A través de un provocador video, el presidente de EE.UU. mostró cómo imagina el futuro de la destruida Franja con inversiones donde aparecen sus hoteles y Elon Musk. Algo que significaría arrebatarle la tierra y expulsar a los palestinos. En Israel hay proyectos similares.
Por Gabriel Michi
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Hoy todo es ruinas, dolor y muerte. Una postal de la destrucción después de más de 16 meses de guerra, con las bombas y ataques israelíes que han provocado más de 42.000 muertos y el desplazamiento de 2 millones de personas, todo tras los atentados de Hamás del 7 de octubre de 2023 que terminaron con 1.200 asesinados. Una postal horrorosa que, sin ningún tapujo, es utilizada por el presidente de los Estados Unidos para "promocionar" su idea de convertir ese territorio en ruinas de la Franja de Gaza en una lujosa superficie para el turismo, aun a costa de tener que echar de allí a todos sus legítimos habitantes. Y para eso Donald Trump acaba de difundir un polémico video hecho con Inteligencia Artificial donde se contraponen las actuales imágenes de destrucción en Gaza con hipotéticas -y bizarras- postales de una Franja donde se exponen hoteles de lujo (incluso de la cadena del presidente estadounidense), un Elon Musk que tira billetes y chicos que los recogen desesperadamente en el aire, estatuas de oro del propio Trump que baila con odaliscas, el mismo que luego aparece tomando un trago en una piscina de su hotel con el premier israelí Benjamin Netanhyahu, ambos en traje de baño. Una provocación humillante y de mal gusto que lo único que hace es incrementar las tensiones que ya existen en uno de los lugares más conflictivos del planeta y con una población que hoy atraviesa una crisis humanitaria sin precedentes.
Sin embargo, Trump continúa con sus puestas en escena que en realidad esconden mucho más que una desubicada ironía o un patético sarcasmo. La idea de convertir la Franja de Gaza en un inmenso resort vacacional en el extremo este del Mar Mediterráneo es algo que ya viene repitiendo desde hace tiempo. Y, sin medias tintas, eso incluye la brutal idea de expulsar a sus habitantes, los palestinos, y reinventar sus 365 km² en espacios destinados al turismo internacional. Sin embargo, Trump no parece ser el único interesado en esa iniciativa. Hace un tiempo trascendió que asesores del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, vienen trabajando en un proyecto llamado "Gaza 2035" que apunta en ese sentido. Es más, hay quienes señalan que fue ese plan el que "animó" al magnate estadounidense devenido en presidente por segunda vez a empujar algo similar. Semejante plan ha despertado críticas en todo el Mundo ya que significaría, lisa y llanamente, no sólo una apropiación de un territorio sino una "limpieza étnica" contra la población palestina.
Las imágenes ficticias que hicieron trascender del proyecto "Gaza 2035" muestran ilustraciones de modernos y lujosos rascacielos frente al mar, playas con balnearios turísticos, campos solares y de cultivos, plantas desalinizadoras de agua y hasta un corredor ferroviario a lo largo de la carretera de Salah al-Din, principal autopista de la Franja que conecta la ciudad de Gaza en el norte y Rafah en el sur. Y otras de esas postales también desnudan las ambiciones de los protagonistas: grandes plataformas petrolíferas frente a la costa, extrayendo esos 1.700 millones de barriles de petróleo que se supone hay bajo sus aguas.
En mayo de 2024 se publicaron en Internet una serie de documentos de la Oficina del Primer Ministro israelí en los que se detallaba cómo quedaría Gaza una vez finalizada la guerra. Según el PowerPoint (publicado en ese momento por los medios de Israel), buscaría "reintegrar" a Gaza en la economía regional y potenciar su desarrollo con grandes inversiones económicas y de infraestructura. Por lo menos, así lo vendían. Sin explicar qué pasaría con los dos millones de palestinos gazatíes que allí viven y sólo planteado que eso llevaría al progreso económico de los ciudadanos del lugar.
