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Mercenarios SA: El peligro de las milicias privadas

La rebelión del ejército de la compañía Wagner contra el gobierno ruso que lo contrató evidencia el riesgo que significan estos grupos armados. No es el único que opera el Mundo. Quiénes son, cómo los reclutan y por qué representan una amenaza para la Humanidad.


Por Gabriel Michi



Hay muchos títulos de películas que podrían relacionarse con esta noticia. Y todos tienen una parte de verdad: "Durmiendo con el enemigo", "Enemigos íntimos", "Historia de una traición", "La sombra de una traición", "Doble traición", entre muchos otros. Cualquiera sea lo cierto es que lo ocurrido en Rusia en los últimos días no sólo es peligroso por donde selo mire sino que deja al desnudo uno de los hechos que más preocupa en el escenario internacional: la participación cada vez más frecuentes de empresas de ejércitos privados en distintos frentes y conflictos. La rebelión de los mercenarios de la compañía Wagner y de su polémico jefe Yevgueni Prigozhin contra el gobierno ruso que lo contrató despertó todas las alertas y genero horas de máxima tensión en torno a Moscú. Los soldados privados de Wagner vienen combatiendo para Rusia en el frente de Este de Ucrania desde el inicio de la guerra -el 24 de febrero de 2022- y fueron clave en la conquista de la ciudad de Bajmut, la más sangrienta y larga desde que comenzó la invasión rusa. Allí Wagner perdió 10.000 hombres de los 20.000 que murieron del lado ruso de la contienda. Fue en ese escenario que se hicieron públicos los reclamos de Prigozhin contra Vladimir Putin exigiéndole que Rusia le envíe las armas prometidas para seguir combatiendo, bajo la amenaza de abandonar ese frente de combate. Esa denuncia sirvió para dejar en evidencia lo que era un secreto a voces, siempre desmentido por el Kremlin: la contratación de un ejército privado para que lo complemente en esos lugares donde sus propias Fuerzas Armadas estaban agotadas o venían de duras derrotas contra los ucranianos. Ahora Wagner se rebeló, tomó la ciudad de Rostov y comenzó una marcha militar amenazante hacia Moscú por un bombardeo ruso sobre posiciones en disputa en el que cayeron muchos de sus mercenarios. Con todo esto plantea también un desafío a las autoridades militares más importantes de Rusia.


Finalmente, después de horas de máxima tensión, hubo un tregua. Yevgueni Prigozhin se trasladó a Bielorruria, gobernada por un aliado de Putin, Alexandre Lukashenko, donde se quedará mientras el Kremlin se comprometió a no iniciar acciones penales ni ningún tipo de represalias contra los sublevados, además de permitir a las milicias privadas de Wagner que retomen el control de las bases donde operan. Todo un renunciamiento para las autoridades rusas teniendo en cuenta cuáles suelen ser las actitudes y represalias cuando alguien intenta levantarse en armas contra el gobierno de Putin. Lo que demuestra por un lado lo peligroso que este ejército privado que llegó a contar con unos 50.000 hombres (muchos de ellos ex miembros exonerados de las fuerzas de seguridad o delincuentes sacados de las cárceles para combatir) y por el otro la dependencia de la estrategia militar oficial de estas estructuras paralelas contratadas muchas veces por falta de soldados o para hacer el "trabajo sucio" que institucionalmente no pueden concretar. Los mercenarios son capaces de cualquier cosa y eso, en esa lógica, los vuelve tan "peligrosos" como "útiles".


La sublevación de los 25 000 mercenarios activos duró menos de 24 horas, pero consiguió poner en jaque a Moscú. A tal punto que desplegaron tropas oficiales, pusieron controles y barricadas militares en rutas y caminos y hasta se abrieron zanjas en las autopistas que conducen a Moscú por temor al avance de los milicianos a sueldo de Wagner.



Yevgueni Prigozhin (62) es un hombre sumamente polémico. Estuvo en la cárcel por muchos años por delitos comunes hasta la década de '90 cuando salió en libertad. Allí comenzó a vender panchos en las calle y después de unos años creó una empresa de catering que fue conquistando contratos con el Kremlin. Así conoció a Vladimir Putin con quien forjó un fuerte vínculo. A tal punto que lo pasaron a llamar el "chef de Putin". Amasó una fortuna y relaciones poderosas con ese emprendimiento. Luego creó Wagner, la empresa militar privada, y empezó a conseguir contratos millonarios con el Ministerio de Defensa. Desde Bielorusia, Prigozhin dijo que su decisión de avanzar hacia Moscú tenía la intención de destituir a los comandantes rusos corruptos e incompetentes a los que culpa por estropear la guerra.


