La toma del poder por parte de una Junta Militar tensa a toda la región y las potencias mundiales amenazan con intervenir. Mientras países africanos se dividen de un lado y del otro. Cómo un conflicto en ese país pueden derivar en una conflicto entre Occidente y Rusia.
Por Gabriel Michi
Hay países que viven en tragedias permanentes. Situaciones límites en las que caen -o los hacen caer- una y otra vez. Y Níger, en el noroeste africano, es un claro ejemplo de ello. No sólo es el cuarto país más pobre del Mundo y 2 de cada 3 de sus 18 millones de habitantes viven en la miseria más absoluta, sino que la inestabilidad política ha sido una constante: desde su independencia de Francia en 1960 sufrió al menos cuatro Golpes de Estado, el último al finalizar julio. Una Junta Militar, encabezada por el general Amadou Abdramane, derrocó al presidente electo Mohamed Bazoum, quien llevaba dos años en el poder. Y ahora se encienden todas las alarmas porque distintos países de la región, entre ellos varios limítrofes con Níger, han tomado posición a favor y en contra de los golpistas y hasta han movilizado tropas con amenazas de una posible incursión militar sobre el país en conflicto. Y, es más, en el medio aparecen metiendo sus manos las grandes potencias. De un lado Occidente. Del otro Rusia. Y ahora ese Golpe de Estado podría derivar en una guerra extendida en África y hasta en una guerra global. Los más alarmistas, de hecho, plantean la posibilidad extrema de que desate la Tercera Guerra Mundial. Ni más ni menos.
Frente a esa situación los militares que tomaron el poder decidieron cerrar el espacio aéreo de Níger para evitar bombardeos y tener la excusa para derribar cualquier avión que aparezca en sus radares. El clima es tal que tanto la Unión Europea (UE) -especialmente Francia- y EE.UU. no sólo obligaron a abandonar el país a todos los ciudadanos de sus nacionalidades sino que siguen al detalle todo lo que está ocurriendo, lanzando advertencias y amenazas a los golpistas. Mientras, la preocupación de un conflicto regional crece.
Para graficarlo: Mientras la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao) y países como Nigeria, Benín, Costa de Marfil y Senegal confirmaron la disponibilidad de sus ejércitos para intervenir en contra de los golpistas, Mali y Burkina Faso (países cercanos a Moscú y gobernados por otras juntas militares), se oponen al uso de la fuerza. En esta misma posición se ubican Guinea-Conakri, Chad y la poderosa Argelia.
Una guerra en la región podría tener gravísimas consecuencias y desatar un verdadero infierno. Con pérdidas terribles (en particular humanos) en países que de por sí ya atraviesan situaciones muy delicadas en toda la franja de Sahel, donde además de la miseria extrema, la crisis climática y los dramas migratorios, se suma la presencia cada vez más fuerte de milicias yihadistas. En el caso de Níger, además, se pude ver afectada su producción de Uranio, principal actor de su economía y foco de interés de las grandes potencias nucleares.
Los especialistas también señalan la responsabilidad de las potencias occidentales en fomentar esos escenarios y, por otro lado, no ver el crecimiento de la injerencia de Rusia y China en toda esa región. De hecho países como España, con intereses fuertes en la estabilidad en el norte africano -donde mantiene los enclaves de Ceuta y Melilla-, ha reclamado en más de una oportunidad para que la OTAN y a la UE preste atención a lo que está ocurriendo en esa zona.
Los militares que tomaron el poder en Níger no ceden a las presiones internacionales que, por ejemplo, quedan en evidencia en los reclamos de Francia, EE.UU. y la UE para que el ex presidente Bazoum sea repuesto en el cargo. Tampoco parecen retroceder en sus posiciones pese al ultimatum de la CEDEAO que vence el próximo domingo. "La clave es ver qué ocurre cuando se cumpla el ultimátum de la Cedeao, porque nada indica que los golpistas vayan a ceder. Queda por ver si la amenaza del uso de la fuerza se convierte en hechos, o se queda solo en palabras, en cuyo caso la Cedeao quedaría fuera de juego para mucho tiempo. Si el ultimatum deriva en el uso de la fuerza, los alineamientos podrían llevar a esa guerra regional", señaló -a RTVE- Jesús A. Núñez Villaverde, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH)
Para Beatriz de León Cobo, analista del Centro de Seguridad Internacional de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV) y coordinadora del Foro de Diálogo Sahel-Europa, "Intentar restablecer el orden constitucional por la fuerza solo llevaría a una guerra regional". En tanto, Frédéric Mertens, profesor de la Universidad Europea de Valencia y experto en Relaciones Internacionales, señala que dentro de la propia organización africana "no hay unanimidad": "Unos quieren intervenir y otros prefieren intentar la negociación", asegura.
Pero más allá de lo que pueda ocurrir entre los propios países africanos, también hay que prestar atención a qué puede hacer Rusia o, en todo caso, las milicias privadas como el grupo Wagner que ya ha ofrecido sus servicios mercenarios a los militares golpistas de Níger. Más allá de que hace sólo una semana Vladímir Putin recibió a líderes africanos en San Petesburgo, lo que no pasó desapercibido es que estaba presente el creador y dueño del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, que tiene a sus hombres, así como intereses económicos, en varios países del continente, entre ellos Mali, país vecino de Níger. Es más, en la capital del país, Niamey, se vieron banderas rusas entre quienes apoyan el Golpe de Estado y otras en contra de Francia. Las posturas anti-Occidente han crecido en los últimos tiempos y hay quienes sospechan que detrás de eso están los rusos "Hoy es Níger, ayer Mali y Burkina. Mañana puede ser la República Democrática del Congo u otro país africano donde haya intereses económicos y estratégicos: materias primas, bases logísticas o militares, control de rutas marítimas", advierte Mertens, profesor de la Universidad Europea.
