Tras 13 años de una guerra que dejó 500.000 muertos y 12 millones de desplazados, los rebeldes lograron derrocar al presidente cuya familia gobernaba desde hace 50 años. Rusia, principal soporte del destituído líder, le dio asilo. Mientras Occidente analiza cómo reaccionar ya que el grupo HTS que tomó el poder es considerado "terrorista" por muchos países.
Por Gabriel Michi
13 años de guerra. Más de 500.000 muertos. 12 millones de desplazados y, de ellos, 8 millones de exiliados. Ciudades destruidas hasta quedar en escombros. Un pueblo sufriente. Y muchas manos interviniendo en un mismo conflicto. Manos de adentro y de afuera. Buscando hacer prevalecer sus intereses. Y un final que se precipitó sorpresivamente cuando nadie lo imaginaba. La caída del presidente de Siria, Bashar al-Assad, era algo inimaginable hace apenas dos semanas. El respaldo de Rusia e Irán (con el Hezbollah) parecían darle la tranquilidad al presidente sirio de que los rebeldes nunca llegarían hasta Damasco ni harían caer su poder infranqueable. Por lo que asomaba como imposible sucedió. Entre el sábado 7 y el domingo 8 de diciembre de 2024, 13 años después de que estallara esta guerra fraticida que parecía interminable, los rebeldes tomaron la capital, sin la más mínima oposición de las fuerzas que hasta el momento respaldaban al gobierno. Poco después se sabría que Al-Assad junto a su familia había huido de su país y que Rusia le otorgó asilo. El avance relámpago de las fuerzas rebeldes (con el visto bueno de Turquía) primero logró apoderarse de Alepo (la segunda ciudad del país) y después de varias de las más importantes urbes hasta llegar a Damasco y precipitar la caída de un régimen gobernado por la familia presidencial desde hacía más de 50 años.
La debacle de Al-Assad es un duro golpe para Irán y para Rusia en Medio Oriente. Pero también es cierto que ambos países están hoy más preocupados por otras realidades que los tienen a maltraer. En el caso de los persas, por los duros golpes asestados al Hezbollah en el Líbano por parte de Israel, que acabaron con casi toda la comandancia del grupo apoyado por Irán. De hecho, Hezbollah había retirado gran parte de sus combatientes de elite de Siria. En el caso ruso, por el desgaste sufrido con la guerra en Ucrania, que se ha cronificado mucho más de lo esperado por el Kremlin. Y esa parece ser la clave para explicar por qué los rebeldes decidieron realizar esta movida en este momento sabiendo que la capacidad de respuesta de Al Assad y su Ejército aparecía muy disminuida por la falta de atención de sus aliados que estaban más preocupados por sus propios problemas. Así fue que se puso fin a un estancamiento de cuatro años entre Assad y las facciones rebeldes hoy triunfantes, cuya base central estaba en la provincia de Idlib, región que gobernaban desde hace tiempo y donde incluso cobraban impuestos, algo que incluso fue un error estratégico de Al Assad y sus aliados. En una embestida de apenas 12 días, los rebeldes capturaron el control de las principales ciudades de Alepo, Hama, Homs y Damasco, tras 4 años en las que las líneas de fuego casi no se habían movido, tras un acuerdo alcanzado entre Rusia e Irán y Turquía.
Los rebeldes que tomaron el poder integran el Hayat Tahrir al-Sham (HTS), un grupo que en pasado tuvo vínculo con Al Qaeda y que para muchos países de Occidente -incluyendo a los EE.UU- es un movimiento "terrorista". Esa calificación alcanza también a su líder Ahmed al-Sharaa, más conocido como Abu Mohamed al-Golani, por cuya cabeza en el pasado Estados Unidos ofreció una recompensa de 10 millones de dólares cuando este hombre conducía el Frente Al Nusra . Es un grupo con raíces en el Islam sunita yihadista. El dirigiente intentó dar un mensaje tranquilizador hacia adentro y hacia afuera de Siria, señalando que ya no persiguen los objetivos más radicalizados que los movilizaban en el pasado ni utilizan técnicas que fueron calificadas como "brutales". Es más, hasta plantearon que el país irá a una transición democrática donde incluso dejará su coordinación al propio primer ministro de Al-Assad, Mohammad Ghazi al-Jalali, quien pidió elecciones libres y dijo que había estado en contacto con Golani para discutir esta cuestiones. La coalición rebelde siria argumentó que estaba trabajando para completar la transferencia de poder a un órgano de gobierno de transición con poderes ejecutivos. "La gran revolución siria ha pasado de la etapa de lucha para derrocar al régimen de Assad a la lucha para construir juntos una Siria que esté a la altura de los sacrificios de su pueblo", añadió en un comunicado.
