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Paraguay: la historia se repite

Pese a lo que señalaban las encuestas -que hablaban de un virtual empate- el candidato del oficialista Partido Colorado, Santiago Peña, ganó la Presidencia por amplia diferencia. "Delfín" del cuestionado ex presidente Horacio Cartes, ratificó siete décadas de hegemonía partidaria.


Por Gabriel Michi



Hay varias cosas que se repiten en esta historia. Las encuestas fracasando una vez más en su diagnóstico; un voto vergonzante que no aparecía en los testimonios que los medios registraban en las calles; y la hegemonía permanente de un partido, el Colorado, que domina la escena política paraguaya desde hace siete décadas. La "no" noticia vuelve a ser que en este país latinoamericano ganó nuevamente el sector político que siempre gana -salvo en la aislada expresión que llevó a la Presidencia a Fernando Lugo, entre 2008 y 2012, pero que luego fue destituido- y que todas las estimaciones previas fracasaron. Santiago Peña, el candidato del oficialista Partido Colorado, se impuso por amplia diferencia en las elecciones presidenciales y gobernará Paraguay hasta mediados del 2028.


Quince puntos detrás de él quedó el postulante de la concertación de centroizquierda Efraín Alegre (ex ministro de Lugo). Fue un 43% del primero contra 27% del segundo. En tercer lugar quedó el polémico candidato antisistema Paraguayo "Payo" Cubas, con un 22% de los votos. Como no hay ballotage, peña es el nuevo presidente paraguayo que reemplazará al también colorado Mario Abdo Benítez, a partir del 15 de agosto. "Gracias a quienes nos entregaron sus sueños, confiaron en este proyecto, depositaron sus esperanzas para que podamos estar mejor, y vamos a estar mejor", dijo Peña al celebrar el triunfo.


El flamante presidente electo es un "delfín" del cuestionado ex mandatario Horacio Cartes (fue su ministro de Hacienda e integraba un directorio del banco de su familia), el mismo que tiene prohibido el ingreso a los EE.UU. por una serie de delitos que se le imputan. Y, si bien peña sucederá a un gobierno de su mismo signo político, señaló: "Después de los últimos años de estancamiento económico, alto déficit fiscal, alto índice de desocupados e incremento de la pobreza extrema, no es solo trabajo para una persona o un partido. Por eso convoco a la unidad y el consenso, por la prosperidad sin exclusiones".


El Partido Colorado, la voz hegemónica y excluyente de la política paraguaya durante más de 70 años, que incluyen a la dictadura de Adolfo Stroessner (1954-1989), volvió a demostrar su poder clientelar dentro de una filosofía conservadora que siempre propició. Apoyado, vale decir, por la elite económica -que muchas veces se fusiona con la política- representada por pocas manos que concentran gran parte de la riqueza en uno de los países más desiguales de Latinoamérica.


A todo eso se suma la enorme división de la oposición, que llevó 12 fórmulas, atomizando mucho más los votos. De hecho, si se hubieran unido, podrían haber derrotado al partido gobernante. "La división ha hecho que no hayamos podido llegar al objetivo de cambio solicitado", sostuvo Alegre. Aunque esa unidad hubiese sido un enorme engendro porque la disparidad de pensamientos es enorme. Por ejemplo nada tiene que ver la centroizquierda encabezada por Alegre con la tercera fuerza política, la extrema derecha del polémico Paraguayo Cubas, que logró un 22% de apoyos.


Peña es un economista de 44 años que, además de haber encabezado la cartera económica en la Presidencia de Cartes, fue director del Banco Central y trabajó para el FMI (Fondo Monetario Internacional). Ahora deberá enfrentar un escenario en el que el país creció apenas un 0,2% el año pasado y la inflación fue del 8,1%, muy por encima de la media histórica. Y encima, con un propio espacio particularmente dividido Partido Colorado, también denominado Asociación Nacional Republicana (ANR), sumergido en disputas internas y denuncias de corrupción. Y, para mayor complicación, con su jefe político, el ex presidente Horacio Cartes (2013-2018), acusado de múltiples delitos por parte de los Estados Unidos. Aún así, en Paraguay, nada parece haber cambiado. Y, una vez más, la historia se repite.





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