Los habitantes de la isla se levantaron por una polémica reforma electoral votada en París, a 17.000 kilómetros de distancia, y que afecta a los locales, en particular al pueblo Kanak. Hubo incendios, saqueos y seis muertos. Macron viajará tras enviar miles de gendarmes.
Por Gabriel Michi
Los separan miles de kilómetros distancia. Sin embargo, lo que pasa en un lado, repercute en el otro. Y viceversa. Una votación en París impactó con fuerza en Nueva Caledonia, a más de 17.000 kilómetros. Y eso generó una revuelta tan grande que, desde Francia, el gobierno galo decidió enviar a miles de gendarmes y provocó hasta que en las próximas horas viaje hasta allí el propio presidente Emannuel Macron. Esta isla de 270.000 habitantes, ubicada en el Océano Pacífico, es una de las colonias que aún mantiene bajo su dominio la República francesa. Fue el Senado galo el que sancionó una medida que disparó la furia en los locales: una reforma electoral que le permite a los recién llegados a ese archipiélago poder sufragar en los comicios provinciales, diluyendo así el voto de sus habitantes, en particular de los miembros del pueblo originario Kanak de Micronesia, que hoy representan el 41% de la población total, frente a un 24% de europeos, la mayoría franceses. Eso generó una enorme indignación entre los kanakos -en especial los pro-independentistas- que derivó en incendios, saqueos y hasta la muerte de seis personas (dos gendarmes y cuatro civiles), además de dejar decenas de heridos y cientos de detenidos. Por eso, el gobierno de Macron decidió enviar cerca de tres mil gendarmes para intentar controlar la situación y declaró el "Estado de Emergencia". Y también prohibió la red social Tik Tok por donde, cree, se potencia la rebelión. Esa figura permite a las autoridades francesas y locales del archipiélago combatir los disturbios, autorizando la detención domiciliaria de personas consideradas una amenaza para el orden público, permitiendo registros, incautación de armas y restricción de movimientos, con posibles penas de prisión para los infractores.
El "Estado de Emergencia" -que no se aplicaba desde 1985- implica militarizar y asegurar los dos aeropuertos y los puertos de esta isla ubicada en las cálidas aguas del suroeste del Océano Pacífico, a 1.500 kilómetros al este de Australia, un lugar paradisíaco elegido por miles de turistas cada año por sus bellísimos atolones y arrecifes declarados "Patrimonio de la Humanidad" por la UNESCO. El archipiélago está conformado por decenas de islas y abarca una superficie de 18.000 kilómetros cuadrados. Pero la isla principal, Grande Terre (de 400 km de largo y 64 km de ancho), en la que se ubica su capital, Numea, es donde ocurrieron los principales hechos de violencia y donde, según los aterrados habitantes, se desató una suerte de "guerra de guerrillas".
El territorio insular de Nueva Caledonia "depende" políticamente de Francia, pero se trata de una colectividad "sui géneris", que ha sido foco de tensiones con el gobierno galo en distintos momentos de la historia. De hecho, esta nueva enmienda, que algunos líderes locales temen que diluya el voto del pueblo indígena Kanak, es el último capítulo en una lucha de décadas sobre el papel de Francia en la isla. Nueva Caledonia, es uno de los cinco territorios insulares que abarcan el Indo-Pacífico en poder de Francia, y hoy resulta clave para el plan de Emmanuel Macron de aumentar su influencia en el Pacífico, en medio de las pujas internacionales entre distintos países pro Occidente y el poder creciente de China. En ese complejo contexto internacional se dio esta votación en el Senado francés que indignó a los kanakos. Los opositores dicen que la medida beneficiará a los políticos pro-franceses en Nueva Caledonia y marginará aún más a ese pueblo, víctima en el pasado de políticas de segregación y una discriminación generalizada.
Sin embargo, como se dijo, esta conflictividad no es algo nuevo. Nueva Caledonia se convirtió en colonia francesa en 1853, bajo el reinado del emperador Napoleón III, sobrino y heredero de Napoleón. Durante mucho tiempo sirvió como enclave penitenciario de Francia y ahora tiene una base militar francesa. Se convirtió en un territorio de ultramar en 1946, después de la Segunda Guerra Mundial, y a todos los kanakos se les concedió la ciudadanía francesa en 1957. Pero a partir de la década de 1970, después de un auge del níquel -esta colonia es el tercer productor mundial de este valioso mineral- miles de extranjeros se mudaron a las islas. Allí estallaron las tensiones con varios conflictos entre los movimientos independentistas kanacos y el poder central de París. En 1988 se firmó un "Acuerdo de Paz" entre las facciones rivales, por un lado, los independentistas kanakos y, por el otro, los descendientes de los colonizadores europeos.