Lo precipitado de este desenlace sorprendió a todos, incluso a los millones de refugiados dispersos durante más de una década en campos en Turquía, Líbano y Jordania, como también aquellos que llegaron a Europa (más de un millón), en lo fue una de las peores crisis migratorias de los últimos años. Quizás muchos de ellos se decidan a regresar a su país, si ven que la paz finalmente llegó para quedarse y que realmente no hay persecución contra las minorías. El líder de los rebeldes dio un mensaje en la televisión estatal siria donde señaló: "¿Cuántas personas se han visto desplazadas en todo el mundo? ¿Cuántas personas viven en tiendas de campaña? ¿Cuántas se han ahogado en el mar? Una nueva historia, mis hermanos, se está escribiendo en toda la región después de esta gran victoria", dijo, añadiendo que con trabajo duro Siria será "un faro para la nación islámica".
Después de más de medio siglo de la familia Al Assad en el poder (primero fue el padre, Hafez, quien gobernó el país durante 29 años y luego el hijo Bashar, que estuvo 24 años más), el régimen que condujo con mano de hierro los destinos de Siria -encarcelando a miles de opositores e incluso usando armas químicas contra su propia población- se desmoronó en cuestión de horas. Los rebeldes ingresaron a las ciudades más importantes y una de las primeras cosas que hicieron fue abrir las celdas de los presos (incluso con bombas) quienes salieron eufóricos a la calle a festejar y unirse al grito de "libertad" que se escuchaba en ellas por parte de cientos de personas. Todavía están cavando túneles para detectar incluso prisiones subterráneas donde se supone que el gobierno de Al Assad habría encarcelado a miles de ciudadanos.
El fin de semana Damasco se llenó de motocicletas que transportaban hombres armados y vehículos rebeldes cubiertos de barro como camuflaje. Hubo algunos saqueos en negocios y los puestos de control, donde siempre se veía una enorme presencia de las fuerzas se seguridad, quedaron desiertos. A los costados de las rutas y en distintos edificios se veían carteles de Al-Assad destruidos o vandalizados. Mientras, se escuchaban disparos al aire de quienes celebraban la nueva realidad. Comercios y restaurantes cerraron temprano en cumplimiento del toque de queda dispuesto por los rebeldes, que -llamativamente- no tuvieron ninguna resistencia al ingresar a la capital. En la plaza principal de Damasco, miles de personas en automóviles y a pie festejaron y algunos de ellos hasta se animaron a ingresar caminando al hasta ahora infranqueable Palacio Presidencial Al-Rawda. No faltaron los que se llevaron muebles. Es más, fue tan dantesco todo que hasta se pudo ver a una motocicleta estacionada en el piso de parket de un salón dorado del Palacio.
Ahora ese gobierno de transición y el que surja después de las elecciones debe afrontar una situación dramática, con la destrucción y el dolor por los más de 500.000 muertos que dejaron 13 años de guerra. Y con pérdidas de miles de millones de dólares. Hay ciudades enteras en ruinas por los ataques de las fuerzas de Al-Assad que -con el apoyo de Rusia- que bombardearon una y otra vez grandes poblados dominados por los insurgentes. También hubo otras poblaciones destruidas por alguno de los múltiples grupos rebeldes. Esa guerra civil estalló en 2011 -dentro del contexto general de lo que se dio en llamar la "Primavera Árabe"- como un levantamiento contra Al-Assad, quien pudo resistir gracias al apoyo de Rusia, Irán y el Hezbollah. En el conglomerado de grupos rebeldes hubo de todo: incluso varios de ellos que fueron apoyados por los Estados Unidos y sus aliados para derrocar al presidente sirio, generando a su vez un enfrentamiento en un tercer territorio de las potencias de la "Guerra Fría". Pero fue todo tan caótico que la aparición del ISIS y su brutalidad, llevó a que algunos de esos enemigos persigan el mismo objetivo común: destruir a esa nueva amenaza extremista. En ese papel fue clave el rol de los kurdos, que a su vez son apoyados por EE.UU. y resistidos por Turquía que loe considera "terroristas".
