El país azteca sufre una situación de violencia que se extiende desde hace décadas. Además de los muertos y exiliados que escapan del crimen organizado, se suma el terrible récord del número de personas de las que se desconoce el paradero. Algunas de ellas, están ausentes desde hace años. Los carteles del narcotráfico y las instituciones corrompidas, son la clave. Testimonios exclusivos del caso que conmovió al Mundo: los 43 estudiantes de Ayotzinapa.
Por Gabriel Michi
El nefasto dictador Jorge Rafael Videla, quien encabezó el primer tramo de la dictadura más oscuras en Argentina, se había burlado de los 30.000 desaparecidos que dejó aquella negra noche entre 1976 y 1983 diciendo: "Son una incógnita, no tienen entidad, no están ni vivos ni muertos. Están desaparecidos". Fue en 1979 ante la pregunta valiente del periodista José Ignacio López y con eso pretendió restarle entidad legal al reclamo de los familiares de las víctimas. La dictadura militar no sólo les quito a sus seres querido, sino que los dejó sin siquiera poder elaborar el duelo. Con la esperanza latente y el dolor lacerante de soñar con que alguna vez regresarán. Y con la impune perversidad de los genocidas con uniforme que ni siquiera tuvieron la humanidad de contar dónde estaban aunque sea para llevarles una flor. Eso pasó en la dictadura argentina, la misma que fue sinónimo de desapariciones forzadas de personas. Pero en México la historia es parecida pero muy distinta, a la vez. En los últimos días se superó la cifra de 100.000 personas desaparecidas de las que sus familias no saben nada y que esperan desesperadas alguna noticia. Sólo que allí el los grandes carteles narcos y del crimen organizado, sumados a la corrupción e infiltraciones de las instituciones, suelen ser las claves de ese drama.
Los datos oficiales señalan que desde el año 1964 desaparecieron alrededor de 230.000 personas. De ellas fueron encontradas cerca de 130.000. Y de ahí surge el dato espeluznante: los 100.000 seres humanos de los que no se tiene en claro cuál es su destino. El año más dramático fue 2019 donde se perdió el rastro de más de 22.000 ciudadanos. Si bien la referencia lleva al inicio de este trágico proceso a la década del '60, la abrumadora mayoría de estas desapariciones ocurrieron desde el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012) y su pretendida "guerra" contra el narcotráfico. A partir de allí los desparecidos comenzaron a multiplicarse por miles. Y así se volvió un agujero negro inconmensurable. Como la impunidad. Tan sólo 35 causas judiciales por la desaparición forzada de personas han llegado a una condena.
Por eso la lucha para conocer la verdad y el paradero de sus seres queridos se ha vuelto anodina. Pese a que las movilizaciones -especialmente encabezadas por madres- copen las calles de México, las respuestas desde el Estado -más allá de quien detente el poder- parecen nulas. Y aún así las familias se ilusionan con la posibilidad de algún día poder volver a verlos, pensando que quizás estén secuestrados y obligados a algún trabajo forzoso en manos de alguna de las numerosas y peligrosas bandas criminales que operan en tierra azteca.
La historia de una tragedia
En una gran investigación que realizó la periodista mexicana Cecilia González (residente en Argentina) detalla el caso de desaparición ocurrido el 19 de mayo de 1969 cuando el profesor Epifanio Avilés Rojas fue detenido y llevado en una avioneta desde el Estado de Guerrero al Campo Militar Número 1 ubicado en la Ciudad de México. "Nunca más se supo nada de él. Desde entonces está identificado como la primera víctima de desaparición forzada del país. Por lo menos, la primera registrada", cuenta González en una nota en RT.
Después sobrevendría la denominada "Guerra Sucia" del gobierno de Luis Echeverría en los años '70 y su persecución a disidentes y activistas. En sus seis años de Presidencia (1971-1977) se documentaron unas 482 desapariciones forzadas de personas. Un fenómeno que luego se aceleraría en las siguientes tres décadas. Pero ya en los 2000, con el arribo de Vicente Fox, ya los casos comenzaron a contarse por cientos. En 2001 hubo 95 desapariciones y en 2006, cuando Fox se retiraba del poder, llegaron a 575.