Finalmente, en 1998, se llegó al "Acuerdo de Numea" para intentar pacificar la situación: en él se estableció un plan para delinear un camino hacia la autonomía gradual y restringir el voto a los kanakos y a los inmigrantes, que vivían en el archipiélago antes de ese año. El acuerdo permitió la celebración de tres referendos para determinar el futuro del país pero en las tres consultas se rechazó la independencia. Entre 2018 y 2021 se organizaron esos referendos y la mayoría de los votantes optaron por mantener a Nueva Caledonia como parte de Francia en lugar de apoyar la independencia. Sin embargo, el pueblo independentista kanako rechazó los resultados del último (realizado en 2021) porque se realizó en plena Pandemia del COVID 19.
Por su parte, el "Acuerdo de Numea" estableció que el voto en las elecciones provinciales estaba restringido a las personas que residían en Nueva Caledonia antes de 1998 y a sus hijos. La medida buscaba dar una mayor representación a los kanakos, que se habían convertido en una población minoritaria, pero seguían representando a más del 40% de los locales, además de ser los detentores del acervo cultural de sus tradiciones y defender sus legítimos derechos soberanos sobre la tierra de los que son originarios. Sin embargo, las actuales autoridades francesas consideraron que dicho acuerdo era "antidemocrático" y, por eso, los legisladores aprobaron esta polémica enmienda constitucional con la apertura del voto para los que arribaron a las islas en tiempos más recientes. Eso generó la furia de los locales y la rebelión que incluyó la quema de viviendas, comercios y vehículos, además de un sinnúmero de saqueos en supermercados. Y que llevó a que cientos de franceses y otros extranjeros deban abandonar el lugar, a la par de que Francia enviaba miles de gendarmes.
Mientras tanto, en Nueva Caledonia, el Consejo Nacional de Jefes del pueblo indígena kanako condenó, por un lado, "todos los actos de vandalismo y violencia armada", pero también rechazó las acusaciones de que el movimiento independentista estaba implicado en la violencia. El Gran Jefe Hippolyte Sinewami-Htamumu expresó su pleno apoyo al grupo independentista, que movilizó a más de 100.000 personas "de todas las edades y todos los orígenes" en protestas pacíficas en los últimos meses en Numea y otros lugares Y aclaró:
"Esto no es un 'grupo terrorista' o un 'grupo mafioso', como algunos líderes políticos nos quieren hacer creer."
Frente a semejante cuadro de tensión, Macron señaló que retrasaría la aprobación de la modificación electoral antes de convertirlo en ley y que invitaría a representantes de la población del territorio en cuestión a París para intentar llegar a un acuerdo negociado. Sin embargo, dijo que se debe alcanzar un nuevo acuerdo en junio o lo convertiría en ley. Como la tensión no cedió, es que ahora el presidente decide viajar personalmente a las islas el próximo viernes 24 de mayo.
Pero quizás uno de los hechos que más llama la atención de este conflicto es que el gobierno francés acusó a Azerbaiyán, un país aliado de Rusia, de estar involucrado en los disturbios desatados en Nueva Caledonia. A tal punto que las autoridades galas sostienen que ese país está ejerciendo “una injerencia nefasta”, a 14.000 kilómetros del archipiélago, debido a presuntos acuerdos culturales, políticos y educativos entre Azerbaiyán y el pueblo kanako. El ministro francés del Interior, Gérald Darmanin, señaló que Azerbaiyán, junto con China y Rusia, están interfiriendo en los asuntos internos de Nueva Caledonia: "No es una fantasía. Es una realidad". Las autoridades galas denunciaron la repentina aparición de banderas azerbaiyanas en las protestas en aquellas islas y el respaldo a los separatistas por parte de grupos vinculados a Bakú, algo que Azerbaiyán desmintió con vehemencia. Si es cierta la existencia del Grupo de la Iniciativa de Bakú, creado durante una conferencia celebrada en julio de 2023 en Azerbaiyán, que incluye a participantes de varios territorios franceses que buscan la independencia y que tiene como objetivo apoyar los movimientos anticoloniales contra Francia. "Nos solidarizamos con nuestros amigos canacos y apoyamos su justa lucha", declaró el Grupo. El gobierno de Macron también acusó a Azerbaiyán -con quien tiene choques también por el apoyo galo a Armenia en el conflicto por los territorios de Nagorno-Karabaj- de participar en campañas de desinformación para desestabilizar sus territorios y vinculó a redes sociales proazerbaiyanas con la difusión de contenidos engañosos sobre la actuación de la policía francesa en Nueva Caledonia.
En ese punto es donde vuelven a aparecer las tensiones internacionales que también se expresan en la región, y donde ubican al eje Rusia-China enfrentado con EE.UU. y el resto de las potencias occidentales, en una zona estratégica militar y comercialmente. Y donde Francia no quiere perder terreno. Por eso quiere enfrentar esta rebelión en la paradisíaca colonia a 17.000 kilómetros de distancia de París.
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