No era la primera vez que autoridades israelíes enarbolaban una idea así. En 2023, Netanyahu presentó en la ONU su plan “Gran Israel”, que planteaba la absorción de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este en las fronteras oficiales del Estado de Israel. Es más, en 2024 el premier israelí mostró ante la ONU un mapa sobre los conflictos que mantiene su país con sus vecinos y los acuerdos de paz vigentes o los que podrían estar en camino, y en ellos no figuraban los límites ni de la Franja de Gaza ni de Cisjordania; era como si ya estuvieran incorporados a Israel. En ese momento las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) ocupaban gran parte de Gaza y había permanentes operaciones en Cisjordania para, según decían, neutralizar a terroristas. Vale recordar que en ese último territorio ya están instalados unos 700.000 colonos israelíes, en ocupaciones consideradas "ilegales" por el derecho internacional. Esos colonos suelen tener feroces enfrentamientos con los palestinos y muchas veces los sectores de extrema derecha del gobierno israelí le han dado una protección especial a través de su ejército.
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The Jerusalem Post informó en su momento que en el plan “Gaza 2035” se establece “el objetivo de reconstruir Gaza para moderar su política”. En esa idea, se buscaría que la población civil de la Franja pudiera prosperar pero ya sin la presencia de Hamás en el poder. Y en eso entran las consideraciones de loa autores del proyecto "político-inmobiliario" que en los considerandos describieron a Gaza como un “puesto avanzado iraní” que “sabotea las cadenas de suministro emergentes” y “frustra cualquier esperanza de futuro para el pueblo palestino”.
El plan “Gaza 2035” tiene tres etapas y se propone la construcción de la “Zona de Libre Comercio Gan za-Arish-Sderot”, algo que fue incorporado en el imaginario que plantea ahora Donald Trump. Casi la mitad de los 365 km² de la Franja (unos 141 km²) serían reconstruidos por completo después de las ruinas en los que los dejaron los ataques israelíes después de los atentados de Hamás del 7 de octubre de 2024. En esa etapa se levantarían ciudades prácticamente desde cero y se haría con una planificación moderna. Obviamente eso implicaría un plan económico y de sostenibilidad, aseguran. No es una tarea menor si se tiene en cuenta que se calcula que los ataques aéreos israelíes han dañado o destruido alrededor del 60% de los edificios, incluidas escuelas y hospitales, y alrededor del 92% de las viviendas, según Naciones Unidas.
Las tres etapas del plan incluyen una primera fase que se presenta como de "Ayuda humanitaria", que se extendería por un año y donde Israel crearía zonas seguras libres del control de Hamás, empezando por el norte y extendiéndose lentamente hacia el sur. Allí intervendrían un bloque de países árabes (Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Bahréin, Jordania y Marruecos) que distribuiría y supervisaría la ayuda humanitaria en las "zonas seguras". Esas "zonas seguras" serían administradas por los palestinos de Gaza bajo supervisión de los Estados árabes. Vale recordar que desde la firma del "alto el fuego" entre Israel y Hamás -vigente desde el 19 de enero- y por el que hubo un importante intercambio de rehenes y prisioneros, también se permitió el ingreso de miles de camiones con ayuda humanitaria a la Franja.
Según el plan "Gaza 2035", la segunda etapa se desarrollaría en los siguientes 5 a 10 años en los que el manejo de la seguridad quedaría en manos de Israel, mientras que la coalición árabe crearía un organismo multilateral denominado Autoridad para la Rehabilitación de Gaza (GRA) que supervisaría la reconstrucción y manejaría las finanzas de la Franja. Supuestamente la GRA estaría dirigida por palestinos de Gaza y tendría a su cargo la responsabilidad de gestionar las denominadas "zonas seguras". En ese punto lo que se propone es una especie de “Plan Marshall” en lo económico, acompañado de lo que llaman "un programa de desradicalización".
Por último, en la tercera etapa entraría lo que denominan "“Autogobierno” donde el poder se transferiría lentamente a un gobierno local de Gaza o a un gobierno palestino unificado (junto a Cisjordania), pero Israel conservaría el derecho a actuar contra las “amenazas a la seguridad”. Ese proceso supuestamente desembocaría en un final donde los palestinos gestionarían Gaza de forma totalmente independiente y se adhirieran a los "Acuerdos de Abraham". Sin embargo, en ningún momento se menciona la posibilidad de la creación de un Estado palestino ni de la coexistencia de dos Estados, como viene exigiendo la comunidad internacional desde hace años.

