Tras varios ataques de un animal, incluso uno letal, explotó una disputa sobre la posibilidad de sacrificarlos ante una potencial amenaza. Dicen que los animales se multiplicaron por las medidas proteccionistas y las autoridades quieren flexibilizarlas. Los ecologistas lo rechazan.
Por Gabriel Michi
Un debate divide a Eslovaquia. Y, en este caso, es un debate de vida o muerte. Literalmente. No de seres humanos -aunque un pocos sí- sino de osos. Los eslovacos discuten desde hace tiempo qué hacer con los osos. Si permitir el sacrificio o no de esos animales, ante situaciones extremas. Y ese debate se potenció en los últimos días, después de que un animal atacara al menos a cinco personas. Encima un caso fue letal: el de una turista de Bielorrusia que cayó a un barranco mientras huía por la persecución de ese oso. Frente a ese escenario, hay autoridades que propician que se flexibilicen las medidas proteccionistas sobre esos animales que han llevado a que desde su casi extinción en 1930 hoy haya más de 1.200 ejemplares. Ejemplares que, según sus detractores, ponen en riesgo a las personas en poblaciones cada vez más cercanas a la áreas boscosas donde habitan. Por eso piden que haya una mayor laxitud que habilite el sacrificio de esos animales cuando representan una amenaza para los ciudadanos. Algo a lo que las organizaciones ecologistas y muchas personas se oponen.
Hay políticos sostienen que las medidas de conservación provocaron que las poblaciones de oso pardo se disparen. A tal punto que en localidades como Liptovský Mikuláš, cerca de los montes Tatra, en el norte de Eslovaquia, las autoridades declararon el estado de emergencia en una ciudad del norte del país. Fue en ese distrito donde cinco personas -de entre 10 y 72 años- resultaron heridas en los últimos días por el ataque de un oso. Eso hizo que al menos seis brigadas hayan salido armadas a la caza del animal, mientras se le pedía a la población que evite salir de sus casas y actúe con suma precaución. En particular en do momentos del día: por la mañana y por la noche, horarios en los que este ejemplar fue visto transitando por las calles y metiéndose a los jardines de las casas, en busca de alimentos. En las redes sociales se publicaron videos y fotografías que mostraban al oso corriendo por una ruta, dispersando a los peatones y cargando contra un hombre que se vio obligado a escalar una valla para escapar.
Desde el Ayuntamiento local señalaron: "El oso ha sido empujado a zonas deshabitadas por las fuerzas de rescate y seguridad, donde los equipos de emergencia... tienen órdenes de eliminarlo. Somos un pueblo entre montañas, pero seguimos siendo un pueblo. No podemos permitir que un oso ataque a cinco personas en el centro a plena luz del día".
El peor de los episodios se dio el viernes 15 de marzo cundo la turista bielorrusa mencionada paseaba junto a su novio en una zona boscosa del valle de Demänovská cuando el animal empezó a perseguirles. Ante el terror que les generó, cada uno de ellos salió corriendo para un lugar distinto, El hombre fue encontrado "asustado pero ileso" en lo parte más elevada de un barranco. Sin embargo, la mujer corrió otra suerte. Su cuerpo fue encontrado por un equipo de rescate con perros rastreadores, en el fondo de ese barranco. Mientras ocurría el dramático hallazgo, los guardias debieron disparar sus escopetas varias veces al aire para ahuyentar al oso que seguía al acecho en la zona. Los primeros datos recogidos por los investigadores apuntan a que la mujer murió a causa de la caída por el barranco y no mutilada por el oso. Sin embargo, hubo otro hecho en 2021 que también fue letal por el accionar de uno de esos animales: en aquella ocasión un hombre de 57 años fue encontrado con el cuello, la cadera y la mano mutilados y con huellas de oso cerca. Ocurrió en el valle central de Banskô. En aquel momento se informó de que era el primer ataque mortal que se producía en el país en un siglo.
