Los periodistas españoles David Beriain y Roberto Fraile fueron asesinados por un grupo comando en Burkina Faso, donde filmaban un documental sobre la caza ilegal. En ese país operan distintos grupos terroristas. El trabajo profesional de los reporteros ultimados muestra su compromiso con la búsqueda de la verdad en los lugares más peligrosos del Mundo.
Por Gabriel Michi
Su misión era abrir los ojos ante las penumbras de la desinformación. Sumergirse en esos mundos donde el peligro es parte del ADN de la cotidianidad. Donde reinan los silencios o las miradas esquivas. Donde los riesgos son parte del día a día. Y están omnipresentes. David Beriain y Roberto Fraile, dos experimentados periodistas españoles transitaban ese terreno como pocos. Lo hacían con valentía y profesionalismo. Su misión era informar, aún a costa de su propia vida. Y eso fue lo que lamentablemente ocurrió. En Burkina Faso, un pequeño país africano, a 4.300 kilómetros de distancia de sus casas. En ese destino tan alejado fueron asesinados por un grupo comando, cuando ellos sólo pretendían informar -a través de un documental- acerca de la cacería ilegal en los Parques Nacionales de esa nación.
Hasta el momento es poco lo que se sabe sobre cómo ocurrió la tragedia que enluta al periodismo español y de todo el Planeta. El gobierno de España informó la mala nueva en boca de la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya. Contó que se encontraron sus cuerpos, tras permanecer desaparecidos por varias horas. Junto a ellos también fue ultimado un ciudadano irlandés que sería miembro de una ONG a la que acompañaban los reporteros para poder evidenciar el grave problema de la caza furtiva en los reservas naturales de este país de 17 millones de habitantes.
Según el relato oficial, la misión que integraban David Beriain y Roberto Fraile junto a una patrulla anti-cazadores furtivos, fue interceptada por un grupo comando que, además de secuestrar a los extranjeros, robo todo el armamento de los oficiales, drones, vehículos y equipamientos. Todo eso cerca de la frontera de Burkina Faso con Benín, La sospecha es que se trató de algunas de las células terroristas que proliferan en esas zonas.
La ministra española sostuvo que: "Es un terreno peligroso, tierra de nadie. Ellos sabían dónde se metían, por eso iban con escolta, pero no ha sido suficiente". Y es que el grupo que integraban los periodistas era de al menos 40 personas, algunas de ellas fuertemente armados. Por lo que el ataque debió haber sido no sólo muy sorpresivo sino también muy violento y multitudinario del lado de los terroristas.
El Gobierno de Burkina Faso no dudó en responsabilizar del ataque a "terroristas". "Por ahora, la identidad de los secuestradores no ha sido claramente establecida", explicó el ministro de Comunicación y portavoz del Ejecutivo, Ousséni Tamboura. El funcionario sostuvo que "el balance humano del incidente es tres heridos y cuatro desparecidos, incluidos los tres expatriados y un burkinés". El burkinés al que se refiere sería un guardia de seguridad contratado por el equipo periodístico para poder grabar el documental financiado por la empresa Movistar.
Un escenario muy peligroso
Desde 2015 en Burkina Faso los ataques yihadistas se han vuelto una constante. El mojón original tuvo que ver con un hecho ocurrido en abril de ese año. Miembros de un grupo que sería una rama local de Al Qaeda secuestraron a un guardia de seguridad rumano que custodiaba una mina de manganeso en la localidad norteña de Tambao. El hombre jamás apareció. A partir de allí, los ataques se volverían algo habitual sobre todo en la región de Sahel, donde Burkina Faso mantiene frontera con Mali y Níger, al Norte del país. Pero esa inseguridad se ha extendido a todas las provincias limítrofes y también se intensificó en la zona Este del país a partir del 2018.
Además de la expresión local de Al Qaeda (conocida como Grupo de Apoyo al Islam y Los Musulmanes -GSIM- de Sahel), en la región también opera el grupo local burkinés Ansarul Islam y el ISIS en el Gran Sáhara (EIGS), que suelen protagonizar ataques también en Mali y Níger. Esta situación llevó a disparar una escalada de desplazados, que crece más rápido que cualquier otra en el Mundo. Ya hay más de un millón de personas que debieron abandonar forzosamente sus hogares. Y la crisis no parece tener fin.
A ese lugar viajaron los periodistas españoles para cubrir la caza furtiva en los parques nacionales, cuando fueron sorprendidos por una emboscada de individuos armados a bordo de camionetas pick up y motos. Según el informe policial se llevaron dos ametralladoras montadas sobre un vehículo, un dron, doce motocicletas y receptores de frecuencia.