Pero fue durante la gestión de Felipe Calderón donde la escalada se potenció en forma abrumadora. Esa "Guerra al narco" que pretendió encarar disparó las muertes y desapariciones, sin menguar el poder de los grandes carteles criminales. A lo sumo se dividían o comenzaba una encarnizada lucha por el liderazgo y el territorio cuando algunos de sus capos caía detenido o era ejecutado. Y encima, el Ejército y las fuerzas de seguridad cometían todo tipo de atropellos a los Derechos Humanos, cuando no se corrompían y comenzaban sus propias empresas delincuenciales. La infiltración y la complicidad de sectores de las instituciones públicas fueron parte central de ese engranaje donde la muerte se asoció con la impunidad. Y, por supuesto, con las desapariciones de personas. En esos 6 años de la gestión de Calderón hubo casi 40.000. De ellas, el 40% jamás apareció, unas 16.000 historias de vida inconclusas y sin un destino cierto.
Pero lo peor estaba por llegar. En la Presidencia de Enrique Peña Nieto (2012-2018) los desaparecidos llegaron a superar los 96.000 y de esos aún quedan en ese agujero negro unas 35.000 víctimas. Hoy el cálculo hasta la actualidad y esa suma y resta permanente, arroja estos 100.000 registros de personas de las que nada se sabe.
En el medio se han localizado 103 "campos de exterminio" por todo México, donde fueron hallados huesos humanos. Pero no se descarta que san muchos más. Las imágenes de personas calcinadas, colgadas de puentes, masacradas en emboscadas sangrientas, entre otras crueles mecánicas de la muerte, son -lamentablemente- tan habituales como las noticias de secuestros y desapariciones de personas por parte de alguno de los numerosos y peligrosos carteles criminales que operan en territorio azteca.
Los datos oficiales también indican que entre 2006 a 2021 se encontraron 4.806 fosas clandestinas con 8.202 cuerpos. Son tantos que muchos de ellos aún no lograron ser identificados ya que esos hallazgos masivos generaron un colapso en el sistema de medicina forense. Así de crudo es todo.
Un caso emblemático: los 43 estudiantes de Ayotzinapa
En la noche del 26 de septiembre y la madrugada del 27 de septiembre de 2014 se desataría uno de los casos más emblemáticos de la tragedia de las desapariciones forzadas de personas en México. En esas horas un grupo de 43 estudiantes "normalistas" de Ayotzinapa (Municipio de Iguala, Estado de Guerrero) fueron víctimas de una emboscada y su destino sigue siendo hoy un enorme misterio. El caso de "Los 43 de Ayotzinapa" tuvo un impacto mundial. Y, desde ese punto de vista, fue un parte-aguas en la atención internacional sobre lo que verdaderamente estaba ocurriendo en México. A partir de este dramático caso los medios y la opinión pública de los más diferentes países tuvieron noción del verdadero drama de las desapariciones forzadas de personas y cuál era la realidad aquel país en esos momentos gobernado por Enrique Peña Nieto.
El periodista autor de estas líneas cubrió las marchas -en especial la del 10 de mayo de 2015, en el Día de la Madre que se convirtió en el más emblemático escenario de estos reclamos- que se dieron en la Ciudad de México exigiendo la aparición con vida de los desaparecidos, entre ellos los 43 estudiantes de Ayotzinapa. El grito de las madres de las víctimas, principales movilizadoras del reclamo por verdad y justicia, se hizo sentir con fuerza: "Hijo, escucha: tu madre está en la lucha", se escuchaba con fuerza a cada paso. "Estoy pidiendo la vuelta de los 43 muchachitos, que son compañeros. Y pedimos justicia para ellos. Esa es la prioridad: los 43", contó Bertha Nava Martínez, mamá de Julio César Ramírez Nava, quien le contó a este periodista que su hijo desapareció junto a dos compañeros: Julio César Mondragón y Daniel Solís.
"No estamos de acuerdo en lo que ellos (la Justicia) está diciendo. No no han presentado nada valioso. Ninguna prueba contundente. Queremos pruebas contundentes. No aceptamos más mentiras. Y cada mentira que digan, se las vamos a tirar al piso", señaló Bertha y agregó: "La sociedad mexicana nos acompaña, está con nosotros. Que vea Peña Nieto que no somos una minoría como dice él. Somos mayoría. La gente está indignada con esta masacre que hizo. Él no debió haber permitido que se lleven a estos muchachos. ¿Por qué lo permitió?". El enigma sobre lo ocurrido con su hijo Julio César, no la deja dormir: "No sabemos lo que ocurrió" y dudó de todas las versiones que en su momento se arrojaron.
