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Nazis: Cuando el castigo los alcanza en el ocaso de la vida

La justicia alemana confirmó la sentencia contra Irmgard Furchner, una mujer de 99 años a la que se la acusa por su presunta complicidad con la masacre de más de 10.000 prisioneros cuando era secretaria de jerarcas del nazismo en el campo de concentración de Stutthof.


Por Gabriel Michi



"Justicia, justicia perseguirás". Esa frase del pueblo judío se extendió a toda la Humanidad después del Holocausto que sufrieron. Y está muy presente en un caso que acaba de tener una sentencia ejemplar en Alemania. Un tribunal condenó a  Irmgard Furchner, una mujer de 99 años que fue secretaria del comandante de las SS del campo de concentración nazi de Stutthof durante la Segunda Guerra Mundial. Los jueces dijeron estar convencidos de que ella sabía y "apoyó deliberadamente" el hecho de que 10.505 prisioneros fueron asesinados con gas en el campo de concentración cerca de Danzig, hoy ciudad polaca de Gdansk. La colaboradora de los nazis ya había sido condenada a dos años de prisión en suspenso en diciembre de 2022 por un tribunal estatal de Itzehoe, en el norte de Alemania, y ahora el Tribunal superior ratificó la condena. En aquella ocasión intentó evitar el proceso judicial dándose a la fuga -con 96 años- desde el hogar de ancianos donde residía. Pero fue atrapada y se convirtió en la primera mujer nazi en ser juzgada después de muchas décadas.


A Furchner se la acusó de formar parte de ese aparato criminal de exterminio y se la condenó por complicidad en 10.505 casos de asesinato y complicidad en intento de asesinato en cinco casos. Así se desbarató la teoría que intentó instalar la defensa de la mujer que hace un mes, en una audiencia en un tribunal federal en Leipzig, buscó poner en duda si ella realmente era cómplice de los crímenes cometidos por el comandante y otros altos funcionarios del campo, y si realmente estaba al tanto de lo que estaba sucediendo en Stutthof.


Esos argumentos ya habían sido descartados por el tribunal de Itzehoe: de hecho los jueces aseguraron estar convencidos de que Furchner "sabía y, a través de su trabajo como taquígrafa en la oficina del comandante del campo de concentración de Stutthof desde el 1 de junio de 1943 hasta el 1 de abril de 1945, apoyó deliberadamente el hecho de que 10.505 prisioneros fueron asesinados cruelmente mediante gaseamientos, por condiciones hostiles en el campo", por el transporte a Auschwitz y por ser enviados a marchas de la muerte al final de la guerra.


En el campo de concentración nazi de Stutthof -hoy ciudad polaca de Gdansk- murieron más de 60.000 personas.

Los fiscales señalaron durante el procedimiento original que el juicio de Furchner podría ser el último de este tipo. Sin embargo, una fiscalía federal especial en Ludwigsburg -encargada de investigar los crímenes de guerra de la era nazi- dice que hay tres casos más pendientes ante fiscales o tribunales en varias partes de Alemania. Como los sospechosos son ahora personas de edad muy avanzada y están en el ocaso de sus vidas, surgen cada vez más dudas sobre su aptitud para ser juzgados. Pero este caso podría ser la muestra de que esos procesos podrían continuar si las condiciones de salud de los nazis acusados así lo permiten.


De hecho, este juzgamiento tiene otros antecedentes: en 2011 hubo una condena contra el ex trabajador automotriz de Ohio, John Demjanjuk, como cómplice de asesinato tras las acusaciones de haber sido guardia en el campo de concentración de Sobibor. Pero Demjanjuk, que negó las acusaciones, murió antes de que se pudiera escuchar su apelación. Si bien los jueces le habían exigido a los fiscales que probaran que el ex guardia había participado de un asesinato específico -algo muy difícil de demostrar- los acusadores argumentaron en el juicio a Demjanjuk en Múnich que ayudar al funcionamiento de un campo era suficiente para condenar a alguien como cómplice de asesinatos cometidos allí. Esa tesitura fue aceptada.


En otro caso, un tribunal federal confirmó posteriormente la condena en 2015 del ex guardia de Auschwitz Oskar Gröning basándose en el mismo razonamiento. Y ahora, en el expediente de Furchner hubo otro recorrido: en principio fue juzgada en un tribunal de menores porque tenía 18 y 19 años en el momento de los presuntos delitos. Finalmente, fue condenada por su rol en Stutthof, que en sus inicios fue un punto de reunión para judíos y polacos no judíos expulsados ​​de Danzig, y que se utilizó más tarde como "campo de educación laboral" donde se enviaba a trabajadores forzados, principalmente ciudadanos polacos y soviéticos, a cumplir condenas y a menudo morían en virtud de los maltratos recibidos. Ese lugar, desde mediados de 1944, fue el destino de decenas de miles de judíos de los guetos del Báltico y de Auschwitz que llenaron el campo, junto con miles de civiles polacos atrapados durante la brutal represión nazi del "Levantamiento de Varsovia". Allí también estuvieron presos políticos, presos criminales, sospechosos de actividades homosexuales y testigos de Jehová. Se calcula que más de 60.000 personas fueron asesinadas en el campo. Y, de ellos, en más de 10.000 crímenes se encontró una responsabilidad de Irmgard Furchner, esta mujer de casi de un siglo de edad a la que finalmente le llegó la condena en el ocaso de su vida. Para que mucho puedan sentir que esa frase se hizo realidad. Tarde, pero se hizo realidad. "Justicia, Justicia perseguirás".



Irmgard Furchner intentó fugarse cuando tenía 96 años.. Pero fue atrapada y juzgada por sus tareas como secretaria dactilógrafa en un campo de concentración cuando tenía 18 años.

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