Occidente debe pisar con pie de plomo frente a esta nueva realidad ya que así como figuras como Joe Biden o Emmanuel Macron festejaron la caída de Al-Assad temen por la llegada de este grupo islamista al poder en Siria. Y también van a seguir con sigilo el papel que desarrollará Turquía en todo este proceso ya que aparece como uno de los grandes ganadores de este nuevo escenario. En los últimos años, Turquía respaldó a algunos rebeldes en un pequeño reducto en el noroeste y a lo largo de su frontera, aunque en el desenlace que llevó a que el grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS) derroque a Al-Assad, la actitud del gobierno de Recep Erdogan fue más el de "dejar hacer" que el de participar directamente. Así, estas milicias de la oposición de Siria decidieron concretar en apenas dos semanas un plan organizado desde hace seis meses y que entendieron tenía el aval tácito de los turcos, factótum del poder en esa conflictiva región.
Mientras Estados Unidos, que aún tiene 900 soldados en el terreno (sobre todo en el sureste de Siria), respaldó una alianza liderada por los kurdos que luchó contra los yihadistas del ISIS entre 2014 y 2017. Pero eso lo enfrenta con Turquía que tiene a los kurdos separatistas como sus principales enemigos y a los que combate en forma directa o apoyando al Ejército Nacional Sirio (SNA) en el norte del país. Los turcos también dieron apoyo a sectores de la oposición siria desde los primeros días de la guerra y mantiene tropas sobre el terreno en el noroeste de ese país, brindando respaldo a algunos de los rebeldes que tenían la intención de participar, incluido el SNA, aunque considera que la principal facción de la alianza, Hayat Tahrir al-Sham (HTS), es un grupo "terrorista" desde la época en que era conocido como Frente Al Nusra. De hecho, su líder Golani ha sido catalogado como "terrorista" por Washington, Europa y también por Turquía.
Vale aclarar que ese grupo rompió lanzas con Al Qaeda en 2016 y hasta llegó a enfrentarse en las armas. Pero todo eso es parte de una complejidad donde coexiste un mosaico variopinto de grupos rebeldes con una serie de patrocinadores extranjeros. El HTS aprovechó el deterioro de la relación entre Erdogan y Al Assad, sumado a la falta de apoyo de Rusia e Irán y al desgaste de las Fuerzas Armadas gubernamentales, para dar la estocada final. Sin embargo, oficialmente el gobierno turco se quiso despegar de esta situación: el viceministro de Asuntos Exteriores de Turquía, Nuh Yilmaz, dijo que Ankara no estaba detrás de la ofensiva y no dio su consentimiento, y agregó que estaba preocupada por la inestabilidad en la región.
Aron Lund, miembro de Century International, un centro de estudios centrado en Medio Oriente, dijo a la agencia Reuters que la coalición liderada por HTS era más fuerte y coherente que cualquier fuerza rebelde anterior durante la guerra, "y gran parte de eso se debe a Abu Mohammed al-Golani". Pero, agregó que la debilidad del régimen de Al-Assad fue el factor decisivo para semejante desenlace. "Después de perder Alepo de esa manera, las fuerzas del régimen nunca se recuperaron y cuanto más avanzaban los rebeldes, más debilitado se volvía el ejército de Assad", añadió. Según Birol Baskan, académico del Middle East Institute, "Turquía es el mayor ganador externo en este caso. Erdogan resultó estar en el lado correcto -o al menos en el lado ganador- de la historia porque sus representantes en Siria ganaron la partida".
La incertidumbre sobre qué pasará ahora es tal que el propio Joe Biden señaló: "Mientras todos analizamos la cuestión de qué viene a continuación, Estados Unidos trabajará con nuestros socios y las partes interesadas en Siria para ayudarlos a aprovechar la oportunidad de gestionar el riesgo". Y, de hecho, comenzó a accionar de manera directa: sus fuerzas realizaron el domingo decenas de ataques aéreos contra campamentos y operativos conocidos del ISIS que ha reaparecido en el centro de Siria. Es más, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, habló con el ministro de Defensa Nacional turco, Yasar Guler, y le marcó que Estados Unidos está observando de cerca el desarrollo de los acontecimientos. Es decir, le marcó la cancha. Mientras Israel hace lo suyo: bombardeó supuestos depósitos de armas químicas del gobierno de Al Assad y las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) anunciaron el despliegue de tropas en la zona desmilitarizada en la frontera entre los Altos del Golán, territorio sirio que Israel ocupa desde 1967, y Siria, bajo el pretexto de frenar amenazas y asistir a las fuerzas de la misión de paz de la ONU allí apostadas ante el avance de los rebeldes y para frenar cualquier avance de éstos en esos lugares.