Por todo eso y por los recursos que tiene Níger es que este conflicto, desatado ahora por un nuevo Golpe de Estado, puede derivar en una escalada bélica con final incierto. Y, hasta un conflicto regional y global. Porque la inestabilidad en toda la zona del Sahel viene de hace décadas, pero se ha agravado en los últimos años al compás de las hambrunas, los conflictos y el terrorismo creciente. Ese espacio donde se transita del desierto del Sáhara y a la característica sabana, abarca a varios de los países más pobres del mundo. En esas naciones los golpes de Estado son tan comunes como las instituciones débiles y corruptas, con Gobiernos poco transparentes (muchas veces impuestos o apoyados por potencias extranjeras, moldeados a sus intereses) y que muchas veces no llegan a controlar la totalidad de sus territorios, justamente por su falta de legitimidad y la superposición de conflictos étnicos ancestrales. A todo eso se suma que la porosidad de sus fronteras y fuerzas militares corrompidas potenciaron la presencia del tráfico de drogas, armas y personas, en rutas con nulo control. Por ejemplo, en la "zona trifonteriza", donde se unen Níger, Burkina Faso y Mali y donde el crimen organizado y los grupos terroristas han hecho pie hace tiempo.
De hecho, en los últimas dos décadas el yihadismo se extendió, apalancado no sólo por la situación de miseria y exclusión que domina esa geografía, sino también por los conflictos tribales, étnicos y económicos. Así aparecieron en escena grupos extremistas afiliados a Al Qaeda y al ISIS. Uno de los más poderosos y violentos es Boko Haram (con base en Nigeria), tristemente célebre por sus letales atentados como también por el secuestro masivo de niñas en las escuelas.
A todo eso se suma el creciente rechazo a las grandes potencias -fomentado por los grupos yihadistas t también por Rusia- que en el pasado impusieron su poder y convirtieron a estos lugares en colonias, expoliando sus riquezas y armando gobiernos títeres de acuerdo a sus conveniencias. Una de ellas es Francia, de la que Níger se independizó en 1960. Sin embargo su presencia militar sigue hasta el presente y, de hecho, ahora debió retirar unos 1.500 soldados de ese país, después de haberlos trasladado de Mali. El país galo tenía en el lugar la operación militar denominada "Barkhane" y fomentó la cooperación regional con la creación, en 2014, del G5Sahel, del que forman parte Mali, Mauritania, Níger, Burkina Faso y Chad, aunque en términos reales parece totalmente inactivo.
"Para Francia, es la consecuencia de su estrategia de décadas de política neocolonial y de intentar controlar una región donde se dan causas estructurales sociales, políticas, económicas, de corrupción que no se arreglan con un contingente militar Los ejércitos no sirven para acabar con la amenaza del terrorismo, porque si no se eliminan las causas estructurales, siempre tiene caldo de cultivo para germinar", según Jesús Núñez, del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH).
Sin embargo, en Níger en particular la presencia de grupos terroristas es mucho menor que en otros países de la zona. De hecho, el gobierno depuesto de Bazoum había establecido un fuerte puente con Francia para controlar a esos sectores. Sin embargo, dentro de las Fuerzas Armadas nigerinas no estaban conformes y veían como sus soldados seguían expuestos a esos ataques. Encima, había trascendido que el presidente estaba pensando una reestructuración de la cúpula militar, con el desplazamiento de sus líderes, los mismos que ahora encabezaron este Golpe de Estado.
Hoy el escenario es de una enorme inestabilidad general y se teme lo peor, no sólo por lo que ocurre hacia adentro de Níger sino por los movimientos en los países cincundantes frente a este conflicto. Y, también, por su proyección global, teniendo en cuenta la historia intervencionista y de intereses de las potencias occidentales y la incidencia creciente de Rusia en África.
Y es que Níger, pese a años de expoliación de sus riquezas, aún posee recursos naturales como el uranio, que se usa como combustible para los reactores nucleares. A tal punto que, pese a ser el cuarto país más pobre del planeta, es el séptimo productor mundial de este mineral. Y Francia, que es su socio principal en la materia (en la producción y el comercio), teme por la seguridad energética: el país galo cuenta con 56 reactores nucleares operativos, que generan un 70 % de la electricidad que consume el país; y cerca del 17% de uranio que utilza en esos reactores llega desde Níger. En el país africano opera desde 1971 el grupo estatal francés Orano que extrae de sus minas cerca de 2.000 toneladas de uranio al año. Y hay un marcado interés internacional en la mina de Imouraren, una de las reservas más importantes que quedan en el Mundo.
Pero no es sólo Francia la que está preocupada por esta situación sino toda la Unión Europea: Níger es también el segundo proveedor de uranio de la UE. Por eso, el bloque continental europeo ha pretendido facilitar una mediación en este confllicto. Sin embargo la desconfianza es muy grande. Y la tensión crece. Así un Golpe de Estado en este pequeño país africano abrió una "Caja de Pandora" que nadie sabe adonde puede terminar. Y que los más pesimistas lo proyectan como una amenaza de guerra global. Incluso la Tercera Guerra Mundial.
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