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Nueva Zelanda: ¿El fin del sueño perfecto en la "tierra prometida"?

Durante años, ese país de Oceanía fue un imán para ciudadanos de todo el Mundo por la calidad de vida y la prosperidad que ofrecía. Pero ahora transita una gran crisis económica y social que potenció una emigración récord. Más de 130.000 personas se fueron en un año.


Por Gabriel Michi


Por décadas fue un imán para miles y miles de personas de todo el Mundo. Actuó como un anzuelo que prometía prosperidad y calidad de vida. Que seducía a ciudadanos de los más diversos puntos del planeta. Y, en especial, a los jóvenes. Y la verdad es, en términos generales, Nueva Zelanda cumplía con las expectativas que generaba. Muchos de los que tuvieron esa experiencia se quedaron y otros cuya propuesta era acotada en el tiempo, se ilusionaron con permanecer o regresar. Ese país insular, ubicado en el Océano Pacífico al Este de Australia (el otro gigante de Oceanía) se había convertido en la "tierra prometida", un especie de Meca que atraía por su belleza natural y sus beneficios económicos. Sin embargo pareciera que el sueño perfecto llegó a su final. Una profunda crisis económica provocó que en el último año más de 130.000 personas hayan abandonado el país, una cifra récord nunca vista. Y el tema es que eso podría potenciarse aún más.


Según los expertos esa enorme emigración (en un país que apenas supera los 5,3 millones de habitantes, de las que 1,4 millones son inmigrantes, el 26%) se debe al aumento del desempleo, las elevadísimas tasas de interés y u crecimiento económico escuálido. Según los datos publicados por Statistics New Zealand, 131.200 personas abandonaron esa nación entre junio de 2023 y el mismo mes de 2024, la cifra más alta registrada para un período anual. El organismo oficial asegura que un tercio de ellas se dirigieron a la vecina Australia.

Si bien la migración neta (el número de quienes llegan menos los que se van) se mantiene en niveles altos, los economistas también esperan que disminuya a medida que baje el número de extranjeros que desean mudarse a Nueva Zelanda debido a la desaceleración de la economía.


Del total de quienes abandonaron esa nación, 80.174 eran ciudadanos neozelandeses, casi el doble de la cantidad de personas que se iban antes de la pandemia de COVID-19, lo cual resulta un dato más que elocuente. De hecho en aquella época de encierros masivos, alentados por la gestión del brote por parte del gobierno de entonces -considerado uno de los que mejor lo manejo-, los neozelandeses que vivían en el extranjero regresaron a sus tierras en cantidades históricamente altas. Algo que ahora va en sentido contrario.


Según los economistas, los altos costos de vida, las altas tasas de interés y la disminución de las oportunidades laborales, hacen que los neozelandeses se estén mudando hacia Australia, el Reino Unido y otros lugares. Esto se originó después de que el Banco Central "aumentara las tasas de efectivo en 521 puntos básicos en su ajuste más agresivo desde que se introdujo la tasa de efectivo oficial en 1999", según la agencia Reuters. Por ello, la economía anualizada creció apenas un 0,2% en el primer trimestre, mientras que el desempleo subió al 4,7%. En tanto, la inflación se mantiene alta (para los parámetros neozelandeses y de las naciones desarrolladas): 3,3% anual.


Como contracara, Australia está contratando y ofreciendo paquetes de reubicación en áreas claves como enfermería, Policía y en el mundo de la enseñanza donde hay escasez de personal calificado. Eso es un gran imán para los neozelandeses que no necesitan visas para trabajar allí. En un contexto donde, encima, el gobierno conservador de Nueva Zelanda está llevando adelante una reducción muy grande de los servicios públicos, con un plan de ajuste que dejó a muchos trabajadores calificados sin trabajo. Por ejemplo, el Ministerio de Educación comenzó con un plan para reducir en un 12% de su fuerza laboral en la enseñanza, lo que se tradujo en despidos generalizados en el sector público para reducir el gasto y recortar la deuda. También el Ejecutivo nacional exigió a ministerios y departamentos (como los de Salud, Conservación y Negocios) que realicen ahorros de entre el 6,5% y el 7,5% mientras intenta reducir el gasto en servicios públicos en alrededor de NZ$1.500 millones (885,90 millones de dólares).


Todo eso repercute en la calidad y la cantidad de empleos y provocan una retracción económica que hoy expulsa población en un país que se caracterizó por años en todo lo opuesto, es decir, en actuar como un seductor imán para ciudadanos de todo el Mundo. Pero que ahora parece ir en signo contrario. Poniendo en jaque a esa Nueva Zelanda que representaba el sueño perfecto de la "tierra prometida",




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