Todas las provocativas imágenes y anuncios que se hicieron sobre el destino de Palestina (tanto la Franja de Gaza como Cisjordania) exponen no sólo una virtual apropiación territorial sino también de recursos muy valiosos. Analistas de la ONU calcularon en 2019 que en ambos lugares habrían 3.200 millones de barriles de petróleo con un valor de varios miles de millones de dólares (unos 233.000 millones de dólares al precio actual.). Según la ONU, la cuenca de Levante del Mar Mediterráneo en la costa de la Franja de Gaza puede poseer 1.700 millones de barriles, mientras que en Cisjordania habría el equivalente a 1.500 millones.
A todo eso también hay que agregar la belleza natural del lugar que puede atraer turismo de todo el Mundo. Como también su lugar estratégico en lo geográfico. Según se sabe, los planos que llegaron en 2024 a las manos de Netanyahu también proyectaban a creación de una zona de "libre comercio" que abarcaría Sderot-Gaza-El Arish: Sderot, ciudad israelí al norte de Gaza -que fue violentamente atacada aquel 7 de octubre de 2023-, y el puerto de El-Arish, al sur de Gaza, en la península egipcia del Sinaí. Los autores del plan hablaron de una posible coooperativa en común Israel, Gaza y Egipto para explotar esa iniciativa en un lugar tan estratégico y que podría contener un importante puerto industrial, que serviría como una salida de productos gazatíes, petróleo saudí y/o otras materias primas de otros países del Golfo.
Dentro de este proyecto también se habla de convertir a Gaza en una especie de centro para la fabricación de vehículos eléctricos; la explotación de yacimientos de gas (descubiertos hace poco en el norte) que podrían ser claves para alimentar sus potenciales industrias; y también el levantamiento de campos de energía solar en el Sinaí junto con plantas desalinizadoras.
Ese plan israelí para la post guerra en Gaza fue presentado en Tel Aviv en mayo de 2024. Obviamente, el mundo árabe puso el grito en el cielo por semejante iniciativa que despojaría de su historia, de su identidad y de sus riquezas al pueblo palestino. Rápidamente las voces en rechazo se alzaron. Uno de ellos fue el ministro de Exteriores de EAU, Sheikh Abdullah bin Zayed Al Nahyan quien condenó el plan en una declaración pública: “El primer ministro israelí no tiene capacidad legal para dar este paso, y el Estado se niega a verse arrastrado a cualquier plan destinado a dar cobertura a la presencia israelí en la Franja de Gaza”.

Más allá del impacto que generó aquel anuncio israelí el año pasado, este 2025 el tema volvió a la palestra cuando Donald Trump hizo polémicas declaraciones el 4 de febrero pasado. En el pasado su propio yerno, Jared Kushner, también había promocionado la idea de emprendimientos turísticos en Gaza, donde él mismo tendría intereses. Se habló
de un potencial emprendimiento inmobiliario, sin hacer referencia a la inestable situación política y al desastre humanitario que se vive en esa región. Pero el presidente de los EE.UU. fue aún más allá: anunció que su país tomaría "el control de la Franja de Gaza" y que se "apoderaría de ella". El magnate estadounidense que volvió a la Casa Blanca sostuvo: "Tenemos la oportunidad de hacer algo que podría ser fenomenal. Y no quiero hacerme el listo. No quiero ser un tipo sabio. Pero la 'Riviera del Medio Oriente', esto podría ser algo que podría ser así, podría ser tan magnífico".
Tiempo antes, en una entrevista en la Universidad de Harvard, su yerno Kushner mencionó que la propiedad frente al mar de Gaza podría ser "muy valiosa si la gente se centrara en crear medios de vida". Agregó -sin ningún tipo de tapujos- que, desde la perspectiva de Israel, haría todo lo posible para "sacar a la gente y luego limpiarla". Un verdadero escándalo. Así quedaron al desnudo los intereses económicos que la familia del presidente tiene en la región, donde The Trump Organization, el conglomerado inmobiliario y hotelero dirigido actualmente por los hijos de Trump, Eric y Donald Junior, se muestra cada vez más presente. Por ejemplo, en los últimos años, el grupo empresario selló varios contratos con el promotor inmobiliario internacional de lujo saudita Dar Global, brazo internacional del grupo Dar Al Arkan Real Estate Development Company, una de las mayores corporaciones en la materia de esas economías.