Tras capturar la ciudad de Rostov, principal centro logístico de retaguardia para la invasión rusa de Ucrania, los mercenarios comenzaron una "marcha por la justicia" el sábado, transportando tanques y camiones blindados cientos de kilómetros al norte y rompiendo barricadas levantadas para detenerlos antes de la "tregua". Según los videos distribuidos por los propios agentes de Wagner, fueron despedidos como héreos por los pobladores de Rostov.


Ahora bien, fue tal la tensión que se vivió en Moscú que lunes fue declarado como día no laborable. Es más, antes de la tregua alcanzada y de la promesa de que no habrá represalias contra los miembros de Wagner, en un discurso televisado durante el drama del sábado, Putin dijo que la rebelión puso en peligro la existencia misma de Rusia, prometió castigar a los que estaban detrás de la revuelta y trazó paralelismos con el caos de 1917 que condujo a la revolución bolchevique.


Por su parte, Prigozhin acusó durante meses al ministro de Defensa, Sergei Shoigu, y al jefe del Estado Mayor, Valery Gerasimov, de incompetencia y de retener municiones a sus combatientes mientras luchaban para tomar Bajmut en Ucrania. Y este mes, Prigozhin desafió las órdenes de colocar sus tropas bajo el mando del Ministerio de Defensa. Hasta este llamado a la rebelión tras denunciar que los militares habían matado a algunos de sus hombres en un ataque aéreo, algo que el gobierno ruso negó.


Pero, más allá de los pormenores de esta disputa lo que dejó "blanqueó" todo este episodio es el estrecho vínculo que el gobierno de Putin tiene con el ejército privado de la compañía Wagner que ya viene ayudándolos desde 2014 en ese país con la anexión de Crimea y los combates de los grupos separatista pro rusos en el Este de Ucrania. No es en el único lugar donde esta compañía de mercenarios actúa en favor de los intereses rusos: lo hace desde hace años en Siria (donde Putin defiende al gobierno del presidente Bashar Al Assad), en Libia (combatiendo junto a las fuerzas del comandante Khalifa Hifter en una guerra civil interminable), en República Centroafricana y en Malí. En muchos de estos lugares no sólo combate por cuestiones políticas sino también económicas, defendiendo los intereses de empresas rusas que explotan allí los recursos naturales locales.


Porque de eso se trata también la contratatación de estos ejércitos privados de mercenarios, de cuidar todo tipo de intereses de los contratantes. Y hacerlo por abultadas cifras de dinero. Sin ningún control y con la impunidad de que la Justicia no los perseguirá. Pese a que cometan los peores crímenes.


Pero no es sólo Rusia y la compañía Wagner los que han "privatizado" parte de sus conflictos. Son muchos los gobiernos que, cada vez más, recurren a estas empresas de mercenarios para defender sus intereses. Una de las ventajas -o atajos- que buscan las autoridades con esto es que las leyes atan de pies y manos a los gobiernos frente a las posibilidades de que sus ejércitos regulares puedan cometer atropellos fuera de las normativas internacionales vigentes. Se supone que estas compañías privadas gozan de amplias libertades o, por lo menos, saben eludir restricciones. Además, las empresas privadas no tienen condicionamientos cuando, por ejemplo, las corporaciones armamentistas quieren trasladar y probar nuevos equipos directamente en el terreno en el conflicto, algo que limita a las Fuerzas Armadas regulares.


Además tanto los gobiernos que los contratan como muchas veces las autoridades locales del lugar donde van a operar les suelen entregar una suerte de "carta blanca" para permitirle a estos mercenarios a actuar con total impunidad y muchas veces en conflicto con la ley. Un ejemplo, una de las milicias privadas más poderosas del mundo es la de la empresa Blackwater -sindicada como una “organización paramilitar” íntimamente ligada con el poder político de los Estados Unidos- hoy tiene más 20 mil empleados activos en todo el mundo y no para de crecer, pese a que su reputación está muy cuestionada desde 2007, cuando fue responsable del asesinato de 17 ciudadanos iraquíes. Fue tal el escándalo que luego de eso comenzó a haber cada vez más hermetismo y oscurantismo en torno a los contratos de los Estados con estos ejércitos privados. Por eso muchas veces sus agentes se presentan simplemente como ciudadanos "voluntarios" que quieren colaborar desinteresadamente con la causa de un tercer país, tal como queda en evidencia en la guerra Rusia-Ucrania de ambos lados de las trincheras.




La compañía de mercenarios Blackwater (EE.UU.) cambió su nombre por Academi después de una matanza en Irak.



Estas compañías se nutren de veteranos de guerra y ex soldados (muchas nveces expulsados de sus fuerzas por diversos motivos) o de simples activistas muchas veces pertenecientes a sectores ultraderechistas muy proclives a armarse y asesinar sin más motivos que el odio o el dinero. Obviamente no les gusta que se los mencione como "mercenarios", sino que se consideran como "profesionales de la guerra".