Periodistas de pura raza
David Beriain tenía 45 años y era oriundo de Artajona, Pamplona. Había debutado en el periodismo en 1998 en Argentina, con una pasantía en el diario "El Liberal" de Santiago del Estero, que realizó para terminar sus estudios en la Universidad de Navarra. Luego, quedó tan impactado por lo vivido allí que decidió regresar a tierra santiagueña para desarrollar sus tareas como periodista profesional y, en épocas muy duras en esa provincia (gobernaba con mano de hierro el caudillo Carlos Juárez, con una inteligencia paralela para espiar opositores y periodistas que conducía el peligroso Antonio Musa Azar), David pudo hacer lo que más le apasionaba: periodismo de investigación. Fue en un suplemento especial que, con valentía, publicaba "El Liberal" donde se enfrentaba al poder. Beriain, estuvo allí durante 1999 y 2000, cuando luego de una serie de amenazas que recibieron él y sus compañeros de investigaciones, Alejandro Garay y José Aranda, con un carta donde había un croquis hasta del departamento en el que vivían. Luego de eso volvió a España donde trabajó en diversos medios como "La Voz de Galicia". En televisión, integró el programa REC emitido por en canal Cuatro y en Antena 3 realizó un reportaje sobre la crisis nuclear en Fukushima.
Fue corresponsal de guerra y cubrió un enorme abanico de conflictos: Irak, Afganistán, Sudán, Congo y Libia. Pero también logró meterse en campamentos de las FARC o en el corazón del Cartel de Sinaloa en México donde estuvo sumergido tres meses.
Algunos de sus documentales fueron:
- Afganistán, Españoles en la ratonera
- Congo, tierra violada
- Los guardianes de Chávez
- Baby Sicarios.
- Clandestino
- El Ejército Perdido de la CIA
- La Vida en Llamas
- Amazonas Clandestino
- Amazonas, el Camino de la Cocaína
- Yasuní, Genocidio en la Selva
Hasta hoy se desempeñaba como conductor y director de documentales en los canales DMax y Discovery International Networks como conductor y director de documentales. Su serie "Amazonas Clandestino" se convirtió en un éxito internacional, que se emitió en más de 40 países, con prestigiosos galardones en su haber. Actualmente era dueño de la productora "93 Metros", junto a su mujer Rosaura Moreno, desde donde llevaba adelante varios de sus proyectos.
Por su parte, Roberto Fraile, había nacido hace 47 años en Baracaldo (Vizcaya). Se autodefinía como "Kafir", un término en árabe que significaría un "no creyente", porque su camino era ir a los lugares, ver y comprobar. Incluso en esos lugares oscuros, conflictivos, adonde otros no llegaban, “Estamos sufriendo como perros, pero luchando”, comentó a un colega el domingo en una conversación de WhatsApp, horas antes de su secuestro y posterior asesinato en Burkina Faso. Su pasión eran los reportajes internacionales en zonas de conflicto. Y así lamentablemente encontró la muerte. Padre de dos hijos, su residencia actual era la ciudad de Salamanca. Conocía del peligro que afrontaba en cada una de esas "aventuras" periodísticas. De hecho, en el 2012 fue herido de bala (en Alepo) cuando cubría la recién iniciada guerra en Siria.
Roberto Fraile trabajó en "Televisión Salamanca" durante dos décadas, donde realizó tareas tanto de grabación como realización. También se desempeñó en "Iris Televisión" y en "La 8" de esa misma ciudad. El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, lo conocía personalmente. Y fue claro en su definición: "un reportero gráfico de raza, fuerza y valentía", según cuenta el diario "El País".
Cultor de un bajo perfil absoluto, sin estridencias ni protagonismo forzado, tenía un temple de acero. Y era el primero en salir al rescate de sus colegas cuando alguna vicisitud lo jaqueaba. Había conocido a su compañero Beriain en el conflicto de Afganistán, pero además de Siria, también cubrió la guerra en Congo, entre muchos otros. Realizó reportajes en Colombia, Nepal y muchos lugares más. Hasta llegar al destino trágico de Burkina Faso.
Así, dos hombres que llevaron con merecido orgullo el ADN del periodismo, encontraron la muerte a más de 4.300 kilómetros de su casa. Pero muy cerca de su razón de ser: la información en las situaciones más difíciles. En una de esas misiones de riesgo que solían emprender pero que, seguramente, nunca imaginaron como la más peligrosa. Fueron en busca de esas verdades que muchas veces se ignoran o se ocultan, para ponerle luz. Para revelarlas. Fueron PERIODISTAS. Así, con todas las letras y en mayúsculas. Y se convirtieron en íconos. David Beriain y Roberto Fraile, In Memoriam.
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