El 24 de febrero de 2022 comenzaba la invasión rusa sobre territorio ucraniano y recién ahora, con la intervención del mandamás de EE.UU., llegaría un acuerdo de paz. Pero con enormes pérdidas para Zelensky y ganancias para Putin. En el medio, muerte y destrucción.
Por Gabriel Michi
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Un lugar común. Pero real. "En toda guerra la primera víctima es la verdad", reza una extendida máxima. Y eso quedó demostrado en la que se desató hace tres años, el 24 de febrero de 2022, cuando comenzó la "Operación Militar Especial" (según Vladimir Putin) o la "invasión rusa" (según Volodymyr Zelensky y Occidente) sobre territorio de ucraniano, algo que conmovió y conmueve al Mundo. Y ese verdad se proyecta también sobre la vida y la muerte. Las cifras de las víctimas letales de esos enfrentamientos -como también de los heridos- son un enigma. De un lado y del otro de la fronteras aumentan el número de los enemigos caídos, buscando un efecto psicológico sobre el adversario. En diciembre de 2024, el presidente ucraniano Zelenski informó que 43.000 soldados ucranianos y 198,000 soldados rusos habían muerto. Sin embargo, medios como The Economist, el servicio ruso de la BBC y The Wall Street Journal , tienen cifras bien diferentes. Por ejemplo, este último diario estimó -en base a fuentes de Inteligencia- que 280.000 combatientes (200.000 rusos y 80.000 ucranianos) murieron en esa guerra y 800.000 resultaron heridos (400.000 en cada bando). Esas cifras podrían acercarse bastante a la realidad, muy lejos de los "millones de muertos" que, según el presidente estadounidense Donald Trump, ocasionaron esos choques de los que responsabiliza -en clara diferencia a su antecesor Joe Biden y a los líderes europeos- a Zelensky mucho más que a Putin. Hoy Trump parece dispuesto a poner fin a la guerra -de hecho convocó a una reunión entre EE.UU. y Rusia en Arabia Saudí de la que no participó Ucrania- y colocarse él en el centro de la escena. Y, es posible que su objetivo se concrete: es decir, que se llegue a una paz bastante costosa para los ucranianos ya que podrían llegar a perder los 110.000 kilómetros cuadrados que cayeron en manos de los rusos.
El enigma sobre la cantidad de víctimas que han dejado estos tres años de conflictos también alcanza a organismos y centros de estudios independientes: por ejemplo, el Uppsala Conflict Data Program (UCDP), un grupo de investigación con sede en la Universidad de Uppsala (Suecia) rastreó cifras de muertes de civiles y combatientes a nivel mundial desde la década de 1980, también se involucró en este tema. Según el UCDP, entre 174.000 y 420.000 personas han muerto en los tres años de guerra entre Rusia y Ucrania. Por su parte, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) verificó aproximadamente 12.500 muertes de civiles en Ucrania desde el inicio del conflicto. Esta cifra sólo incluye muertes confirmadas. En lo que todos coinciden es que la mayoría de las víctimas murieron a principios de 2022, año del inicio del conflicto. Según la ACNUDH, casi todas las víctimas murieron debido a bombardeos, misiles, cohetes, ataques aéreos y ataques con drones en zonas residenciales con un alto nivel de población.
Obviamente, cada vida es una tragedia en sí misma. Pero no tener una cifra clara es otro capítulo de una guerra que en estos tres años ha generado también gastos descomunales, destrucción y una emigración obligada que recordó la Segunda Guerra Mundial: se estima que 10 millones de personas han huido de sus hogares y están desplazadas dentro de Ucrania o en el extranjero. De ellos, 3,7 millones son desplazadas internos en Ucrania y otros 6 millones viven actualmente como refugiados en el extranjero, en su mayoría en países europeos como Polonia y Alemania.
En lo que sí coinciden la mayoría de los expertos es que las bajas rusas serían mucho mayores que las ucranianas. De hecho la guerra en Ucrania es, con diferencia, la más mortífera para el ejército ruso desde la Segunda Guerra Mundial. A tal punto que Rusia ha perdido más combatientes en Ucrania en el primer año de guerra que en todas las guerras que ha librado desde 1945. ¿Por qué? Según los especialistas eso tiene que ver con que Rusia sigue utilizando técnicas de "infantería desechable" que se traduce en usar combatientes para identificar las posiciones de fuego enemigas y así agotar los recursos del adversario. En cambio, del lado ucraniano explotaron mucho más el sistema de vigilancia y exploración con drones para observar, detectar y atacar las posiciones enemigas. Si bien la cantidad de muertes rusas fue mucho mayor que las de Ucrania, si se lo toma en cuenta en relación con la población general -de los 42 millones que había antes de la guerra, la población del país se redujo a 27 millones a principios de año, contra 143 millones que hay en Rusia- , esa ecuación se invierte. Y eso significa un gran desafío para Kiev porque les cuesta renovar a sus tropas y no puede usar ni hombres de la Unión Europea ni de la OTAN porque no forma parte de ambos conglomerados de países. Y Rusia, por su parte, ha llevado a combatir a soldados de Corea del Norte.
A las pérdidas en vidas y las materiales hay que sumar el daño al medioambiente que se ocasionó en estos tres años de guerra: por ejemplo, los incendios forestales provocados por los combates contribuyeron a aumentar en un 31% las emisiones de CO2 La invasió rusa ya emitió cerca de 230 millones de toneladas de CO2, algo que equivale al total de emisiones que por año lanzan Austria, Hungría, República Checa y Eslovaquia juntas. La superficie de bosques ucranianos que se quemaron en los últimos 12 meses fue más del doble de la media anual de los dos años anteriores: 92.100 hectáreas. "Los puntos de ignición durante la guerra son, por ejemplo, los bombardeos en ambos bandos con explosiones, disparo de munición, colisión de drones, la explosión de minas, o soldados haciendo hogueras", explicó Lennard de Klerk en un informe científico. A esa situación hay que agregar los permanentes ataques a las infraestructuras energéticas que generaron un aumento del 16% en las emisiones por el conflicto.
En medio de todo eso, aparece en escena un envalentonado Donald Trump que asegura que si él hubiese sido presidente de los EE.UU. al momento del inicio del conflicto, el mismo nunca hubiere ocurrido, acusando a su antecedor Joe Biden de haber sido en parte reponsable de esa sitación. Pero Trump fue más allá: se puso del lado de Putin al rotular de "dictador" a Zelensky -por no haber llamado a eleciones el año pasado, cuando correspondía, por el tema del "Estado de Excepción"- y hasta lo definió como un "comediante mediocre" -refiriéndose al polémica pasado actoral del presidente ucraniano-.
Es más, el mandamás estadounidense no tiene empacho en decir que no va a mandar más dinero para ayudar militarmente a Ucrania, incluso enfrentándose con Europa. A tres años del inicio de la guerra, aparecen señales de debilitamiento del apoyo internacional a Zelensky. De hecho, en este tercer aniversario, la Asamblea General de la ONU se votó una condena a la "invasión rusa" y la exigencia para que las tropas del Kremlin: esa propuesta obtuvo 93 votos a favor, 18 en contra (incluyendo a Rusia y a EE.UU.) y 65 abstenciones (entre ellas la de Argentina, pese a la cercanía que el presidente Javier Milei mostró con su par ucraniano. Esta misma votación quizás hubiese tenido un resultado más contundente hace un par de años. Sin embargo, el paso del tiempo y la impronta trumpista parecen haber cambiado ese escenario. Y ciertas miradas. Y conveniencias.
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