En el momento en que Bertha brindaba sus reflexiones una conmovedora cuenta del 1 al 43 estallaba en las calles del DF, y culminaba con el grito por "Justicia" . Allí Afrodita Mondragón Ponce, mamá de Julio César Mondragón, le señaló a este periodista: "A mi hijo lo asesinaron y buscamos justicia. Él es uno de los tres asesinados en la represión de estudiantes de Ayotzinapa. Es parte de los 43 desaparecidos. Pedimos que nos apoyen las personas. Y les digo a todos aquellos que tienen a toda su familia junta den Gracias a Dios", explicó entre llantos . "No se ha hecho justicia y eso es lo que reclamamos", sostuvo Afrodita.
Por su parte, Luis Ernesto Navarrete Tizapa, profesor egresado del colegio normalista de Ayotzinapa donde estudiaban los 43, y que forma parte de la Coordinación de Defensa de este Instituto, señaló a este periodista que dicha organización surgió con un caso anterior que se dio en el lugar: "Surgimos en el 2011 a raíz de que la Policía Judicial de Guerrero asesinó abiertamente a dos compañeros. Entonces, nos juntamos varios egresados para pugnar para que eso no volviera a ocurrir. Pero lamentablemente tuvimos que luchar contra una estructura lineal del poder en México, donde las órdenes no necesariamente pasa por los gobernantes sino que vienen de las autoridades federales, llámese Presidente de la República o Comandantes Federales del Ejército, la Marina o algunas otras instituciones".
Navarrete fue más allá. Describió con contundencia lo que él cree que ocurre en la vinculación entre el crimen organizado y la política: "El caso de los 43 de Ayotzinapa es un caso que para nosotros viene a dejar en claro la corrupción brutal que hay en México y de aquel que tiene el poder político contra el narcotráfico. A nosotros nos deja bien en claro que el narcotráfico ha avanzado en sus modalidades y que antes los políticos se volvían narcotraficantes pero ahora los narcotraficantes se vuelven políticos para llegar al poder. Y evitar así tener un mediador o intermediario entre las instituciones y lo que es el pueblo y tener acceso a los recursos. Nosotros pugnamos porque se tenga acceso a la memoria y a la verdad y, sobre todo, a la Justicia. Es muy difícil que se pueda tener un acceso a la verdad porque en México no se cree en las instituciones. Por ejemplo, la Procuraduría dice en un primer momento que los compañeros estaban vivos y fueron trasladados pero al poco tiempo dice que están muertos". Así, entre tantas idas y vueltas, el tiempo pasa. Y la verdad huye.
AMLO: Entre la esperanza y la desilusión
Cuando el 1 de diciembre de 2018 asumió como presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) aumentaron las esperanzas de muchas de las víctimas de la violencia. Su posicionamiento con respecto a la responsabilidad de Estado en todo este proceso y, en particular, de la falta de respuesta frente a las desapariciones significaba un claro cambio de rumbo desde la Presidencia de México. Inmediatamente anunció la creación de una "Comisión de la Verdad" para buscar a los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Sin embargo, se sumaron los reclamos de los familiares de otros miles de desaparecidos que no habían tenido semejante repercusión internacional.
Pese a los anuncios de AMLO, la realidad asestó una nueva cachetada a los mexicanos. En el primer año de gobierno (2019) hubo un récord de desapariciones como nunca de había visto: más de 22.239 personas. De ellas aún hay más de 9.000 que jamás aparecieron. Hay una base oficial de datos que generó el propio gobierno donde se registran todas las desapariciones que se denuncian. Y como es permanentemente actualizado en tiempo real, no deja de ser un testimonio desgarrador de la realidad que atraviesa el pueblo mexicano.
El caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, es sólo una punta del iceberg. Un iceberg gigantesco que hoy arroja esa cifra espeluznante: 100.000 desparecidos en México de los que aún no se sabe nada. Y que sus familias siquiera pueden dar la merecida despedida si es que fueron asesinados. Esas familias que, pese a todo, se esperanzan con hallarlos con vida. Algo que parece, lamentablemente, muy difícil. 100.000 misterios. 100.000 historias inconclusas. 100.000 familias desgarradas. 100.000 puntos suspensivos. 100.000 cuotas de dolor. 100.000 agujeros en el corazón de una sociedad que no para de sufrir. 100.000 silencios.
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