¿Quién es Abu Mohammed al-Golani?
Abu Mohammed al-Golani o Ahmed al-Sharaa (tal es su nombre verdadero) es el líder del grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS) que derrocó a Bashar Al-Assad. En el pasado comandó la rama local de Al Qaeda en los inicios de la guerra civil siria. Es un hombre que durante años mantuvo un muy bajo perfil pero que ahora es la figura más destacada de la milicia que resultó triunfante en esta contienda tras 13 años de guerra. Golani rompió vínculos con Al Qaeda en 2016, rebautizó su grupo que hasta el momento llevaba el nombre de "Frente Al Nusra" -al que Occidente catalogó como "terrorista"- y lideró a los rebeldes que derrocaron a Al-Assad.
Frente a los temores que generó en el plano local e internacional el repentino triunfo de sus milicias, el líder de HTS quiso llevar tranquilidad y apuntó a que buscaban tener una "transición ordenada". A tal punto que declaró que las instituciones del Estado sirio permanecerían bajo la supervisión del primer ministro designado por Al-Assad hasta el traspaso del poder.
Según Aron Lund, miembro del grupo de expertos Century International, Golani y HTS han cambiado muchísimo, aunque seguían siendo "bastante duros": "Es una estrategia de relaciones públicas, pero el hecho de que se dediquen a esta iniciativa demuestra que ya no son tan rígidos como antes. La vieja escuela de Al Qaeda o el ISIS nunca habrían hecho algo así", afirmó el especialista.
Antes de fundar el Frente Al Nusra, Golani había luchado por Al Qaeda en Irak. Allí fue atrapado y terminó detenido por cinco años en una prisión estadounidense. Luego de eso regresó a Siria cuando comenzaban los primeros levantamientos (2011) contra Bashar Al-Assad. Según cuentan los que investigaron su trayectoria, fue enviado allí por el líder del ISIS en Irak en ese momento, el poderoso y temible Abu Omar al-Baghdadi, para reforzar la presencia de Al Qaeda.
En 2013, Estados Unidos designó a Golani como "terrorista". Según la Inteligencia estadounidense, este miliciano tenía como misión no sólo derrocar a Al-Assad sino imponer -de la mano implacable de Al Qaeda- la ley islámica "sharia" en Siria. En ese contexto se responsabilizó al Frente Al Nusra -que él lideraba- por una serie de ataques suicidas que mataron a civiles, además de recurrir al terror permanente.
Pese a que en el pasado no parecía dispuesto a que se conociera mucho su rostro, hoy
Golani parece haber cambiado de actitud. De hecho, se sentó para una entrevista con el programa FRONTLINE del Servicio Público de Radiodifusión de Estados Unidos, y frente a la cámara señaló que la designación de "terrorista" era injusta y que se oponía al asesinato de personas inocentes. Allí explicó también cómo el Frente Al Nusra se había expandido desde los seis hombres que lo acompañaron desde Irak a 5.000 en un año. Pero aclaró que su grupo nunca había representado una amenaza para Occidente. "Repito: nuestra relación con Al Qaeda ha terminado, e incluso cuando estábamos con Al Qaeda estábamos en contra de llevar a cabo operaciones fuera de Siria".
Hoy este hombre es el rostro visible del grupo de rebeldes que logró derrocar al régimen de Bashar Al Assad en Siria. Y lo hizo después de 13 años en un operativo relámpago que sorpresivamente fue conquistando una a una las principales ciudades de ese país que vio cómo morían más de medio millón de ciudadanos y cómo se exiliaban millones y millones. Ese hombre que para algunos es un "terrorista" -algo que él desmiente- es hoy el "triunfador" de una contienda donde se han involucrado demasiados actores internos y externos. Con todo lo que eso significa. ¿Será ésta una oportunidad para la paz? ¿O la entrada a un nuevo y desgarrador infierno?
Comments