Los emprendimientos de turismo rural y los restaurantes de campo enfrentan la incertidumbre de no saber cómo sobrevivir. Cerrados desde el inicio de la cuarentena no pueden hacer deliverys ni take away porque simplemente escasean los vecinos. La experiencia de "El Almacen CT & Cía", en Azcuénaga, es un ejemplo. Una familia que reescribió la historia.
Por Gabriel Michi
Un sueño. Un homenaje. Un lugar mágico. Un puente entre el pasado y el presente. Y hoy, una espera que parece infinita. Una hibernación forzada. Y un futuro indescifrable. Esta es la historia de un emprendimiento que encierra las de muchos otros. Y que merece ser contada. Por su construcción colectiva con el paso de los años. Pero también porque la Pandemia les pegó fuerte, como a tantos otros. En Azcuénaga, un pequeño pueblo bonaerense de unos 350 habitantes, ubicado a poco más de 100 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se levanta un restaurante de campo que funciona en el viejo almacén de "ramos generales". Se llama "Almacén CT & Cía", por el nombre que en su momento tuvo ese espacio clave en la vida rural de esta zona: Casa Terrén. Y que se mantiene en pie, pese a las vicisitudes y los desafíos que se le plantean por existir en un país llamado Argentina y también por aquellos que emergieron sorpresivamente -y a nivel mundial- por la aparición del COVID 19 en este 2020.
Con el abandono del ferrocarril, Azcuénaga fue uno de esos pueblos que comenzaron a exhalar su casi inevitable extinción. Y, con ellos, su propia vida social. Sin embargo, hace unos años empezaron a aflorar proyectos de personas que querían reinventarse pero sobre todo rescatar a esas comarcas para que no queden sumergidas en el olvido. Y así fueron surgiendo distintos polos gastronómicos que les volvieron a dar vida. El turismo de campo, microturismo o de fines de semana encontró en estos lugares un espacio para comer rico, distraerse y tener un contacto con la naturaleza, las costumbres criollas y las tradiciones. Un oasis, un paréntesis en la ajetreada modernidad, a poco tiempo de distancia de la Gran Ciudad. Y así, cada fin de semana, esos pueblos tranquilos ven llegar a cientos de personas ávidas de esas cualidades.
Pero el Coronavirus y la cuarentena está haciendo estragos en sus economías. Como tantos otros rubros, el turismo rural no escapa a la situación que enfrenta la actividad turística en general. Y el resto de los emprendimientos como éste, realizado en base al esfuerzo. Por eso, están preocupados por el presente, pero también por el futuro. Aunque, como han afrontado tantas crisis, se esperanzan con el día después de la Pandemia.
El complejo escenario que enfrenta el "Almacen CT" se repite en otros lugares de Azcuénaga, como por ejemplo en el restaurante "La Porteña" y el bufet del club recreativo "Apolo". También ocurre lo mismo en la vecina localidad de Cucullú donde está presente el "Almacén Bar Casa Gallo" y en San Andrés de Giles donde se asienta "Estancia Chica", entre varios lugares. Y los que se ubican en Villa Ruiz: "La Pulpería" o "Pica Montés". U otros que ya están instalados en polos gastronómicos rurales muy conocidos como los que se levantan en el pueblo de Tomás Jofre (Partido de Mercedes), Carlos Keen, Cortines y Open Door (Partido de Luján), Villa Lía, Vagues y San Antonio de Areco (en el Partido homónimo). Todos ellos enfrentan hoy este desafío que les plantea la Pandemia y la cuarentena. Y en el que el horizonte aparece en medio de una inconmensurable neblina.
Así describe el difícil presente que están atravesando Lucas Coarasa, uno de los 10 hermanos que comandan el restaurante "Almacen CT": "Lamentablemente por esta situación de confinamiento obligatorio, estamos con la actividad completamente parada. No solamente nosotros. Para nuestro pueblo es algo muy complejo de llevar adelante porque se frenó un avión en 100 metros. Y eso complica mucho el panorama. Nosotros no estamos pudiendo trabajar porque en un pueblos de 350 habitantes reconvertirse al delivery o al take away es prácticamente imposible. Con lo cual eso nos deja en una situación mucho más compleja todavía".
Lo que explicita Coarasa es una realidad que jaquea la vida de estos pueblos que han encontrado en el turismo rural de fin de semana la forma de sobrevivir y encontrar un nuevo camino de sostenibilidad. "Toda la fuerza laboral que hace posible nuestro emprendimiento se tuvo que reconvertir en otras actividades. Tratar de elaborar comida en sus casas para venderle a los vecinos del pueblo, entre otras cosas. Es realmente muy difícil. En nuestro caso no vivimos del restaurante, pero lo sufrimos", cuenta Lucas.