El caso de la turista bielorrusa, como el del resto de los heridos de los últimos días, reactivó el debate sobre las restricciones conservacionistas que existen sobre estos mamíferos e incluso hay autoridades que piden que se reevalúe el estatus en Eslovaquia y también en toda Europa Central y Oriental. El propio ministro de Medio Ambiente eslovaco, Tomáš Taraba, incluso criticó la cobertura mediática que restaba importancia al papel del oso en la muerte de la mujer que cayó del barranco huyendo de él. Habló de que el "trágico e innecesario suceso" era consecuencia de que "las ONG se dirigieran al Ministerio de Medio Ambiente para decirnos que los osos son herbívoros y que no suponen ningún riesgo para los seres humanos". Pero no sólo el funcionario cargó contra los medios de comunicación y las organizaciones ambientalistas. También le apuntó a la Justicia: "En Eslovaquia tenemos una sentencia del Tribunal Constitucional que nos impide disparar a los osos de forma generalizada. Así que enhorabuena al Tribunal Constitucional, espero que estén contentos con su trabajo". Y fue allí donde Taraba volvió a cuestionar a los ambientalistas a los que responsabilizó de la situación actual es el resultado de "grupos ecologistas extremistas que han convertido Eslovaquia en museos al aire libre en los que uno ya no puede moverse con normalidad". Obviamente esas descalificaciones y críticas son rechazadas por los ambientalistas que piden soluciones no letales contra los animales.
Lo cierto es que el tema de los ataques de osos y el debate sobre qué solución encontrar adquirió tal dimensión nacional en la discusión pública de Eslovaquia que se llegó a meter en la última campaña electoral para las parlamentarias de septiembre de 2023, obligando a la mayoría de los candidatos a sentar sus posiciones al respecto. Fue así que miembros de la coalición populista-nacionalista eslovaca propusieron una flexiblilización de las protecciones medioambientales, señalando que esas medidas hicieron que las poblaciones de osos pardos se disparen generando un verdadero problema, y avalando que se los pueda cazar y sacrificar.
Por todo eso, el viceministro de Medio Ambiente, Filip Kuffa, anunció que Eslovaquia se sumará a una iniciativa junto con Rumania para proponer en el próximo Consejo de Ministros de Medio Ambiente de la Unión Europea que se rebaje el nivel de protección de los osos en esa comunidad de naciones. En el caso eslovaco las autoridades quieren que esa flexibilidad permita abatir osos en Eslovaquia incluso fuera de las zonas urbanas ante determinadas condiciones. Kuffa manifestó que la población de estos mamíferos es hoy "demasiado alta", pero que, más allá del número, el problema es que "los osos han cambiado su comportamiento. Históricamente nunca ha habido un número tan sin precedentes de osos atacando a personas".
La población de osos de Eslovaquia estuvo al borde de la extinción en la década de 1930. A partir de allí comenzaron ciertos esfuerzos de conservación, que obtuvieron un gran avance con la protección legal que llegó en 1989. Así fue que se logró que estos animales vuelvan a su hábitat natural en la cordillera de los Cárpatos, que va desde Rumania hasta Eslovaquia y Polonia, pasando por el oeste de Ucrania.
En la Agencia Estatal de Protección de la Naturaleza estimaron el año pasado que en Eslovaquia hay en el presente una población estable de unos 1.275 osos y afirmaron que hubo una explosión demográfica de esta especie en los últimos años. Grupos ambientalistas como WWF y la Sociedad Eslovaca de Protección de la Naturaleza se oponen al sacrificio de los osos pardos y señalan que es inevitable que la gente entre a veces en contacto con estos animales ya que ellos se acercan a los poblados en busca de alimentos. De hecho, uno de los elementos que más problemas generan son los contenedores de basura que atraen a los osos a las zonas residenciales, potenciando la probabilidad de que se crucen con las personas. Por eso, una vez más, pareciera que el enfoque del conflicto está errado. Y la culpabilización del animal no es más que una muestra de eso. La educación de los seres humanos -por ejemplo, en el tratamiento responsable de sus residuos- y el cuidado del medioambiente -de tal manera que estos mamíferos no deban acercarse a los poblados a buscar víveres- parecen ser cosas mucho más razonables que habilitar la matanza de los osos. Esa puede ser una solución mucho menos brutal. Más "humana". Y menos "animal". Aunque en este caso los términos parecen invertidos.
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