Pese a que en las elecciones el candidato del Frente Amplio, Yamandú Orsi, quedó primero con el 43,8% y le sacó 17 puntos al segundo, Álvaro Delgado, habrá ballotage y el resultado es incierto ya que el oficialismo goza del apoyo de otros partidos. Fracasaron los plebiscitos.
Por Gabriel Michi
Uruguay entró en un laberinto. Un laberinto de un país prácticamente partido al medio. Y es que en las elecciones presidenciales de este domingo 27 de octubre el candidato de la centroizquierda representada por el Frente Amplio, Yamandú Orsi, fue claramente el más votado con el 43,8% de los votos, sacándole al segundo, el oficialista Álvaro Delgado, casi 17 puntos de diferencia, quien cosechó el 26,8% de los apoyos. Y eso lleva de manera ineludible a un ballotage -que se disputará el próximo 24 de noviembre- entre ambos postulantes. El tema es que si al candidato del Partido Nacional -el del gobierno del saliente Luis Lacalle Pou- se le sumaran los votos conseguidos por otros aspirantes de la centroderecha (que forman la coalición oficial) el escenario se vuelve mucho más parejo. El electorado se dividiría por mitades, lo que coloca a este país de 3,5 millones de habitantes en un verdadero laberinto donde la centroderecha y la centroizquierda se disputan el control del poder.
Los otros candidatos fueron Andrés Ojeda, del Partido Colorado, que obtuvo el 16%, Gustavo Salle, de Identidad Soberana (2,7%), Guido Manini Ríos, de Cabido Abierto (2,45%), Pablo Mieres, del Partido Independiente (1,72%), Eduadro Lust, del Partido Constitucional Ambientalista (0,49%), Gonzalo Martínez, de Asamblea Popular (0,41%), César Vega, del Partido Ecologista Radical Independiente (0,38%), Guillermo Franchi, del Partido por los Cambios Necesarios (0,13%) y Martín Pérez Banchero, de Avanzar Republicano (0,08%). Varios de esos espacios ya forman parte de la coalición oficialista por lo que se descuenta que sus candidatos (y quizás gran parte de sus votantes) terminen apoyando al candidato Álvaro Delgado, retroalimentando la polarización.
Pero esa grieta no sólo se vio (y se verá) representada en las tendencias ideológicos del voto a presidente, sino también en la dicotomía que se generará en la distribución de bancas en el Congreso, tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado. Eso también constituye un nuevo laberinto para este país que también se planteó otra disyuntiva muy especial en ese día electoral: se pusieron en juego dos plebiscitos, uno propiciado por el oficialismo de derecha que buscaba que se legalicen los allanamientos nocturnos y otro empujado por los sindicatos y los sectores más de izquierda que pretendía una reforma previsional progresiva, y ambos proyectos no consiguieron alcanzar el 50% de los apoyos, por lo que fracasaron.
Al conocerse los resultados, Yamandú Orsi dio un discurso en un escenario montado en la Rambla de Montevideo en que señaló: "El Frente Amplio volvió a ser el partido más votado de Uruguay. Somos el partido que más creció en esta elección. En estos 27 días vamos por ese último esfuerzo. Con más ganas que nunca, más de pie que nunca. Pero más allá de nuestras filas, sepan todos los compatriotas que defenderemos entre todos la sana competencia electoral que tanto y tanto valoramos”. Y continuó: “Es una noche de alegría, de fiesta de la democracia, que hace 40 años de forma ininterrumpida sostiene la república y la libertad, y esta forma de convivencia que tanto debemos agradecer”. El candidato más votado también mencionó que Uruguay tiene “urgencias” en temas de infancia, pobreza infantil, seguridad y educación. Por eso planteó que es imprescindible convocar a un diálogo multipartidario para encontrar salidas a esas problemáticas.