La referencia a que no viven del restaurante es porque los 10 hermanos realizan otras actividades y éste es un desafío familiar que llevan adelante entre todos, reuniéndose cada fin de semana para ponerlo en marcha. "Todos los fines de semana nos juntamos a trabajar allí, en este restaurante que atraviesa la historia de la familia desde 1885. Es una historia famliar y de un esfuerzo que tiene una épica muy linda. Y este es otro capítulo más. Porque hace 9 años que venimos trabajando muchísimo y revalorizando toda la oferta turística de Azcuénaga. Nosotros hemos vivido la época triste de Azcuénaga, cuando no iban ni nuestros parientes a visitarnos", explica. Pese al panorama, está claro que no piensan bajar los brazos: "hoy estamos con renovada esperanza pese a todo y deseando que el futuro nos encuentre más fuertes que nunca".
Camino recorrido
El "Almacen CT & Cía" es un espacio gastronómico que fue levantado prácticamente desde las ruinas por 10 hermanos que quisieron de esa manera homenajear a su padre Don Enrique Domingo Coarasa, quien había logrado recuperar el predio que perteneció a la familia desde 1880, y que años antes había sido fagocitado por las deudas y las crisis. En la década del '90, Don Coarasa pudo adquirir esa vivienda familiar, que estaba totalmente abandonada: Pero fueron sus hijos los que se lanzaron, después de que Enrique falleció, buscaron darle un destino distinto y emprender esta aventura para honrar su memoria.
Así lo cuenta Lucas Coarasa, uno de los 10 hermanos: "En los '90 mi padre reescribe la historia de ese lugar. Volviendo a tomar posesión de ese espacio que estaba en esas condiciones de abandono. Es así, como nace la idea del restaurante como un homenaje a la memoria de mi viejo, que no llega a ver nada de todo eso. Nosotros, sus hijos con nuestros hijos, o sea sus nietos, armamos en al año 2011 este restaurante, jugando a que teníamos un lugar para hacer comidas, las comidas que papá siempre nos hacía a nosotros, y compartí en familia todo eso. Y así que armamos el restaurante".
Hoy, varios años después, "El Almacén CT & Cía" tiene una capacidad para 200 personas. Son cinco salones cubiertos, con una galería techada y también mesas en las veredas. "Es un lugar muy grande, con mucha historia. Y cada salón guarda un pequeño rincón de la historia del pueblo, de la familia y de los habitantes de Azcuénaga", cuenta Lucas.
La carta del restaurante es bien clásico y "respeta la historia de nuestra familia", describe Lucas. "Están los clásicos embutidos y fiambres caseros. La historia cuenta que la ciudad de Mercedes tiene los mejores embutidos. Pero eso es porque tienen buena prensa. Los mejores embutidos están en Azcuénaga", bromea, poniéndole un poco de pimienta a una típica disputa entre pueblos vecinos. También hay carnes asadas y mucho cerdo, ya que la zona se caracteriza por la excelencia en la producción porcina. Además preparan pastas caseras y mariscos, en homenaje también al gusto del padre de los 10 hermanos. "Si bien no son representativas del campo, hacemos unas hermosas picadas del mar", dice Lucas.
Pero, sin dudas lo que más caracteriza a este emprendimiento es el trabajo en familia. El restaurante abre los sábados al mediodía y a la noche y los domingos y feriados al mediodía.
La hermandad
Lucas Coarasa vive en Capital Federal y desarrolla trabajo administrativo en Telefónica. Pero desde hace unos años en sus fines de semana, su rutina cambia por completo. Se calza el delantal para poder atender a todos los fanáticos del turismo rural que se acercan al restaurante familiar en Azcuénaga, Partido de San Andrés de Giles, en el norte de la provincia de Buenos Aires. Lo hace junto a sus hermanos, quienes también participan del emprendimiento. La familia está repartida por distintos lugares durante la semana. Por ejemplo, en Azcuénaga vive María Teresa, la madre de todos ellos, además de María Eugenia, una de las hermanas que es docente y su hija. Ellas son el único núcleo de la familia que permanece en el lugar natal y que no debe trasladarse los fines de semana para atender el local.
