ONU verificó que hubo al menos 120.000 niños muertos o mutilados por guerras y más de 315.000 violaciones graves cometidas contra niños en zonas de conflicto. Estas violaciones incluyen, en el peor caso, la muerte del niño, pero también la mutilación, el secuestro, la violencia sexual o el reclutamiento por parte de grupos armados.
En ese sentido, Catherine Russell, directora ejecutiva de UNICEF: señaló "Toda guerra es, en última instancia, una guerra contra los niños (…) la exposición a los conflictos deja cicatrices catastróficas e imborrables en los niños”, pero la respuesta internacional es insuficiente.
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