Por su parte, Álvaro Delgado, habló desde el búnker del Partido Nacional y manifestó que la Coalición oficialista "fue la más votada", haciendo obviamente mención a la sumatoria de todas las agrupaciones y no al desempeño unitario de la suya que quedó muy por detrás del Frente Amplio. Vale decir que la agrupación de centroderecha oficialista también está integrada -además del Partido Nacional de Lacalle Pou- por el Partido Colorado (PC), Cabildo Abierto (CA), el Partido de la Gente (PG) y el Partido Independiente (PI). “Empezamos una etapa de una lógica diferente, las urnas hablaron, el Uruguay se expresó en democracia y libertad y esta noche el Uruguay dijo que la coalición es el proyecto político más votado de nuestro país”, expresó Delgado quien agregó que junto al resto de las candidatos de la coalición, aseguró que "tiene la responsabilidad republicana de que el Uruguay no retroceda" . Tras la difusión de los resultados, en la Plaza Varela, una zona céntrica de Montevideo, Delgado reunió el resto de los partidos del oficialismo (el Partido Colorado, Cabildo Abierto y el Partido Independiente). También estaba el candidato del partido Constitucionalista Ambientalista, Eduardo Lust, que no alcanzó los votos necesarios para obtener una banca en la Cámara de Diputados. Tras el escenario había una bandera en la que se leía: “Coalición de gobierno 2030″.
Yamandú Orsi, el postulante más votado, había ganado con comodidad la interna del Frente Amplio en junio frente a Carolina Cosse, quien terminó siendo su compañera de fórmula. Goza del apoyo del presidente José "Pepe" Mujica, quien en esta elección no tuvo una participación tan fuerte porque está atravesando un cáncer de esófago y hasta llegó a despedirse de sus seguidores. Orsi venía de ser Intendente de Canelones, el segundo departamento más grande en población de Uruguay, en dos oportunidades.
Por su parte, Álvaro Delgado -el otro postulante que llega al ballotage- es la mano derecha del saliente Luis Lacalle Pou, a tal punto que lo designo como secretario de la Presidencia. Es veterinario y abogado. Desde el 2000 ocupó diversos cargos y en 2005 llegó al Congreso, siendo primero diputado y luego senador. Como sucesor del actual mandatario, aseguró que va a “continuar con el rumbo” del Gobierno. “Salimos juntos de la crisis. No usamos la crisis como excusa e hicimos lo que había que hacer. Por eso, la espalda que tenemos es lo que nos da credibilidad para pedirle la confianza a la gente”, aseguró. Delgado aseguró que lo que se viene es “binaria” y la comparación será entre “dos presidentes”. “Yo me siento preparado y pronto para gobernar. La gente va a tener que comparar quién está preparado (...) y quien tiene credibilidad para mirarlo a los ojos y decirle la verdad”, argumentó.
Lo cierto es que Uruguay llega al ballotage con una inflación del 0,34% mensual y un 4,66% mensual. Y con unos de los menores índices de pobreza de toda América Latina. Aunque con un alto costo de vida. El sueldo mínimo ronda los 580 dólares por mes, superando al resto de los países de la región.
Sin embargo quizás uno de los temas que más preocupa sea el de la inseguridad y el crimen, ya que en 2022 registró una tasa de 10,7 homicidios cada 100.000 habitantes, más del doble que la Argentina. En una comparación entre 2012 y 2022, hubo un aumento del 37,9% en esa tasa. Aun así gobierno saliente dice que esa cifra retrocedió. Pero el problema den narcotráfico creció de manera desmedida y hay investigaciones que apuntan al puerto local como salida de grandes cargamentos de drogas hacia Europa u otros destinos y lo vinculan con el poderoso cartel brasileño Primer Comando Capital. A pesar de eso, Lacalle Pou se va del poder con buena imagen pública aunque salpicado por algunos escándalos muy duros como el caso de su jefe de seguridad Alejandro Artesiano -preso desde febrero de 2022 por manejar una red de emisión de pasaportes falsos para ciudadanos rusos- o el del narcotraficante Sebastián Marset, prófugo desde hace tiempo y a quien el gobierno uruguayo el otorgó un pasaporte que le permitió zafar de ir preso en Turquía.
En ese contexto el país llegó a estas elecciones que mostraron a una ciudadanía totalmente polarizada, entre posiciones de derecha e izquierda o, si se quiere, de centroderecha y centroizquierda. Polarización que se replicará en el escenario dicotómico que significa un ballotage. Y que no da lugar a opciones intermedias. Es uno u otro. Y todo está por verse. Porque quizás los que estuvieron por delante en la primera vuelta puedan terminar derrotados en la segunda. O no. Todo esta abierto. En un Uruguay encerrado en su laberinto.
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