En la ciudad de San Andrés de Giles, a 10 kilómetros de Azcuénaga, residen Enrique (abogado), Agustín (Presidente de la Cooperativa Eléctrica del pueblo), Nicolás (que trabaja en Toyota, en Zárate) y Gustavo (albañil). En Capital Federal, además de Lucas vive Santiago (también empleado de Telefónica) y Mariana (empleada de la obra social Osplad). En tanto, Juan Manuel, que según sus hermanos es "el corazón y el alma de la cocina", y que se desempeña como cajero en el Banco Hipotecario en la ciudad de La Plata, transita sus días en la capital bonaerense. La única hermana que no participa del proyecto es Carolina, que vive en Puerto San Julián, en la Provincia de Santa Cruz. Cada uno de ellos cuelgan sus actividades laborales de la semana para acercarse hasta este viejo almacén de "ramos generales", hoy devenido en restaurante, donde en cada minuto honran la memoria de su padre.
La historia
- MundoNews: ¿Cómo comienza toda esta historia?
- Lucas Coarasa: Nuestra historia arranca en 1885 cuando nace este lugar (donde hoy funciona el restaurante) como un almacén de "ramos generales" que se llamaba Casa Terrén. Por eso el nombre de nuestro restaurante homenajea esa historia llamándose "El Almacén CT y Cía". Este lugar atraviesa la historia de nuestra familia desde esa época. En 1885 lo fundaron unos tíos de mi abuelo paterno que eran españoles, aragoneses, de la provincia de Huesca. Del Valle de Hecho, en el Pirineo aragonés.
- MundoNews: ¿Y ellos que hacían?
- LC: Ellos fueron emprendedores españoles que emigraron a la Argentina y que, junto con el crecimiento del ferrocarril en lo que era la potencia de la Pampa Húmeda Bonaerense, iniciaron sus actividades comerciales. Mi abuelo vino de España y toda la historia de nuestra familia se fue entretejiendo en este lugar. Fue ahí cuando mi abuelo se casó y allí nacieron mi padre, mi tío, mi casa natal que está literalmente al lado de donde hoy funciona el restaurante, ya que es un predio muy grande de una manzana.
- MundoNews: ¿Y cómo funcionó el negocio familiar?
- LC: Tuvo su época de gloria y después se fundieron por el cierre del ferrocarril y los cambios en los procesos económicos argentinos, que hicieron que mi abuelo perdiera toda esa propiedad. Mis tíos se formaron académicamente y se fueron del pueblo y mi padre fue el único que se quedó viviendo en Azcuénaga toda su vida. Ahí nacimos nosotros. Somos 10 hermanos. Y mi padre vio en primera persona toda esa etapa de franca decadencia de este lugar. Como se deterioró, cómo mi abuelo murió viendo cómo se le iba de las manos toda esa historia de su vida. Y por una de esas vueltas de la vida, mi padre recuperó esa propiedad totalmente destrozada y abandonada , casi 30 años después en la década del 90. Cuando Azcuénaga no tenia ningún tipo de avisoramiento de turismo rural. No iban ni los parientes nuestros a visitarnos ahí.
Y así, con semejante desafío por delante, decidieron poner manos a la obra y construir ese sueño fortalecido por la hermandad que los une. Y, con mucho esfuerzo, fueron armando el rompecabezas que hoy es un orgullo para Azcuénaga.
El sueño del día después
"Cuando volvamos a trabajar, el primer evento que vamos a hacer para honrar todo este esfuerzo que hicimos todos en esta cuarentena, va a ser una vaquillona asada con cuero. Va a ser un menú único para que todo el mundo comparta el mismo. Vamos a empezar con todo,empezando a asarla el sábado a la noche, para servirla el domingo al mediodía. Eso será cuando volvamos a abrir, quizás en el mes de noviembre", sueña Lucas.
Y concluye esperanzado: "Queremos que la gente se entere que estamos bien, que Azcuénaga va a resistir, que es un pueblo centenario, con mucha historia. Un pueblo que va a saber sacar adelante todo esto. Y que los vamos a estar esperando. No solamente nosotros con el restaurante, o la Panadería y Soledad en el Club, el Púa con el restaurante La Porteña, Campassi con su alojamiento Las Magnolias, el ´Chueco´ Ferrarotti va a seguir vendiendo quesos en la Plaza de la Capilla; toda la comunidad de Azcuénaga va a estar con los brazos abiertos una vez que esto pase. Y más unidos que nunca".
Ese es el sueño que expresa Lucas, hoy cuando la Pandemia aún arrecia y donde todo horizonte parece incierto. Pero la esperanza está latente. Pese a las vicisitudes.
Redes sociales: Facebook (Almacen CT & Cía)
Web: www.almacenct.com
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