Pese a que muchas veces por sus condiciones de marginales o marginados de la sociedad se les ofrecen contratos basura, en algunas ocasiones la paga es muy buena. Pero son excepcionales. En general las empresas del sector se abusan de que además de reclutar a militares exonerados buscan personal entre los presos de las cárceles -que encima conocen los códigos de la violencia- y también en centros de inmigrantes. Es decir, buscan personas con poco que perder. Y lo hacen a través de contactos que tienen en esos espacios o a partir de avisos que colocan en redes sociales como, por ejemplo, TikTok y Facebook.


Cuando un Estado o una empresa contrata los servicios de estas compañías de milicias privadas hasta lo pueden hacer pagando con bitcoins o utilizando plataformas como PayPal. Sin embargo, como muchas veces las misiones encargadas no son del todo legales o no quieren dejar rastros en operaciones que pueden ser poco claras, muchas veces el pago se efectúa en efectivo. Algunas de ellas se hicieron famosas por su papel escandaloso en las guerras de Afganistán e Irak.


Además de Wagner, en el conflicto Rusia-Ucrania también operó otra compañía, pero lo hizo desde la otra trinchera, es decir, defendiendo los intereses de Volodymyr Zelensky. Es el denominado Grupo Mozart, principal empresa bélica estadounidense que se hizo presente en ese territorio en disputa. Su nombre surgió como un guiño a sus contrincantes del Grupo Wagner. Mozart fue conformada por ex integrantes de las Fuerzas Especiales y, aunque actuó desde marzo de 2022, el emprendimiento se disolvió a fines de enero de este año por una pelea entre sus fundadores. Peleas que se generaron por las múltiples denuncias que recibieron de casos de difamación, alcoholismo y amenazas a robo, incumplimiento de regulaciones estadounidenses contra el tráfico de armas y hasta acoso sexual. Además de las sombras que se levantaron sobre su financiamiento.





Con la retirada del territorio ucraniano del Grupo Mozart, aparecieron otras compañías militares privadas que quisieron quedarse con ese espacio. Ese fue el caso, por ejemplo, de Trident Initiative Defense, conformada por veteranos de guerra británicos, y el Equipe Berlioz, integrado por ex legionarios franceses. Como en otros conflictos, esas empresas esconden sus verdaderas acciones detrás de presuntas capacitaciobes militares a los soldados ucranianos y a la atención de heridos en el frente de batalla. El periodista autor de esta nota pudo comprobar en primera persona esta mecánica cuando -cubriendo el inicio de la guerra para el canal de noticias argentino C5N- conversó con un ex marine estadonidense que estaba -vestido de militar- enseñando cómo defenderse a ciudadanos ucranianos en un cine de la localidad de Lviv.


Por su parte, el Back Yard Camp-Skills to Defense montó un centro de entrenamiento militar en las afueras de Kiev. Según la información que trascendió, los cursos son impartidos por formadores estadounidenses, estonios, israelíes y franceses. El centro es frecuentado por las fuerzas especiales ucranianas, pero también por combatientes del “Batallón Azov”, uno de los principales cuerpos militares vinculados a la ultraderecha ucraniana, con mucha presencia en el Este y Sur de ese país.


Además de los mencionados, también hay compañías que se formaron especialmente en Ucrania. Una de ellas es Defense Support Group que está conducidad por ex militares estadounidenses que combatieron en Afganistán, Irak, Bosnia, Kosovo y Congo. El hecho de que los países miembros de la OTAN no puedan participar activamente de la guerra en Ucrania (porque este país no forma parte del Tratado), fue en cierta medida enmendado con este tipo de "capacitaciones" militares, además de con multimillonarios envíos de armamentos. Según se promociona, esta organización se dedica a la capacitación de soldados ucranianos y a la población civil ucraniana.


Vale aclarar hay empresas de ejércitos privadas creadas desde mucho tiempo antes del inicio de esta guerra. Por ejemplo, la alemana Global.AG Security & Communication, y la estonia Iron Navy. Pero, sin dudas, una que acapara especialmente la atención -por su dimensión y por los escándalos en la que estuvo involucrada es Academi (sucesora de Blackwater), con presencia desde 2014 en ese territorio y con una creciente cantidad de soldados contratados por el gobierno ucraniano para coordinar operaciones de guerrilla en contra de los separatistas prorrusos en la región de Donetsk.