En ese marco, ya se está construyendo un lujoso hotel Trump con campo de golf propio en Oman (Trump International Oman) que costará varios miles de millones de dólares. Y la Organización Trump y Dar Global tienen proyectadas dos torres con el apellido del presidente, una en Yeda, Arabia Saudita, y otra en Dubái, Emiratos Árabes Unidos. Además, Trump ya es propietario de un club de golf en Dubái, inaugurado en 2017, construido en cooperación con Propiedades DAMAC, de Hussain Sajwani. Aseguran que la Organización Trump invertiría más de 20.000 millones de dólares en la construcción de nuevos centros de datos en distintos lugares de Estados Unidos.
El sello Trump, ya les permitió a los hijos del magnate y a su yerno hacer millonarios negocios y ganar millones a cambio de usar su nombre en Medio Oriente, convirtiendo a esa región en uno de los focos principales de sus intereses comerciales. Hace un tiempo, Eric Trump le dijo o al diario británico Financial Times: "Definitivamente, realizaremos otros proyectos en esta región. Esta región tiene un crecimiento explosivo y eso no se detendrá pronto". Y Arabia Saudita, aliado clave de EE. UU. en Oriente Medio, se convirtió en un foco de interés para la familia presidencial. Allí también ha desplegado vínculos también con LIV Golf, una empresa con inversiones deportivas muy controvertidas, con la que mientras la Organización Trump adquiría campos de golf en distintos lugares del mundo, sus socios de LIV le pagó para organizar varios torneos en sus complejos.
Pero más allá del aprovechamiento del apellido Trump, Kushner, el yerno presidencial tiene una compañía "independiente" llamada Affinity Partners, que ya tiene negocios en Arabia y se supo relacionar con Fondo de Inversión Pública (PIF), del propio Estado saudí. A tal punto que el PIF, presidido por el príncipe heredero y gobernante de facto saudí Mohamed bin Salmán -quien fuera señalado en su momento por el secuestro y descuartizamiento del periodista disidente árabe-estadounidense Yamal Jashogyi, desaparecido en la embajada de ese país en Turquía en 2018- , ha invertido 2.000 millones de dólares en Affinity. Pero no sólo el erario público saudí ha invertido en la empresa del yerno de Trump: la Autoridad de Inversiones de Qatar y el administrador de activos Lunate, con sede en Abu Dabi, también fueron de la partida.
Pese a lo lucrativo que ha resultado su desembarco empresarial en los países árabes mencionados, Kushner quiere ir más allá y de hecho ya tiene importantes inversiones en Israel, como por ejemplo en la compañía de seguros Phoenix Holdings y el Grupo Shlomo, lo que ha generado fuertes críticas por la posibilidad que haya un solapado tráfico de influencias, dado el vínculo entre los gobiernos de ambas naciones. Muchos creen que los intereses económicos de la familia Trump y su entorno pueden estar condicionando el direccionamiento que ha tomado su política exterior y su relacionamiento con esos Estados. No alcanza con que Donald Trump haya renunciado a los cargos directivos dentro de su compañía cuando asumió su primera Presidencia en 2016. Su entorno más directo siguió haciendo negocios y usufructuando el poder (simbólico y real) que significa la Organización Trump. Y el propio yerno aprovechó los contactos que cosechó siendo asesor de aquella administración liderada por su suegro.
Y ahora, además de ese abanico de operaciones comerciales en marcha, Trump y Kushner ya manifestaron su interés económicos e inmobiliarios sobre Gaza, ignorando el deseo, la pertenencia y la soberanía que tienen los 2 millones de palestinos que viven en ese lugar. El presidente estadounidense incluso intentó justificar sus alocados planes: "La gente del mundo vivirá allí. Conviértanlo en un lugar internacional e increíble. El potencial de la Franja de Gaza es increíble". Es más, envalentonado por la nueva realidad, Trump sugirió no sólo que se expulsaría a los palestinos de sus legítimos territorios sino que incluso no se les permitiría regresar a Gaza "porque van a tener viviendas mucho mejores". Algo que despertó el rechazo de muchos países del planeta y que, obviamente, enfureció a los gazatíes. Como también enfureció los planes expresados por el premier israelí Benjamín Netanyahu con sus mapas donde desaparecen los dos territorios palestinos y el cuestionado proyecto "Gaza 2035". Y es allí donde los intereses de ambos parecen encontrarse: en la idea de hacer polémicos negocios en la castigada Franja de Gaza. Sin importarles ni siquiera la opinión de quienes son los verdaderos dueños de esas tierras.
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