Academi es considerado el principal ejército de mercenarios de EE.UU. La compañía fue fundada en 1997 por Erik Dean Prince y Al Clark con el objetivo de entrenar a marines de ese país. De hecho, en su primer contrato formó acien mil soldados después del ataque al buque USS Cole estadounidense en las costas de Yemen. En 2002 aportó cientos de hombres para apoyar a las Fuerzas Armadas de EE UU en la guerra de Afganistán y más tarde en la de Irak. Su existencia (y contratación) era tan secreta y desconocida que sólo se supo de ella cuando -en 2004-, cuatro de sus mercenarios fueron mutilados y sus cuerpos colgados de un puente en Faluya, Irak. Pero fue el escándalo de los 17 civiles iraquíes asesinados por la ex Blackwater la que puso en tapete la peligrosidad de estos ejércitos privados y de este en particular, el favorito de la CIA incluso en detenciones extrajudiciales, siempre bajo la inmunidad total concedida por EE.UU.. Frente a la gran cantidad de denuncias recibidas decidieron cambiarle el nombre por Academi. Y hubo algunas escinciones entre los fundadores. De hecho se sospecha que Prince armó otro ejército privado que planeaba derrocar a Nicolás Maduro en Venezuela.






Otra trasnacional de la seguridad militar privada es la compañía Defion Internacional, con base central en Lima (Perú) y sedes en Dubai, Filipinas, Sri Lanka e Irak, entre otros lugares. Esta empresa recluta y capacita personal de seguridad (sobre todo en Latinoamérica) para brindar servicios en todo el planeta. Por ejemplo participó en la guerra de Irak, adonde envió a 3.000 peruanos y ecuatorianos, según se denunció, para tareas de protección o de guerra sucia por un salario de 1.000 dólares. Delfion fue subcontratada por el Departamento de Defensa de EE.UU., a través de la firma Triple Canopy, para algunas de sus operaciones en Medio Oriente.


De hecho, la propia Triple Canopy es promocionada como una empresa militar privada especializada en "gestión de riesgos, apoyo a misiones y servicios de seguridad integrados". Esta compañía fue creada en 2003 por dos ex veteranos de las Fuerzas Especiales del Ejército estadounidense: Matt Mann y Tom Kati y suele ser contratada por gobiernos y empresas y hasta organizaciones sin fines de lucro. Entre sus miembros hay ex marines, policías y miembros de todas las Fuerzas Armadas de EE.UU. Tiene una dotación de más de 5.000 hombres y también participó en la guerra de Irak colaborando con las tropas occidentales.


Por su parte, Garda World es una compañía de origen canadiense que cuenta con un ejército privado que fue entrenado por antiguas fuerzas especiales británicas y soldados de élite de otras potencias. Sus hombres armados no sólo están preparados para combatir en distintos frentes bélicos sino que suelen brindar asistencia armada a emprendimientos privados de alto riesgo, por ejemplo, a las empresas petroleras internacionales que operan en Nigeria. Garda World tuvo una activa participación en el conflicto de Libia y hay versiones que señalan que asistieron a los rebeldes para rodear a Mohamad Khadafi, quien finalmente fue asesinado el 20 de octubre de 2011 en Sirte.


Otra de las compañías de seguridad militar más importante del mundo es la multinacional G4S Secure Solutions. Con sede en el Reino Unido, es la mayor empresa de su tipo en el planeta si se tiene en cuenta los ingresos económicos y su presencia en operaciones en más de 125 países en todo el mundo. G4S surgió de la fusión (en 2004) de la empresa británica Securicor Plc con la danesa Group 4 Falck. Más allá de la impronta militarista, ofrece otro tipos de servicios: jurídicos, tesorería, gestión y hasta el transporte de dinero y objetos de valor. Pero ha sumado otra disciplina muy rentable (y polémica): la administración de la seguridad en 7 cárceles em el Reino Unido.


Quizás uno de los hechos que más haya marcado en el último tiempo el múltiple accionar de estas empresas de mercenarios y sus más diversas (y oscuras) actividades, en las que venden sus "servicios" al mejor postor, sea el asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse, el 7 de julio de 2021. Está comprobado que en ese magnicidio participaron más de 25 ex militares colombianos contratados al menos por empresas de seguridad con sede en Florida, EE.UU. Entre ellas CTU Security y Worldwide Capital.


Los organismos de DDHH consideran que estos ejércitos privados constituyen un verdadero peligro para la democracia y que representan una amenaza para la sociedad. En tanto muchos cuadros militares, institucionalmente formados, también están en contra de estas milicias no sólo porque ponen en riesgo su trabajo sino porque no tienen ningún control ni regulación y pueden significar un rival muy peligroso en caso de tener que combatirlo, como quedó en evidencia en las últimas horas en Rusia. Además, es un boomerang que puede volverse incluso contra los Estados y gobiernos que los contratan. Mercenarios SA, un peligro para el Mundo.










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